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1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

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Usos (y desusos) actuales de la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado (II)
Óscar Fernández | @OscarFdz94

Continuamos con la segunda parte de una elaboración acerca de la vigencia de la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado como herramienta de análisis en las ciencias sociales.

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Esta es la segunda parte de dos notas. La primera fue "Breve historia y vigencia de la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado". [1]

Trotsky no será el único que usará la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado. El mismo Lenin, sin proponérselo, corroboró las afirmaciones de aquél una vez iniciado el proceso revolucionario en Rusia en 1917.

Si la revolución [de febrero] triunfó tan rápida y radicalmente —en apariencia, a primera vista—, sólo se debe al hecho de que, como resultado de una situación histórica en extremo original, se unieron, en forma asombrosamente “armónica”, corrientes absolutamente diferentes, intereses de clase absolutamente heterogéneos, aspiraciones políticas y sociales absolutamente opuestas. [2]

Lenin explica en su carta cómo, por la presión del capital financiero y sus efectos colaterales (en particular la exigencia de la Entente a que Rusia participara en la Primera Guerra Mundial), el proletariado pudo llevar a cabo una revolución; fue el desencadenamiento de todas las contradicciones previamente existentes y exacerbadas por la guerra. Es que la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado se complementa muy bien con la teoría del imperialismo de Lenin, mediante la cual se explica cómo la división geopolítica mundial impide ya la libre competencia de mercados y obliga a las naciones a colonizar y a expandir dichos mercados en detrimento de otros países.

La principal característica de la última etapa del capitalismo es la dominación de las asociaciones monopolistas de grandes empresarios. Dichos monopolios adquieren la máxima solidez cuando un grupo se apropia de todas las fuentes de materias primas […] Sólo la posesión de colonias brinda a los monopolios una garantía completa contra todas las contingencias de la lucha con sus competidores. [...] Cuanto más desarrollado está el capitalismo, cuanto mayor es la fuerza con que se siente la escasez de materias primas, tanto más dura es la competencia y la cacería de fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada es la lucha por la adquisición de colonias. [3]

Para Lenin, la fase imperialista es la sujeción de varios países a un puñado de potencias, mismas que constituyen para él una cadena de interdependencia y competencia entre ellas, estableciéndose en los hechos una división del mundo entre un centro y su periferia, entre países desarrollados y países subdesarrollados, entre potencias imperialistas y sus colonias y semicolonias. [4] Lenin y Trotsky, sin proponérselo, explican de manera complementada la dinámica del capitalismo en su fase imperialista: la adquisición de colonias por parte de los países imperialistas sume al mundo en una situación en la que estos últimos intentarán por todos los medios de apropiarse de las posesiones de sus competidores, pero al mismo tiempo el proceso de colonización generará situaciones de dependencia nacional que van más allá del ámbito económico, se traducen en situaciones políticas concretas y eso obliga a pensar cómo actuarán las clases sociales al interior de ambas formaciones tomando en cuenta el desarrollo social particular y la dinámica entre las clases mismas, sus partidos y sus tendencias. Sobre la base de este pensamiento, otros autores expandieron y enriquecieron cómo actúa la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado.

Georges Novack, por ejemplo, realizó un ensayo donde habla de cómo el desarrollo desigual afectó el proceso de las formaciones políticas en América, así como el papel que jugó el expansionismo estadounidense. Novack señala cómo “a iguales causas, distintos efectos” y cómo dinámicas sociales ‘previas’ o ‘anticuadas’ como el esclavismo lograron regresar en la configuración social estadounidense bajo el capitalismo.

La esclavitud norteamericana fue una esclavitud burguesificada; que no fue solamente un brazo subordinado del mercado capitalista mundial, sino que cada ramificación de esta fusión de esclavitud y capitalismo fue la aparición de traficantes de esclavos entre los indios Creek, en el Sur. ¿Podría encontrarse algo más contradictorio que indios comunistas, ahora propietarios de esclavos, vendiendo su producto en un mercado burgués? [5]

Michel Löwy, por otra parte, señala en The Politics of Uneven and Combined Development qué papel jugaron las clases sociales en los procesos revolucionarios en el mundo, empezando por explicar cómo surgió la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado y cómo las nociones elaboradas por Trotsky continuaron vigentes después de su muerte. Löwy enlista distintos países (entre los cuales está el nuestro) donde reafirma las conclusiones de Trotsky sobre la relación del capital financiero y las clases poseedoras, la situación de dependencia generada como consecuencia del desarrollo capitalista y arroja luz sobre cómo las clases sociales —el campesinado, la pequeñoburguesía, la intelligentsia y la burguesía nacional— se han desempeñado en términos generales durante el siglo XX.

Löwy concluye que el desarrollo industrial no significa mecánicamente que un país esté más maduro que otro subjetivamente, sino que hay una serie de factores que juegan en contra de las masas, entre las que destaca las “revoluciones por arriba” o “revoluciones populares incompletas”, entre las que está la nuestra y señala la particularidad de que la Revolución Mexicana fue previa a la rusa de 1917, lo que le permitió a la burguesía desviar el proceso al no haber organizaciones con “un claro programa anticapitalista”, lo que además logró ser la base de “una de los pocos estados democráticos relativamente estables del Tercer Mundo”. [6]

Alexander Anievas y Kerem Nişancıoğlu en How the West Came to Rule, realizan un análisis exhaustivo de cómo las naciones de Occidente lograron tener un desarrollo que les permitió colonizar al resto del planeta. Estos autores hacen un recorrido histórico sobre cómo se expresó en distintos periodos la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado, siendo ésta su herramienta de análisis; observan cómo influyeron el nomadismo en la conformación del imperio Mongol y cómo evolucionó en una economía de comercio, qué rol tuvo la Peste Negra en demostrar la debacle del modo de producción feudal y los límites que tenía.

Continúan con explicar la competencia entre el Imperio Otomano y el Imperio de los Habsburgo y cómo influyó el bloqueo a la Tierra Santa; los autores señalan que esta fue la palanca que permitió a las naciones europeas expandir sus mercados a tierras vírgenes: el continente americano, así como la influencia que tuvieron las revoluciones burguesas y sus crisis antecesoras (menciona la primera crisis importante del capitalismo: la crisis holandesa producto de su capitalismo “doméstico”) y cómo se configuraron los principales imperios en el siglo XIX.

Más recientemente, Luis Vitale, debatiendo contra la noción neoliberal hegemónica, afirma que los intelectuales neoliberales quisieron renegar de la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado. Vitale se pregunta si, por el contrario, hay desarrollo desigual y combinado en la etapa neoliberal.

[Los intelectuales neoliberales] argumentan que la teoría del desarrollo desigual y combinado ha quedado obsoleta ante el fenómeno de la globalización y que con su imaginaria "aldea global" se ha cerrado el proceso desigual de las naciones. A nuestro juicio, sucede lo contrario, pues el balance de veinte años de neoliberalismo demuestra palmariamente que el desarrollo de los países del llamado tercer mundo es más desigual que nunca, ya que hoy existe más desigualdad económica y social entre los países imperialistas y los de Asia y África. [7]

Por el contrario, decíamos arriba que la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado es poco utilizada en las ciencias sociales por académicos e intelectuales. Es que precisamente al ser Trotsky el formulador principal de la ley, ésta se vio usada por pocos autores durante la mayor parte del siglo XX y apenas recientemente está cobrando nuevamente su vigencia.

Textos como el de Novack se publicaron a contracorriente mientras todo lo que oliera a “trotskismo” era censurado gracias a la persecución a manos del estalinismo tanto en la academia como en la política. No es casual que la mayoría de los textos posteriores a Trotsky se hayan escrito a finales del siglo XX.

En ese sentido es que es menester señalar las malinterpretaciones de esta ley y las distorsiones que se le hacen. Decíamos arriba que Lenin complementaba la ley por medio de su análisis del imperialismo. Si bien nunca la mencionó de forma explícita, el análisis dialéctico que hace del capitalismo permite corroborar la vigencia de la Ley.

¿Por qué decimos esto? Porque Lenin explicaba en su Imperialismo las bases estructurales que llevaron a que en Europa estallara un conflicto de escala mundial. Sin embargo, tras su muerte se pretendió usar sus escritos para polemizar contra las concepciones de desarrollo desigual y combinado, oponiéndoles la concepción previa de la socialdemocracia de principios del siglo XX sobre el “desarrollo desigual del capitalismo”, fetichizándolo y renegando de la parte combinada del mismo.

Es así que, por ejemplo, a la fecha siguen existiendo formaciones políticas que, reivindicando el legado del estalinismo (disfrazado de ortodoxia leninista), [8] justifican sus análisis erróneos sobre la base del desarrollo desigual del capitalismo. Es el caso del Partido Comunista de Portugal, que tras una reunión en 2013 de su corriente internacional —el Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros— publicó entre sus resoluciones:

En el marco de la ley de desarrollo desigual del capitalismo, con el declive económico relativo de los EE.UU. y de otras grandes potencias y la emergencia de importantes potencias regionales, tiene lugar un gigantesco proceso de reagrupamiento de fuerzas que está modificando el mapa económico y político del mundo, generando nuevos problemas, contradicciones y oportunidades que suponen un desafío para la audacia y creatividad de las fuerzas revolucionarias y su cooperación internacionalista. Ante una situación global tan compleja, inestable e incierta y sus variadas expresiones en los planos regional y nacional, es natural que en el movimiento comunista y en el campo anti-imperialista, se expresen diferentes percepciones y análisis, diferencias de opinión, así como divergencias sobre cuestiones importantes de estrategia y táctica revolucionaria, incluso en relevantes cuestiones de la historia del propio movimiento comunista y revolucionario internacional. [9]

Esto es lo que explica que, por ejemplo, reivindiquen la alianza con sectores que ellos consideran progresistas o “anti-imperialistas” sin tomar en cuenta la dependencia de estas formaciones políticas a las exigencias del mercado internacional. La cita que exponemos arriba del PCP es una muestra de qué tan poco extendida está la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado en el análisis de distintas formaciones políticas. [10]

El carácter científico de la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado es tal que, como señala Emanuele Saccarelli, pudo anticipar “una serie de desarrollos posteriores dentro y fuera del marxismo y en muchas áreas disciplinarias”, [11] como la teoría de Immanuel Wallerstein de centro-periferia, elementos que señalan teóricos latinoamericanos sobre el subdesarrollo voluntario, la teoría social de Alexander Gerschenkron y Thorstein Veblen que tiene paralelismos con la de Trotsky, las diferencias de temporalidades históricas de Althusser, los “contretemps” de Jacques Derrida, e “incluiría esfuerzos en la dirección de una ‘espacialización del marxismo’ por parte de los geógrafos como David Harvey y Neil Smith”. [12] Bien dicen que una ley científica es tal si puede abarcar universalidades en su estudio y aplicación; así como las leyes de Boyle son universales en el estudio de los gases, la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado de León Trotsky cumple cabalmente con estas características.

Actualidad de la ley en un mundo globalizado

Cuando Trotsky utilizaba la Ley de Desarrollo Desigual y Combinado, lo hacía con el objetivo de explicar cómo en países económicamente atrasados podía desarrollarse una conciencia socialista al calor no sólo de la lucha de clases sino también de las contradicciones que surgían del propio capitalismo y los efectos que éste tenía en Rusia. Más adelante podía ver puntos de contacto en países como China, España o México, donde planteaba (generalizando la política de los bolcheviques en 1917) la alianza con el campesinado para enfrentar al capitalismo. Pero a la vez sostenía que el desarrollo tecnológico influiría en la conciencia revolucionaria.

Y es que, en un mundo globalizado, ¿no fuimos testigos de movimientos sociales que usaban las redes sociales como medios de comunicación? ¿Acaso no pocos de nosotros utilizamos Twitter como medio de prensa, opinión e información directa?

Sin ir tan lejos, durante el movimiento #YoSoy132, un video realizado por la célula de Guadalajara tenía a un egipcio, un estadounidense, un español y una mexicana, cada uno portando una playera de sus respectivos movimientos sociales (#ArabSpring, #OccupyWallStreet, #15M y #YoSoy132), juntos y señalando los puntos de contacto de cada uno. Hoy en día incluso circuló una noticia sobre cómo las protestas en Hong Kong usan la aplicación de Pokémon Go! para evadir a la policía.

Y en última instancia, los procesos de lucha de las últimas décadas han terminado en derrota precisamente porque no rompieron hasta el final con la burguesía y el capitalismo, siempre subordinándose políticamente a ésta por una u otra vía. [13] El desarrollo desigual y combinado, lejos de ser algo del pasado, mantiene plena vigencia en el siglo XXI.

Quien sostenga lo contrario tendría que comprobar que en este país ni un solo mexicano tiene consolas de videojuegos, cuentas de redes sociales, que no se informan a través de ellas, etc. Y así como en México, lo mismo ocurre todo el mundo, puesto que el capitalismo es un sistema mundial, y si queremos sobrepasarlo, tendremos que hacerlo, igualmente, a escala mundial.

 
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