La guerra no empezó ayer. El macrismo hizo de la difamación a las trabajadoras y los trabajadores de Aerolíneas Argentinas usos y costumbres de su Gobierno. Aerolíneas representa mucha plata para el Estado, dijeron, y no le sirve más que al 5 % de la población. Hablaron de privilegios, de trabajadores que hacen paros “políticos” (ahora “electorales”) y de plata que podrían haber destinado a fines benéficos.
Cualquiera puede pensar que el presupuesto de Aerolíneas podía ser destinado a algunos jardines de infantes carenciados o a poner en regla la construcción de alguna obra suntuosa en Ezeiza. En cambio a nadie se le ocurre que para los millones de dólares que se fugaron desde las PASO, había mejor destino que algún banco extranjero.
La búsqueda del “enemigo interno” en el macrismo fue constante y para con los trabajadores de Aerolíneas fue con especial saña. Es que Macri tenía un plan bien definido para la política aercomercial, que en parte llevó adelante. Ese plan consiste en beneficiar a las empresas LowCost, en especial a la flamante bajo costo Latam, en detrimento de la línea aérea de bandera y, por ese camino, precarizar lo máximo posible el trabajo en los aeropuertos, no sólo a los tercerizados de las líneas aéreas, sino al conjunto de los trabajadores, desde los mejores pagos (pilotos) hasta los trabajadores de rampa, efectivos y tercerizados.
El conflicto por las paritarias vencidas, que amenaza con parar los aeropuertos este fin de semana, no es más que un nuevo capítulo del ataque que viene llevando adelante Cambiemos contra todo el gremio aeronáutico.
La campaña electoral trajo un nuevo actor al escenario. Alberto Fernández declaró el martes que, a pesar de ser justo el reclamo, no es momento para que los trabajadores peleen por lo suyo, que hay que esperar a diciembre. Es coherente con su discurso de abandonar las calles para con toda la clase trabajadora.
La estrategia es una sola: que el macrismo avance en su plan de ajuste permanente en estos meses que le quedan, que en diciembre se va... y el ajuste seguirá. Cuanto más avance el macrismo en esa tarea sucia, más liviana la labor para el gobierno que tome la nueva “pesada herencia”.
A los cierres de fábricas (como Ansabo, Ran Bat, Mielcitas, Kimberly) le oponen la espera a las urnas, lo mismo con la caída del 30 % de nuestro salario. En los aeropuertos la situación no es menos grave.
La precarización mata
La “revolución de los aviones” sólo trajo consigo mayor precarización para los trabajadores y la seguridad aeronáutica. Hace meses que los trabajadores de Andes no cobran su salario o lo cobran parcialmente. Esto pasa desde los tripulantes de cabina, hasta los trabajadores de Hall. En Jetsmart hay azafatas que no llegan a los $ 20.000 de salario. A los trabajadores de la asistencia de rampa, Intercargo, los amenzan con un decreto de desregularización de la pista que pone en peligro cientos de fuentes laborales. En Latam la compañía está intentando imponer el programa Simplicity, que ya cerró varios sectores de la empresa como su call center, y amenaza la continuidad laboral de otras docenas de trabajadores.
Es que la precarización es política de Estado. Basta con poner un poco la lupa en la muerte de José Bulacio en Ezeiza el 24 de septiembre. Los trabajadores de la obra cuentan que se estaba apurando la construcción porque el Gobierno quería inaugurar el Zepellin el lunes 30. Guillermo Dietrich se apuró a hacer correr la versión de un error humano con una grúa, pero ahora aparecen testigos que dicen haber visto y filmado las estructuras de los andamios a punto de colapsar previo a que se desmoronara.
Trece trabajadores resultaron heridos, uno aún pelea por su vida. Los trabajadores de limpieza del sector volvían del descanso diez minutos después de que el andamio cayera. Por diez minutos se salvaron. Hasta la suspensión de la obra trabajaban doce horas, sin cobrar horas extras, levantando escombros por menos de la canasta familiar.
Las tareas de los aeronáuticos
Los trabajadores de GPS, tercerizados de Aerolíneas Argentinas, realizamos asambleas que fueron masivas en todos los turnos para discutir cómo enfrentar la devaluación de nuestro salario. Llegamos a la conclusión que ante los golpes de mercado y la inflación galopante no podíamos pelear solos. Porque la pelea no es sólo sindical, sino escencialmente política contra el ajuste que golpea al conjunto.
Votamos impulsar la coordinación, en principio, con todos los aeronáuticos y saltar las paredes del aeropuerto buscando la unidad con otros sectores que están en lucha.
Las paritarias vencidas de Aerolíneas Argentinas es un momento para mostrar la fortaleza de todos los trabajadores aeronáuticos, impulsando asambleas en todos los sectores para votar la coordinación y golpear con un solo puño.
Desde la agrupación de aeronáuticos El Despegue impulsamos la coordinación desde un primer momento, por eso luego del asesinato de Bulacio en Ezeiza exigimos que los sindicatos aeronáuticos llamen a un paro de toda la actividad, porque a la precarización de nuestra vida se la enfrenta con medidas de lucha, en la calle y en unidad. |