La dio a conocer en conferencia de prensa el titular de la Secretaría de Seguridad Alfonso Durazo, en compañía del conjunto del gabinete de seguridad.
En el fraccionamiento Tres Ríos, en Culiacán, Sinaloa, un contingente de 30 agentes de la Guardia Nacional y elementos de la Sedena realizaban un patrullaje de rutina cuando fueron atacados desde una casa. La patrulla repelió la agresión y tomó la casa. Ahí estaba Ovidio Guzmán López con otras tres personas. Es es la dudosa versión oficial.
Lo identificaron, pero no dijeron haberlo detenido; como informaron autoridades federales inicialmente. Desde la Fiscalía General de la República dicen que está detenido, pero no hay certeza.
Según el relato de Durazo, los uniformados fueron rodeados por integrantes del crimen organizado y decidieron suspender las acciones, según lo dicho por Durazo. A continuación se desató el caos de balaceras y bloqueos. Ovidio Guzmán está vinculado al cártel de Sinaloa y está acusado de tráfico de drogas en Estados Unidos.
Se suspendieron las clases en toda la ciudad, así como actividades en los comercios, vuelos y corridas de transporte. Los pobladores de la capital sinaloense están viviendo una jornada de terror.
Estos hechos se dan tras la emboscada en Aguililla, Michoacán, en la cual murieron al menos 14 policías y luego de la masacre de Tepochica en Iguala, Guerrero, en donde supuestamente un solo uniformado con una ametralladora mató a 14 civiles, armados hasta los dientes según las autoridades, pero ya se han dado a conocer varias incongruencias, como que eran muchas menos armas de las que se dijeron originalmente.
Con la continuidad de la militarización de México ha iniciado un nuevo capítulo de la guerra contra el narcotráfico, ahora bajo el gobierno de López Obrador.
La clase trabajadora y los sectores populares, desarmados en medio de este fuego cruzado que parece no tener fin, son quienes pagan las consecuencias. Ponen los muertos, los desplazados, los desaparecidos, y viven en la completa zozobra. |