Memoria y tradición: Cordón Macul
Con el criminal golpe cívico-militar, se intervienen las universidades y se prohíben las federaciones de estudiantes. Se expulsan 18.000 miembros de las universidades, aproximadamente, 30 o 35% de los profesores, 10 o 15% de los funcionarios, 15 o 20% de los estudiantes. Y la designación de rectores representantes de la junta militar.
Poco a poco, también, fue surgiendo, bajo la brutal represión, la resistencia, de los militantes de izquierda, de los sindicatos, de los organismos de DDHH, y de los estudiantes.
Por el año 76, en la Universidad de Chile y el campus oriente de la Universidad Católica, comienzan a gestarse movimientos clandestinos pensados más desde la resistencia. En el Pedagógico, se formó una Comisión Coordinadora por el año 1978. Era parte de un movimiento más amplio, surgido con valentía en la clandestinidad.
Con revistas clandestinas, con acciones fugaces, enfrentando la intervención militar: con oficiales de las FFAA como rectores y profesores colaboradores de la dictadura (algunos "apernados" hasta hoy), encarando la elaboración de listas negras, buscaban reconstruir el movimiento estudiantil. Con distintas formas, como los talleres culturales, los comités de participación, los grupos de resistencia.
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La Ley general de universidades, aprobada en 1981, fue pensada en pos de instaurar la neoliberalización del sistema educativo, privatización y fin a La gratuidad, que permitía que los hijos de trabajadores y sectores populares pudiesen entrar a las facultades. Pero el fin no era sólo económico, así lo muestra una editorial de El Mercurio de 1980, que manifiesta otro de los objetivos: "si la educación es pagada, los jóvenes se dedicarán más a los estudios. La gratuidad de la educación superior fomenta el activismo".
Se decreta la fragmentación de las dos grandes universidades públicas, entre ellas la Universidad de Chile, esto a modo de atomizar el movimiento estudiantil, pero no sin resistencia, así se llega a la jornada de protestas de noviembre del 80’, que significó un paro de 3 semanas en el Pedagógico, con tomas para reflexionar sobre la situación y dotar de estrategia al movimiento estudiantil,(1) que hasta el momento se manifestaba por medio de acciones más espontáneas.
Así, por medio de la autoorganización, con la universidades de macul con grecia como centro de operaciones (UChile, Peda, UTEM), el movimiento estudiantil comienza a articularse y ser un farol de lucha y resistencia a la dictadura.
La clase obrera entra nuevamente en escena hacia el 83 luego que en el congreso de abril la CTC llamaba a la primera huelga general: “Ha llegado el momento de ponerse de pie y decir BASTA. Los trabajadores del cobre, tenemos la autoridad moral para llamar a un PARO NACIONAL de 24 horas, destinado a protestar contra la legislación laboral y la política económica y social imperante. Sólo una huelga general de todos los chilenos puede hacer que los trabajadores recuperemos nuestra dignidad perdida y que podamos participar en forma decidida y responsable en la forja del destino de nuestro país” (2)
Los preparativos de la jornada iniciaron con los estudiantes saliendo a hacer pintatones en toque de queda, realizando manifestaciones donde repartían panfletos de forma masiva. Los organismos sindicales llamando a paralizar y discutiendo esto en asambleas. Las demandas cuestionaron los pilares de lo que hoy llamamos la herencia de la dictadura, contra la constitución del 80, la reforma laboral de José Piñera, la neoliberalización en el terreno económico y la escasa política social. En ese entonces los índices de desocupación y miseria eran cercanos al 35%.
Al inicio de la jornada se veían las empresas del cobre y servicios paralizadas. Los estudiantes salieron a las calles, también gremios como médicos y abogados. Al medio día el comercio comienza a parar al igual que la locomoción colectiva. Al atardecer, en las poblaciones y en sectores de la clase media se vieron barricadas y cacerolazos, bocinas de autos, mientras el grito “y va a caer, y va a caer” resonaba en las calles, expresando el sentir de cientos de miles. Así lo que inició como una huelga general da paso a una verdadera jornada revolucionaria.
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Rebelión popular en el “oasis” de Latinoamérica
La última semana hemos visto cómo la lucha de clase vuelve a escena con violencia, esta vez, al “oasis” de Latinoamérica.
Lo que comenzó como un estallido social por el alza del metro, con evasiones masivas por parte de los secundarios, con sentadillas en los andenes y liberación de los torniquetes, generó la simpatía entre los santiaguinos que rápidamente se transformó en una revuelta el día viernes, con masivas protestas ocupando 70 estaciones de metro en el marco de una represión desmedida que solo generó más ánimo de combatividad por parte de estudiantes, trabajadores y sectores populares que cuestionan el rol represor de carabineros frente a un movimiento que expresa su malestar, ya no solo por el alza del transporte, sino por la carestía de la vida, un malestar profundo contra las herencias de la dictadura. Este descontento que se expresó durante el año -con la baja en la aprobación y el alza en la desaprobación- en las encuestas, se expresó en momentos como estallidos -como en Quintero Puchuncaví por la contaminación medioambiental, contra aula segura, por el asesinato de Camilo Catrillanca- y en docentes con mayores expresiones de autoorganización contra la precarización laboral, lograba ser desviado a discusiones parlamentarias y acusaciones constitucionales, conteniendo así el malestar social, asestando desvíos a, trabajadores y sectores populares y permitiendo al gobierno no tener una oposición de masas en las calles.
El giro “bonapartista”, con la declaración del estado de excepción y toque de queda, como respuesta de un gobierno desesperado fue tirar bencina a la hoguera, se levantaron movilizaciones y se encendieron las barricadas en Valparaíso, Concepción, Antofagasta. El discurso criminalizador, estuvo lejos de ser servil a la justificación de los milicos en las calles, a su vez, el Ejército lejos de imponer subordinación, se encontró con una juventud sin miedo que dio aliento a las generaciones más viejas para seguir de pie, de forma que el toque de queda no ha sido respetado en gran parte del país. Comenzaron las jornadas de rebelión popular nacional.
En una semana el discurso de gobierno da un giro abrupto así como su imagen a nivel internacional. La estabilidad del gobierno no era tal, el oasis estaba seco, no era más que un espejismo en el desierto del descontento de las masas precarizadas, la estabilidad pasó a ingobernabilidad, Piñera declaró “estar en guerra” contra un enemigo poderoso.
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La fuerzas políticas
Pero este ascenso en la lucha de clases no se puede mirar como algo en ascenso lineal y progresivo. Su triunfo dependerá del desarrollo mismo del proceso. Hasta el momento el panorama político es un Gobierno que se sostiene en las fuerzas militares, que cobran muertos, torturados, víctimas de violencia sexual y que mantiene un discurso de criminalización para justificar la represión, por la presión ejercida en las calles.
El Gobierno fue empujado a buscar una alianza con los partidos de la ex concertación como DC, PPD y PR quienes entregan a Piñera una serie de medidas que no son más que migajas para el pueblo trabajador y mantiene lo esencial de la herencia de la dictadura, pero que para este gobierno deslegitimado sirve como salvavidas ante la crisis.
Actualmente el Frente Amplio pide un “plan de desmilitarización” cuando las calles claman “fuera los milicos ya” y hoy, Beatriz Sánchez levanta la estéril propuesta de sacar a Chadwick, ya que lo responsabiliza de las violaciones a los DD.HH. Cuando en estado de excepción ya se han cobrado 18 muertos y anoche se vivió la detención de 3 militantes de las JJ.CC, entre ellos la Vocera de la CONES, desde sus domicilios, sin haber violado el toque de queda.
El PC, se ubica como la pata izquierda, si bien ha dicho desde un principio que no se sentará a dialogar mientra se siga con el estado de excepción, frente a las propuestas , Teillier, declara: “Tuvo que ocurrir un estallido social con consecuencias tan graves, para que el gobierno al fin estableciera un reajuste de pensiones de 20 por ciento que veníamos pidiendo hace meses.” Sin denunciar que se trata de migajas y que los empresarios y sus gobiernos solo son capaces de pensar en ceder algo cuando temen perderlo todo.
En la misma línea, desde la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) llamaron a huelga general, al igual que el Frente Amplio desde sus organismos estudiantiles y gremiales como el Colegio de Profesores, pero sin organizarla activamente, una huelga sin preparación para un paro efectivo de la producción y asestar así un golpe mortal al gobierno. Es decir, por medio de un discurso buscan capitalizar políticamente las movilizaciones, pero por arriba preparan los acuerdos para dar una salida institucional, permitiendo a Piñera retroceder mientras se mantiene en el poder.
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Las tareas planteadas y el rol de los estudiantes
La noche del 22 de octubre el hashtag #RenunciaPiñera fue trending topic a nivel mundial, y es que las migajas no satisfacen a nadie. La jornada del 23 fue la más masiva, y aunque entraron a escena algunos sectores de la clase obrera encabezando la marcha y sectores del movimiento estudiantil, no es proceso profundo de autoorganización de masas con unificación de luchas y demandas. Y es que la negativa de quienes dirigen los principales organismos, frente a llamar a asambleas masivas impiden que se discuta qué programa y estrategia para triunfar, lo cual es un elemento esencial para que no se dé cabida al desvìo.
Pese a la masividad es necesario que los fenómenos de autoorganización se sigan desarrollando. La primera tarea planteada para lograr la caída de Piñera y su gobierno, es quitarle su sostén, fin al estado de excepción, fuera los militares de las calles. Pero esto no se logrará sin huelga general efectiva que implica la paralización completa de la producción, no solo de sectores reducidos, como se dio en la jornada de hoy.
La huelga general hasta terminar con el estado de excepción permitirá la caída del gobierno y sobre sus cenizas podremos levantar una asamblea constituyente libre y soberana basada en esta movilización, una asamblea que permita dar una salida a las demandas que se levantaron a partir de un estallido espontáneo.
Los estudiantes juegan un rol importante en mostrar estos focos de autoorganización, articulando en sus lugares de estudio que a su vez deben funcionar a modo de centro de operaciones, tal como lo fue el cordón macul en dictadura.
(1) http://www.facso.uchile.cl/noticias/74693/movimiento-estudiantil-del-70-80-otros-escenarios-y-una-misma-lucha
(2) Jorge Arrate, Las protestas nacionales y la unidad de la izquierda en la acción. http://www.socialismo-chileno.org/PS/index.php?option=com_content&task=view&id=125 |