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La Izquierda Diario
17 de noviembre de 2019 Twitter Faceboock

ENTREVISTA CON GIULIANO GUZZONE
Gramsci: hegemonía y economía
Juan Dal Maso | [email protected]

Fotomontaje: Juan Atacho

Link: https://www.laizquierdadiario.com/Gramsci-hegemonia-y-economia

Giuliano Guzzone es doctor en filosofía, investigador y autor de numerosos trabajos sobre Gramsci, marxismo, economía y filosofía. En esta entrevista conversamos sobre su libro Gramsci e la critica dell’economia politica. Dal dibattito sul liberismo al paradigma della “traducibilità” (Roma, Viella, 2018), una obra fundamental para conocer en profundidad el abordaje de la economía por Gramsci en relación con su pensamiento filosófico y político.

Este libro tiene un particular valor para redimensionar la importancia del tratamiento de los problemas económicos por Gramsci, a lo largo de toda su trayectoria militante pero especialmente en los Cuadernos de la cárcel. Es un trabajo que se propone presentar, de manera documentada y muy fundamentada, cómo evoluciona el tratamiento de la crítica de la economía política en los Cuadernos, conectando la problemática de la “traducibilidad de los lenguajes” con la que Gramsci establece un diálogo con diversas corrientes teóricas y piensa también la unidad interna de la teoría marxista y la “filosofía de la praxis”. Aquí se destacan las problemáticas del “mercado determinado” (concepto que Gramsci utilizaba para establecer la relación del mercado con una específica formación hegemónica integrada por la economía, la política y la ideología), las “leyes de tendencia” y el análisis del fordismo y los “corporativismos”. De estos y otros temas conversamos en esta entrevista.

Si tuvieras que hacer una periodización de los distintos momentos y formas en que Gramsci trató los problemas económicos, ¿cuáles serían los principales?

La actitud de Gramsci respecto de los temas económicos conoce un verdadero "parteaguas" en concomitancia con la deconstrucción del materialismo histórico clásico [1] que tiene lugar en los Cuadernos de la cárcel, en particular con la crítica del concepto de "estructura". Una ya importante literatura, con la que me encuentro en total sintonía, ha demostrado, valiéndose de una metodología filológico-crítica e histórico-genética, que la metamorfosis del materialismo histórico en filosofía de la praxis "despega" en una fase ya avanzada de la escritura de los Cuadernos, sobre finales de 1930, con el inicio de la segunda serie de Apuntes de filosofía; por mi parte, he intentado ilustrar cómo este proceso de metamorfosis despliega sus efectos teóricos en relación al concepto de "economía", a partir de la primavera de 1932, con la puesta en foco de la noción de “mercado determinado” (de la que hablaré más adelante). Esta, que a mí me parece ser la fase más original y propositiva de la meditación de Gramsci sobre los temas económicos, tiene una duración más bien breve y se agota poco después de un año, en mayo de 1933, no por límites intrínsecos, sino por razones extrínsecas, ligadas al deterioro de las condiciones de salud del prisionero y al consecuente inicio de una nueva fase del trabajo carcelario, caracterizado más por la sistematización del material preparado previamente que por la redacción de textos nuevos. Este arco temporal puede ser prolongado hasta incluir la composición del Cuaderno 22 (de julio-agosto de 1934), en la medida en que la rescritura de algunos de los textos que en este confluyen tiene la marca de los progresos realizados por Gramsci en 1932-1933. Esto no quita que el centro de gravedad de la reflexión económica de Gramsci deba ser desplazado del Cuaderno 22 (que ha sido tradicionalmente considerado como el cuaderno "económico" par excellence) a los Cuadernos 8 y 10.

En lo que respecta al período anterior al "giro" que se produce en los Cuadernos, este no es del todo homogéneo, si bien exhibe un trayecto constante: vale decir que Gramsci, aun escribiendo de economía, no elabora un concepto original de "economía", sino que trabaja sobre y con paradigmas, en alguna medida, preconstituidos. La discriminación de estos paradigmas puede permitir, entonces, una subperiodización. En mi libro identifico, esquematizando al máximo, tres momentos: entre 1916 y 1918, Gramsci considera el liberalismo en una acepción prevalentemente ético-política, pero sobre todo recurre a módulos crocianos y gentilianos, si no a una especie de "epistemología débil", en una óptica de historización y relativización de las "leyes económicas", sean estas las "estáticas" de la ciencia económica o las "dinámicas" del reformismo socialista; entre 1919 y 1921 me parece que es decisiva la adopción del paradigma del imperialismo, que Gramsci reinterpreta sea como instrumento de análisis sincrónico del capitalismo mundial post-bélico para explicar la insurgencia de situaciones revolucionarias en contextos marcados por el atraso, sea como auténtica "filosofía de la historia", para reafirmar el sentido y la dirección de los procesos históricos en una fase de estancamiento del movimiento revolucionario; por último, en el período que va, aproximadamente, de 1925 a 1930 (hasta la redacción de algunos textos del Cuaderno 4) me parece que Gramsci tiene firme el concepto de "estructura" (y, correlativametne, la idea de su representabilidad científica), no tanto para reafirmar su rol inmediatamente determinante, como para poner en evidencia el peso de la política y la ideología en absorber sus convulsiones, sino también en decidir las salidas de su "crisis" cuando esta se produzca en sus automatismos. Si hay un hilo conductor de la reflexión económica de Gramsci a través de toda su duración, considero que debe ser ubicado en la vocación mundial del capital. Creo, sin embargo, que también en este terreno el concepto de "mercado determinado" marca una discontinuidad, dando lugar a una sistematización de las relaciones economía/política y nacional/internacional (y de su mutua ligazón) de la que, en escritos anteriores, se pueden encontrar a lo sumo algunas premisas.

Antes de hablar del “mercado determinado”, un tema ligado a lo anterior. ¿Cuál es la importancia de la traducibilidad de los lenguajes para el tratamiento que hace Gramsci de los problemas económicos en los Cuadernos de la cárcel?

La importancia de la "traducibilidad de los lenguajes", para cuya elaboración Gramsci se vale también de la sugestión provista por Luigi Einaudi en un ensayo suyo sobre el "Estado productor" (1930), es absolutamente decisiva, y se la puede encontrar a muchos niveles. Un primer nivel fundamental es el de la concepción del proceso histórico: la "traducibilidad" subvierte el dualismo "estructura/superestructuras", en cuanto permite concebir la multiplicidad de relaciones sociales y de conjunto la unidad del contenido político que cada uno expresa de una forma diferente; donde cada una de tales "relaciones" tiene una dimensión cultural-ideológica y una práctico-material. Esto vale también para la "esfera económica" la cual, por un lado, se caracteriza por una producción ideológica (de la que el científico y la ciencia de la economía son protagonistas) y por tanto también por una peculiar función hegemónica; por el otro, exhibe regularidades prácticas y automatismos que tienen el carácter de la necesidad histórico-relativa. Desde este punto de vista, el estudio de los "temas económicos" de los Cuadernos de la cárcel corrobora dos tesis de amplia circulación: una, relativa a la "ubicuidad" de los conceptos gramscianos de hegemonía, ideología, intelectuales (Burgio); la otra, concerniente en cambio a la potencial identificabilidad entre filosofía de la praxis y teoría (y práctica) de la traducibilidad (Frosini).

Por otro lado, el nexo con la traducibilidad muestra qué tan sostenible es la posición de quienes atribuyen a Gramsci el concepto de una "praxis" solamente político-ideológica (en Italia, Roberto Finelli): una filosofía de la praxis que expulsase de sí a la economía dejándola, por así decirlo, fuera de ella, sería bien poco autónoma e independiente, es decir terminaría por contradecir su propia vocación. En otro sentido, la tesis del "marxismo sin El Capital" puede resultar reductiva y engañosa desde el punto de vista historiográfico: una filosofía de la praxis que elabore un concepto propio de "economía" debe necesariamente medirse con la dimensión de la crítica de la economía política. Gramsci lo hace de dos maneras, ambas implicando la teoría y la práctica de la traducibilidad: en primer lugar, retraduciendo en leguaje historicista las categorías críticas que el revisionismo (crociano) había traducido especulativamente; en segundo lugar, perfilando una "continuación" de la crítica marxiana del propio presente. Continuación que es trabajo de traducción en cuanto es una lectura de la "revolución pasiva" de la "gran transformación" del capitalismo en los años ’30 y en el lenguaje de las nuevas teorías económicas; o sea, en definitiva, una confrontación con las tentativas teóricas y prácticas (corporativismo, fordismo) de relanzar el modo de producción capitalista incorporando, pero al mismo tiempo neutralizando la novedad histórica de la economía planificada. Existe entonces un nexo fuerte, no ocasional, entre filosofía de la praxis y crítica de la economía política: Gramsci lo ha presentado claramente y lo ha explorado parcialmente, incluso si no pudo explicar todas sus implicancias, por razones de caracter contextual y biográfico.

Volviendo al “mercado determinado”, ¿qué significa esta categoría y cuál es el lugar que ocupa en la elaboración teórica de Gramsci? Piero Sraffa parece no haber estado muy entusiasmado con el uso por Gramsci de esta categoría. ¿Por qué?

Creo poder decir, en extrema síntesis, que mientras la "traducibilidad de los lenguajes" es lo que permite la elaboración de un concepto de "economía" coherente con la filosofía de la praxis, el "mercado determinado" constituye el resultado de esta elaboración; es decir que señala el replanteamiento de la "estructura" como un conjunto de organizaciones, aparatos y sistemas hegemónicos, como complejo de regularidad y automatismos prácticos, como efecto relativamente permanente de una producción ideológica eficaz. Gramsci toma prestada la expresión de Pasquale Jannaccone, economista napolitano de formación "turinesa", que la había utilizado en su escrito Ciencia, realidad y crítica económica ("Reforma Social", 1930), en medio de una polémica con el teórico del corporativismo Ugo Spirito. Como muestra el confronte entre el §30 del Cuaderno 7 y los parágrafos 216 y 218 del Cuaderno 8, Gramsci altera radicalmente la acepción "pragmática" adoptada por Jannaccone, en cuanto el punto abordado en los Cuadernos no es la relación entre una teoría científica y una realidad impura que escapa a sus "corsets", sino más bien la objetividad del "hecho económico" en cuanto tal. El origen "post-clásico" de esta noción y de la de "ley de tendencia" y de conjunto que Gramsci las una, en el Cuaderno 10 como en la célebre carta del 30 de mayo de 1932, a una peculiar relectura de la political economy ricardiana en clave filosófica, han contribuido a suscitar la perplejidad y por momentos la pedantería de Piero Sraffa, cuyo "redescubrimiento" de Ricardo iba en una dirección diferente. Pero también han inducido a algunos estudiosos (como en Italia Giovanni Mastroianni) a considerar estas nociones (mercado determinado, “supuesto que”, ley de tendencia) prevalentemente sub specie philosophiae.

En cuanto al primer punto, creo que hoy es necesario abandonar una convicción todavía muy arraigada: la de que todo lo que Gramsci haya escrito de economía en la cárcel sea reconducible a estímulos de Sraffa; con excepción de los puntos en los que se habría alejado de la guía del economista, pagando el precio de su propio diletantismo. Es cierto más bien lo contrario: Gramsci produce sus reflexiones más relevantes sobre el nodo de la economía justamente en un período en el cual aumenta, por razones incluso contextuales, la incomunicación con Sraffa.

En cuanto al segundo punto, ha sido un mérito de Fabio Frosini el de haber evidenciado la naturaleza "bifronte" de los conceptos de mercado determinado, “supuesto que” y ley de tendencia, o sea su importancia tanto para poner en foco la "inmanencia" en un sentido historicista-realista, como para la elaboración de una teoría de la hegemonía de la economía. En lo que a mí respecta, he intentado reconstruir la teoría e ilustrar las múltiples implicaciones del concepto de "mercado determinado". Aquí quisiera recordar tres. Primero, planteé la hipótesis de que la introducción del "mercado determinado" comporta una reformulación de la problemática (y del léxico) de la regulación: su definición implica de hecho que, donde sea que hubiere regularidad económica, hay regulación y por lo tanto hegemonía. Naturalmente no es irrelevante, a los fines de esta "regulación", cuál es el sujeto que ejercita la hegemonía y cuál es la forma en la que la ejercita. Desde esta óptica se comprende el interés de Gramsci por las teorías económicas post-clásicas, en particular por los conceptos de "economía" elaborados por Croce, Pantaleoni y Robbins; estos incluyen, y al mismo tiempo neutralizan, la novedad de la economía planificada, del mismo modo en que, sobre el plano práctico, el capitalismo se relanza incluyendo conspicuos "elementos de plan". También he sostenido la incompatibilidad del "mercado determinado" con una concepción neutral del desarrollo de las fuerzas productivas (la que parece evidenciarse en algunas páginas de Americanismo y fordismo). Por último, he argumentado que, si se lleva hasta el final y en su acepción más plena, el concepto de "mercado determinado", la dimensión nacional de la hegemonía burguesa y la dimensión mundial del capital se proyectan como términos mutuamente contradictorios (véase el célebre §5 del Cuaderno 15) pero también recíprocamente funcionales, en absoluto separables uno del otro. Esto me indujo a considerar que, hablando de un "cosmopolitismo de nuevo tipo", Gramsci dejó entrever una articulación de la relación entre "nacional" e "internacional" radicalmente distinta, tanto en el plano económico como en el político, de aquella de matriz burguesa-capitalista.

A propósito de las polémicas con Benedetto Croce sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, ¿qué importancia le otorgaba Gramsci a este debate? Y más en general, ¿qué significa para Gramsci la expresión “ley tendencial” como parte de su lectura del marxismo?

El término "ley de tendencia", si bien cuenta con un número más bien exiguo de apariciones, entra sin duda en el grupo de las "polisemias". La nueva edición crítica de los Cuadernos de la cárcel dirigida por Gianni Francioni nos informa que este es empleado por primera vez en el §25 del Cuaderno 4, con una acepción análoga a la que le asignaba Croce, en el momento en que la había aplicado a la interpretación de la ley dialéctica del desarrollo histórico expuesta por Engels en el Antidühring (cito de la nota 151 del comentario al Cuaderno 4 a cura de Cospito, Francioni y Fosini). Se trata de un acepción débil y pronto abandonada: la ley de tendencia es aquí sustancialmente una generalización empírica. En el Cuaderno 10, como en la ya citada carta del 30 de mayo de 1932, la noción de "ley de tendencia" es introducida conjuntamente con la de "mercado determinado" (y la conexa relectura de Ricardo en clave de "supuesto que") y en cierto modo depende de ella, como un corolario: los automatismos y las regularidades prácticas en las cuales se articula el "mercado determinado" asumen la forma (científica) de la "ley de tendencia". En este contexto modificado, el interlocutor de Gramsci es muy probablemente Rodolfo Mondolfo, el cual, en el capítulo XI de su Federico Engels, había individualizado la raíz de la tendencialidad de los procesos en la voluntad solidaria y en la praxis de los agentes históricos. Leyendo esas páginas uno no se sustrae sin embargo a la impresión de que las leyes económicas son "tendenciales" no solamente porque están inextrincablemente conectadas con la iniciativa organizada de los dominantes, sino también porque están necesariamente destinadas a suscitar, con su mismo accionar, el factor antagonista que deberá destruirlas (lo que Mondolfo llama "subversión de la praxis", la "esencia del proceso histórico"). Para Gramsci, las leyes de tendencia son tales porque es siempre posible, pero nunca garantizado, su "desplazamiento": tanto la vigencia como el trastocamiento son hechos políticos, a decidirse sobre el terreno de la hegemonía.

Desde este punto de vista, la acepción gramsciana de "ley de tendencia" revela un mayor potencial antideterminista respecto del antecedente mondolfiano. En lo sucesivo del Cuaderno 10, en relación con la "caída de la tasa de ganancia", Gramsci emplea en cambio la expresión "ley tendencial". En estos textos, la tendencialidad entendida como "abstracción-generalización" vinculada a la cláusula del coeteris paribus (significado "metodológico") es rechazada en nombre de su significado "histórico real", según el cual una ley tendencial es la que describe un proceso marcado por la copresencia de aspectos distintos, co-operantes y recíprocamente contradictorios: en el caso de la acumulación capitalista, tales aspectos son la producción de plusvalor relativo y, precisamente, la caída de la tasa de ganancia, orgánicamente ligadas entre sí por el aumento de la composición orgánica del capital. Esta resulta una interpretación de la ley marxiana que es distante tanto de Croce, en cuanto excluye el catastrofismo degradado y recoloca la ley misma en el "vasto proceso orgánico" del cual es parte, como de Sraffa [cfr. N. Badaloni, Due manoscritti inediti di Sraffa su Gramsci, “Critica marxista”, n.s., 1992/6, pp. 43-50], porque se refiere a una dialéctica real de innovación y disminución que da lugar a no a un equilibrio estable, sino a una serie de ciclos cuyo sucederse tiende a multiplicar los puntos de inestabilidad y fragilidad del sistema en su conjunto y a desafiar la capacidad hegemónica de las clases dominantes. Es a la luz de esta interpretación que Gramsci conduce su análisis del fordismo en el Cuaderno 10. Este análisis puede ser considerado, a la par de la contra-crítica gramsciana de la objeción formulada por Croce, como un ejercicio de traducción: de ahí la hipótesis de que el Cuaderno 10 pueda ser considerado un cuaderno de “traducciones en acto".

Por último, acerca del “corporativismo” fascista y el desarrollo de regulaciones estatales, en el análisis de Gramsci, ¿qué similitudes y diferencias se pueden establecer desde esta óptica entre el fordismo-americanismo, el fascismo y la planificación burocrática en la URSS?

En el parágrafo introductorio del Cuaderno 22, escrito ex novo en el verano de 1934, Gramsci habla del "pasaje [...] del viejo individualismo económico a la economía programática" como de un proceso histórico dotado de inmanente "necesidad". Protagonistas de este proceso son, por un lado, las clases subalternas, las masas proletarias que salieron de la pasividad con la Gran Guerra y que son candidatas a la dirección de la economía; por otro lado, las clases dirigentes tradicionales, la burguesía impulsada a renovar profundamente la forma de ejercicio de la propia hegemonía a fin de contener los empujes y las presiones del antagonista. La necesidad afirmada por Gramsci es por lo tanto reconducida a la perspectiva del "asedio recíproco", o sea, al nexo entre guerra de posición y revolución pasiva formulado por él ya en el Cuaderno 6. Desde esta óptica, el corporativismo, el fordismo y la planificación soviética pueden considerarse como peculiares "realizaciones" de la instancia programática (Gramsci habla también, en otro lado de "economía directa"). El corporativismo me parece que asume, a los ojos de Gramsci, un significado paradigmático en cuanto perfila una hipótesis, al mismo tiempo, de inclusión (subalterna) de las masas obreras en el Estado y de actuación (desde arriba) del programa de modernización de la economía italiana del que estas son portadoras y promotoras. Creo que es oportuno notar que el análisis de Gramsci no se limita a seguir de cerca las etapas de introducción del ordenamiento corporativo y los momentos del debate entre las distintas corrientes ideológicas del movimiento corporativo italiano (Arias, Fovel, Spirito y Volpicelli); sino que presta particular antención, sobre todo en algunas páginas de los Cuadernos 9, 14 y 15, a aquellas innovaciones jurídicas e institucionales que preparan un verdadero "salto en calidad" de la intervención pública en la esfera económica: me refiero, entre otros, a la constitución del Istituto Mobiliare Italiano (1931) y del Istituto per la Ricostruzione Industriale (1933), que desde sus inicios configuran intervenciones directas del sector público en la gestión industrial [2].

Sobre este punto quisiera hacer algunas precisiones. En Italia existe una amplia e importante historiografía que ha evidenciado la irreductibilidad de los llamados "entes públicos" económicos al aparato corporativo entendido en sentido estrecho, así como el límite que su relativa autonomía ha impuesto al éxito del proyecto totalitario. Estos resultados historiográficos no comprometen la validez del análisis de Gramsci en cuanto a su categoría de "corporativismo", en su significado más amplio de proyecto de gobierno de las masas y de regulación de la economía, que no se deja reducir a una única realización del régimen fascista o a una opción ideológica. Al contrario, esa categoría gramsciana de corporativismo reverbera una cierta luz también sobre el ordenamiento de las sociedades capitalistas avanzadas surgidas de las ruinas de la segunda guerra mundial (como sostuvo en 1977 Franco De Felice). En lo que respecta al "fordismo", o sea la experiencia empresarial de Henry Ford estudiada por Gramsci principalmente (aunque no exclusivamente) a través de sus libros autobiográficos escritos con Samuel Crowther, me parece que el estudio diacrónico de los Cuadernos revela una cierta tendencia a redimensionar sus alcances, precisando su naturaleza de experimento de resistencia a la "caída de la tasa de ganancia" compatible con una sociedad marcada por la estandarización de los modos de pensar, pobreza superestuctural y formas más bien rudimentarias de hegemonía. En este cuadro, las instancias progresivas de la economía programática y del trabajador de nuevo tipo aparecen traducidas en términos de la formación, de la reproducción y de la monopolización de una "nueva fuerza de trabajo", en grado de sostener una explotación capitalista más intensa. Desde mi punto de vista, es necesario preguntarnos cómo evoluciona en los Cuadernos la imagen de Estado Unidos; es decir, hace falta preguntarnos si Gramsci había entrevisto, en el contexto estadounidense, una tendencia a inscribir determinadas instancias fordianas (como la unión entre la producción de masas y el consumo de masas) en un horizonte "no fordiano", marcado en el plano institucional, de formas más extendidas de regulaciones y de más refinadas modalidades de integración y de "participación" de las clases trabajadoras. En relación con la URSS, en mi libro he intentado poner en relación las críticas de carácter técnico, referidas a la incapacidad de la planificación burocrática y centralizada de suscitar formas adecuadas y conformes de iniciativa económica (individual y de grupo), con el diagnóstico relativo al límite económico-corporativo del poder soviético. Pero he sostenido también que el fin de Gramsci no fue tanto el de cristalizar la situación soviética en un juicio definitivo, como el de individualizar una tendencia, respecto a la cual también la propia elaboración pudiese asumir un valor de "intervención". En conclusión me parece posible decir que el análisis diferencial articulado por Gramsci, un análisis no rígido sino abierto a la dinámica histórico-política, corrobora y confirma el vínculo entre hegemonía y economía, que constituye uno de los aspectos más originales, pero también por mucho tiempo olvidados, de su legado teórico.

 
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