Próximos a cumplir un mes desde que la rebelión popular chilena estalló con cánticos que repletaron las calles al grito “Chile despertó” y “no son $30, son 30 años”, mes que ha estado repleto de casos que evidencian la brutal represión de Carabineros -y en su momento el Ejército-, el llamado que en su momento desarrolló el Gobierno de volver a la normalidad, hoy en día tiene un eco en el pacto firmado por sectores del Frente Amplio, la exConcertación y la derecha.
Así, además de entregarle en bandeja un tanque de oxígeno al decadente gobierno de Sebastián Piñera, el acuerdo no responde en absoluto a ninguna demanda de las que ha impuesto el pueblo movilizado en las calles: Todo lo que se refiere a salud, pensiones, educación, vivienda y aspectos laborales, no son más que matices a un régimen podrido del cual el pueblo ha dicho basta.
En otras palabras: Este acuerdo lo cocinan por arriba para desviar las luchas para un “plebiscito” para el otro año, manteniendo a Piñera en el poder. Así es, sería un plebiscito recién en abril del 2020, donde apenas ahí se decidiría si hay o no "convención mixta constitucional" (con poder de veto del actual Congreso pues tendrá el 50% de los representantes) o una “Convención Constitucional” donde recién en 1 año más, octubre del próximo año, se elegirían representantes supuestamente "democráticos" cuando será el actual sistema electoral, diseñado al servicio de los grandes partidos empresariales y de la casta de políticos millonarios al servicio de esas fortunas.
Pese a esto, estos sectores del Frente Amplio -quienes además son parte de la Mesa de Unidad Social- han afirmando que seguirán llamando a movilizarse. La misma Catalina Pérez, presidenta de Revolución Democrática, afirma que: “Es muy importante señalar que esto no queda aquí, que viene mucho trabajo por delante y que tenemos que concentrarnos en avanzar en una agenda corta para garantizar mejores condiciones de vida para las personas”.
Sin embargo ¿qué garantía queda por seguir adelante dentro de un pacto con los mismos quienes llamaron a los militares a la calle, quienes exigieron un segundo toque de queda, y quienes además son los responsables directos de mantener este sistema de abusos sistemáticos al pueblo chileno trabajador y pobre? Absolutamente ninguna. No es más que una medida le entrega mayor tiempo a Piñera en el sillón presidencial para que posteriormente la derecha diga “el Presidente Piñera permitió que se hiciera una nueva Constitución”. La derecha les puso un anzuelo para intentar salvarse de la crisis y ellos no pudieron picar más a fondo.
En este sentido, el mismo Gabriel Boric, integrante de Convergencia Social, afirma que: “Es difícil decirlo. Sería muy irresponsable de mi parte atribuirme el control de lo que pasa en la calle. No lo tengo. Es importante que estas movilizaciones permitan una organización del pueblo”. Es decir, que incluso teniendo un cargo desde el cual puede llamar a movilizaciones, a fortalecerlas, responde escuetamente y de manera ambigua y duditativa si es que el pueblo debe seguir en las calles. No puede haber expresión más gráfica que de con esto los sectores firmantes del Frente Amplio han claudicado a todas luces a la lucha abierta que está dando heroicamente el pueblo chileno.
Fin a las ambigüedades: La situación exige medidas concretas
La situación exige medidas concretas. Y con ambigüedades como las de Boric y Catalina Pérez no podremos doblarle la mano a este Gobierno asesino. Las acciones que han tomado no sólo conduce a una traición de un pueblo en lucha, sino que a un desvío de la fuerza que ha demostrado el pueblo en las calles, otorgándole así mayor tiempo de vida a este gobierno de corruptos y asesinos.
Con llamados ambiguos no podremos hacer retroceder a Piñera, a la derecha ni a Carabineros. Sino que debe ser con llamados y exigencias concretas. Las calles ya lo han anunciado: La clave sigue siendo una huelga general activa hasta que caiga el Gobierno.
El pasado martes bajo el llamado de paro nacional demostró que en Chile se puede hacer historia. Un llamado a huelga general prolongada haría cambiar no sólo la historia como la conocemos en Chile, sino que en los libros de historia a nivel internacional. Piñera no podría resistir más de 5 días si toda la economía se paralizara completamente. Sería un golpe decisivo.
En este sentido, contrasta la organización que se ha levantado en Antofagasta por ejemplo, en donde el mismo Comité de Emergencia y Resguardo no sólo ha servido para organizar la movilización y lucha en las calles, sino que también como un espacio físico y concreto de unión de los sectores movilizados, para votar y deliberar acciones con fechas determinadas para darle un cauce a la misma lucha; con votaciones como el rechazo al pacto de paz con este gobierno asesino, o como la votación de buscar desarrollar una huelga general hasta que caiga Piñera y su régimen, y sobre sus ruinas levantar una asamblea constituyente, son hoy un ejemplo de fortalecer la lucha misma desde dentro.
Es por esto que quienes se posicionan contra este Gobierno asesino, contra la represión policial, contra el neoliberalismo, contra este régimen de miserias, y en contra del capitalismo, deben hacer un llamado a desplegar una huelga general activa hasta que caiga este Gobierno y su régimen. No hay de otra en estos momentos si lo que queremos es triunfar. Fuerza hay, y debemos sacarle el provecho para llegar a cambiarlo todo. Es por esto que la fecha en la que se cumple un mes desde que Chile abrió sus ojos para no volver a cerrarlos, es un buen día para abrir las puertas a una huelga general indefinida que acabe con todos los pilares de la dictadura.
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