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1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

Rebelión Popular
Luchas y conquistas de las y los trabajadores en el marco de la revuelta popular
Andrés Vargas

A más de un mes del inicio de la rebelión popular, se han desarrollado distintas e importantes luchas y conquistas obreras de distintos sectores.

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"Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas" dijo Lenin, y en efecto, las últimas seis semanas hemos visto el despertar de una clase trabajadora que abraza y manifiesta que su lucha es para cambiarlo todo ¿Cuáles son las conquistas de las y los trabajadores que hemos visto ya cristalizadas en esta revuelta popular a la Chilena?

“En la Usach han resuelto contratar directamente a toda la gente del aseo que trabaja mediante empresa externas” comentó Amelia Quilaqueo Vásquez en su portal de Linkedin, jefa de Vinculación con el Medio y directora de Relaciones de la Facultad de Administración de Economía de la Universidad de Santiago de Chile, refiriéndose a esta importante conquista después de años de lucha de las y los subcontratados de la USACH.

Por otro lado, el Sindicato de Trabajadores del Instituto Nacional de Estadística (SINE), informa que tras una paralización motivada por el despido injustificado de compañeros y compañeras a honorarios, han podido lograr su reincorporación.

En Puente Alto, con gran esfuerzo durante las movilizaciones se levanta el Sindicato de Honorarios de la comuna, denunciando en público el pasado viernes 29 de noviembre la precarización laboral y flexibilidad del trabajo.

En la misma línea, hace algunas semanas, trabajadores recolectores de basura iniciaron una histórica jornada de paralización tras evidenciar las condiciones miserables en las que sus patrones los mantenían. La dignidad otra vez, la precarización de la vida y la jornada laboral extenuante eran, los ejes que articulan gran parte de sus demandas.

En el Metro de Santiago se levantaron contra los ajustes por reparación que querían descargar sobre las y los trabajadores; trabajadores del Mall Florida Center y Wallmart se manifiestan en contra volver a las jornadas laborales que tenían antes; en Concepción subcontratistas de ENAP marcharon pidiendo igualar condiciones laborales con los de planta.

En Antofagasta, los conductores en Chuquicamata se alzaron en contra de sus condiciones laborales en que no se respetan las horas de descanso; trabajadores de Transantofagasta por contrato de trabajo (hace un año atrás ya se habían organizado contra la precarización del trabajo y perdieron, ayer lograron el contrato en 2 líneas con apenas horas de paro); en la empresa Happyland lucharon contra los despidos de dos jóvenes de primera línea que fueron identificados, se organiza una marcha en el Mall de la mayoría de los trabajadores, que tienen altísimo nivel de rotación; también está lucha contra despidos en Adelco; contra los despidos en Colegio Providencia; o el caso de trabajadores en Orica que se están organizando para enfrentar a su jefatura por malos tratos.

¿Qué guardan en común estas experiencias? ¿Qué incógnita intentan desarrollar las luchas puntuales que estos sectores han plasmado en sus diferentes puestos laborales y que se unen al clamor de dignidad, solidaridad y derechos que vemos en cada jornada de movilización?

Es primero el creer, en la instancia y el momento. Es volver a creer en el movimiento, en tomar otra vez la movilización como herramienta de masas, que puede tensionar las decisiones arbitrarias de jefes y patrones, pues ahí, donde el sueño se hace posible, donde se vuelve algo concreto, mediante el movimiento organizado de las y los trabajadores, es que damos espacio al pensar de un nuevo orden de las cosas y redefinimos también los límites de los hechos que antes nos paralizaban.

La segundo es la cohesión, es la construcción en red, el revivir un flujo, y la agitación entre los trabajadores. Es la convergencia en sus órganos de base. Es demandar colectivamente. Ahora es precisar, es comunicar y hemos podido ver, cómo en estas semanas se han levantado múltiples iniciativas de comunicación paralela a los medio del monopolio informativo que dan apertura a ese saber antes enclaustrado.

Si en efecto, la intensidad decrece a medida que pasa el tiempo, evidenciado en que no hemos logrado una segunda gran marcha nacional como la del millón y medio de trabajadores y trabajadoras de aquel 25 de Octubre, esa intensidad que se resta, por otro lado multiplica la agitación permanente en múltiples otras demandas que nacen día a día, semana tras semana y que se vuelven a una apertura constante.

Chile así se ha transformado no solo en una intensidad de las calles, sino que también, en un frente abierto de demandas que escurre por las heridas de ese modelo putrefacto que es el neoliberalismo y, que la tarde del 18 de octubre comenzó a desgarrarse.

Las lucha y conquistas de los trabajadores se evidencian ahora, como una posibilidad concreta que busca otros senderos por los cuales transitar, pero que al pasar las semanas ha ido convergiendo a una necesidad práctica de desarrollar esa fuerza y ese deseo de querer cambiarlo todo. Y es que vemos en la calles, en los trabajos, que la conquista no es aislada y más bien, responde a estas ganas de querer dar vuelta todo este régimen.

Esta confianza en la movilización, en los métodos de la huelga y el paro como formas de lucha clave, para conseguir nuestras demandas, representa la enorme fuerza que tiene la clase trabajadora para lograr cambios estructurales y avanzar hacia una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana. Anhelo que hoy sectores de la oposición están transando y negociando en el parlamento, convirtiéndola en una instancia enmarcada en los límites de la democracia representativa heredera de la dictadura, que es la misma democracia del descontento de estudiantes, mujeres y trabajadores que hoy salen a la calle y que en 30 años de pacto neoliberal no vieron sus necesidades cubiertas.

Así dos puntos podemos dejar sobre la mesa estos factores: que la conquista de los trabajadores debe anudarse necesariamente a la conquista de sus órganos de base, con amplitud democrática y exigencia estricta a que las direcciones se subordinen a las decisiones de las asambleas o coordinadoras de bases. Y dos, que a pesar de una baja intensidad (que sin embargo mantiene aún su vanguardia activa, como lo ha sido por ejemplo la primera línea en las calles) los sueños y deseos, convertidos en demandas sociales y en necesidad de un nuevo horizonte y frente de conquista, no se detiene y por el contrario se expande constantemente en nuevos grupos y gremios que paralizan y se adentran en lo que ha sido la mayor revuelta social y primavera revolucionaria de las últimas décadas en Chile.

 
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