Emily Dickinson nació un 10 de diciembre de 1830 en Amherst, Massachussets. Se dice que vivió aislada y manteniendo contacto con sus contemporáneos mayormente por carta. Al momento de su muerte había publicado solo seis de casi 1800 poemas. En la semana de su nacimiento, la recordamos en LIDteratura.
¿Qué sería de la literatura si no fuera por los papeles encontrados al margen de la historia? Recordamos en algún momento la vida de Kafka ordenando destruir su legado y su amigo Max Brod publicándolo después de muerto. Emily Dickinson tampoco quería publicar. Se sabe que, a pesar de ser una escritora prolífica que escribió un total de 1775 poemas, se negaba sistemáticamente a las ofertas de publicación.
Las cifras no son exactas en cuanto a la iniciativa y permiso de Dickinson, pero lo cierto es que en total fueron publicados seis poemas en vida, de los cuales al menos tres se hicieron en forma anónima por pedido expreso de la poeta. La recepción de la época fue muy buena, lo que provocaba constantes intentos para convencerla de publicar. Lo más que lograron fue algún poema que salió en 1878 dentro de una antología y sin firma.
A Dickinson no le interesaba publicar, sin embargo, solía mostrarles a personas cercanas y de confianza sus poemas. Incluso una gran parte de su obra se encuentra dentro de la correspondencia que mantuvo a lo largo de su vida con sus amistades, a la cuales mantenía alejadas de su encierro. Y es que Dickinson pasó gran parte de su vida encerrada, primero en su casa materna y después dentro de su habitación hasta el final de su vida. Salía con poca frecuencia y cuando lo hacía se mantenía en silencio o hablando muy poco. El efecto de contraste que eso genera en relación a su vasta escritura es notorio.
Los temas principales que rondaron sus escritos son la vida, el amor, la muerte y la inmortalidad. Más allá de eso, lo que llama la atención es su estilo. Un tipo de escritura entrecortada y flexible. Dickinson demostró ser una escritora con gran personalidad, no sólo en la forma en que hacía uso del lenguaje, forzándolo y llevándolo al límite (ya sea cortando las palabras, utilizándolas en sentido etimológico o con neologismos) sino en el modo en que respondía ante las correcciones estilísticas de su época sin dejarse influir por las críticas. Es como si su vida estuviese bañada de lenguaje, lenguaje y más lenguaje.
Su vida personal y sentimental fue un misterio. Si bien hay teorías en relación a quiénes estuvieron dirigidos sus poemas de amor más íntimos, nada se sabe con exactitud. Nunca se fue de la casa de sus padres. No tuvo hijos y jamás se casó. Después del encierro de los últimos años y de un estado de deterioro nervioso que fue impactando en su salud, contrajo la enfermedad de Bright y falleció el 15 de mayo de 1886, a los 55 años de edad.
Luego de su muerte, su hermana menor Vinnie encontró en su habitación una enorme cantidad de poemas que, junto con los poemas que Emily envió a sus amistades en las cartas que les escribía, constituyen la obra completa -publicada en 1955- de una escritora que hoy, fuera de su época, es considerada una de las poetas más importantes de la literatura norteamericana.
PD: De yapa, los dejamos con este texto de Luis Pescetti, escritor de San Jorge, Santa Fe: