Fue en 1919 cuando André Breton y Philippe Soupault comenzaron a experimentar con la “escritura automatizada” en Campos Magnéticos y dieron germen al movimiento surrealista. Ahí, en Campos Magnéticos, comenzaba la semilla de la revolución surrealista. [1]
La “escritura automatizada” consistía en redactar luego de varios días sin dormir. Si bien esta forma de escritura ya lo habían usado otros autores (Gérard de Nerval, por poner un ejemplo) este método permitía llegar a los límites del lenguaje y de la experimentación literaria que habían creado autores como Rimbaud, Apollinaire y en especial el uruguayo Conde de Lautréamont.
André Breton pasaba por un pésimo momento en mayo de 1919: la Primera Guerra Mundial estaba aún causando estragos, su amigo Jacques Vaché había muerto en enero luego de su Cartas de Guerra y el poeta no encontraba ningún motivo para seguir. Se dice que se la pasaba caminando en círculos en su cuarto de hotel, se sentaba en las bancas públicas y vivía con indiferencia el fatalismo diario.
Descubrimiento epifánico
Sigmund Freud comenzó una terapia para los que habían participado de la guerra de 1914. Consistía en hablar y escribir un monólogo lo más rápido posible para desahogarse.
Los surrealistas se inspiraron en las iniciativas terapéuticas del psicoanálisis. Breton y Soulpault en la primavera de 1919 decidieron llevar a cabo ese experimento. Comenzó André Breton con la escritura luego de varios días sin dormir pero, preocupado por las consecuencias psíquicas ya que implicaba una degradación neuronal considerable, decidió no hacerlo en solitario e invitó a Philippe Soupault para sumarse a su experimento.
El método consistía en escribir por separado lo más pronto y rápido posible. A veces se reunían y uno detallaba una palabra y el otro la respondía. Trabajaron por separado y juntaron los versos sin mucha conexión. Entre el humor, bellas y poderosas imágenes poéticas comenzaba la más genuina expresión artística del Siglo XX que buscó por todos los medios cambiar la vida y reencantar el mundo.
El resultado según Breton “los dejó estupefactos”. Ahí nació el surrealismo.
El Surrealismo y la revolución
Michael Löwy, en una ambiciosa definición, no caracteriza al surrealismo como una escuela literaria o como un grupo de artistas, sino más bien como un:
...movimiento de revuelta del espíritu y una tentativa eminentemente subversiva de re-encanto del mundo, es decir de restablecer en el corazón de la vida humana los momentos ‘encantados’ borrados por la civilización burguesa: la poesía, la pasión, el amor-loco, la imaginación, la magia, el mito, lo maravilloso, el sueño, la revuelta, la utopía. Dicho con otras palabras, se trata de una protesta contra la racionalidad obtusa, el espíritu mercantil, la lógica mezquina, el realismo liso de nuestra sociedad capitalista industrial y la aspiración utópica y revolucionaría de ‘cambiar la vida’. Se trata de una aventura tanto intelectual como pasional, política y mágica poética y onírica, que empezó en 1924 pero que aún no ha terminado. [2]
Era muy importante para los surrealistas participar de la movilización política del intenso siglo que vivieron. Su primera experiencia política fue la afiliación al Partido Comunista Francés (PCF) en 1927.
Estuvieron muy activos dentro del PCF hasta su ruptura en 1933. La principal razón de la misma fue la discrepancia sobre el papel del arte. Para los estalinistas, el arte debía ser propaganda y su comité central debía tener un férreo control ideológico. Los postulados del realismo socialista que convirtió el arte en un apéndice del Estado soviético en la época de Stalin (el creador del concepto fue Lunacharsky), en medio de la degeneración de la primera revolución socialista de la historia, generó que los surrealistas simpatizaran con el anarquismo y el trotskismo.
Los surrealistas, fuera del PCF, denunciaron los crímenes del estalinismo: el arte debía ser libre en su contenido y forma, pero los individuos que lo creaban eran sujetos políticos que, en el caso del movimiento, participaban en organizaciones comunistas y anarquistas.
Los surrealistas adhirieron a exigencias por la liberación de Victor Serge, en rechazo a los Procesos de Moscú, por la aparición con vida de Andrés Nin y también denunciaron la represión de la GPU contra los trabajadores de Cataluña durante la Guerra Civil Española.
De estas acciones se desprende el odio enfurecido del estalinismo a André Breton, que incluso fue hostigado en México por el PCM y por la CTM. Se sabe, por las nuevas elaboraciones de Fabienne Bradu, que Trotsky puso a disposición de Breton una guardia de trabajadores de la construcción para su presentación en el Palacio de Bellas Artes y cómo ésta lo acompañó en 1938 en la Alameda Central: el revolucionario ruso tenía miedo de que la amenaza de agresión física fuese materializada. Del encuentro de Breton y Trotsky nació el Manifiesto por un arte revolucionario independiente. [3]
Vale la pena recordar lo que Walter Benjamin dijo sobre el surrealismo, a 100 años. El surrealismo es un movimiento radical, el más libertario de Europa: «hacer estallar desde dentro el campo de la literatura», gracias a un conjunto de experiencias (Erfahrungen) mágicas de alcance revolucionario; más exactamente, de un movimiento «iluminado”. [4]
La defensa de Benjamin del surrealismo es que éste es un movimiento profundamente libertario, que intentó coincidir con el comunismo.
Larga vida al surrealismo, 100 no son nada. |