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La Izquierda Diario
23 de febrero de 2020 Twitter Faceboock

PRIMARIA DEMÓCRATA
Sanders arrasa en Nevada y se impone como favorito en la interna demócrata
Juan Cruz Ferre

El precandidato presidencial demócrata Bernie Sanders obtenía más del 40% de los votos en las primarias de Nevada, preocupando al estáblishment del partido. ¿Ahora qué?

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Al cierre de este artículo, Bernie Sanders ha sido declarado ganador de las primarias de Nevada con el 40 por ciento de los votos y el 47 por ciento de los delegados. Muy por detrás lo seguían el ex vicepresidene Joe Biden y Pete Buttigieg con el 22 y el 17 por ciento respectivamente. Elizabeth Warren quedó en cuarto lugar con el 10,5 por ciento de los votos.

Las encuestas muestran que Sanders obtuvo el apoyo de una amplia gama de votantes, hombres y mujeres, con y sin educación universitaria, blancos y no blancos. Sanders logra un apoyo muy alto entre los latinos y, en contraste con su 2016, ahora cuenta con un apoyo considerable entre los votantes afroamericanos. A diferencia de las primarias previas en Iowa y New Hampshire, la población más diversa de Nevada es más representativa del resto de los Estados Unidos. Los resultados de este sábado confirman que Sanders ha sido capaz de construir una coalición diversa y poderosa con la que no solo puede ganar las primarias y conseguir la nominación, sino que también representa un fuerte desafío para Donald Trump. Pero para ello, tendrá que esquivar los muchos obstáculos que el establishment demócrata está dispuesto a poner en su camino.

Todos contra Sanders

La gran victoria de Sanders en Nevada se produce en el marco de una creciente campaña contra él por parte del establishment demócrata y los medios de comunicación. Cansado de lamentar la "fragmentación" del voto entre los candidatos moderados, el New York Times parece haber puesto en la última semana a la mitad de su personal a escribir historias negativas sobre Sanders, desde su supuesto fracaso en detallar cómo sería la financiación de un sistema de salud (Medicare) para todos, hasta la negativa a publicar sus registros médicos. El estáblishmen demócrata, a su vez, hace todo lo posible para tratar de detener el ascenso de Sanders. Hillary Clinton dijo que Sanders no le gustaba a nadie dentro del Congreso, y Rahm Emmanuel advirtió que por autodenominarse socialista y por su plan de salud, no se desempeñaría bien en las elecciones generales contra Trump. Sin embargo, todos estos esfuerzos no parecen afectar la popularidad de Sanders. El principal argumento que los demócratas moderados esgrimen contra Bernie Sanders es que él es demasiado izquierdista para ganar contra Trump, que su política, en palabras de Pete Buttigieg, no es apoyada por la mayoría de los votantes demócratas. Pero la verdadera razón por la que Buttigieg y el resto hacen sonar la alarma contra Sanders es porque algunas propuestas, como Medicare para todos, perjudicarían a algunos de los mayores donantes del Partido Demócrata: la industria de la salud, las empresas de combustibles fósiles, etc.

Que el Partido Demócrata está dominado por los donantes multimillonarios tiene su mejor ejemplo en que uno de los principales donantes del partido decidió, esta vez, presentarse a la presidencia: Michael Bloomberg. Después de meses de estrictas reglas para que los candidatos participen de los debates demócratas, el Comité Nacional Demócrata (DNC) decidió cambiar los requisitos (eliminando el "requisito del donante") para que Bloomberg esté en el debate en Las Vegas, Nevada esta semana.

Podemos esperar más de estas maniobras contra Sanders. Una de las últimas es la afirmación ampliamente difundida, basada en información del FBI (filtrada convenientemente un día antes de la votación en Nevada), de que Rusia planeaba interferir para ayudar a Sanders en las elecciones de EE. UU.

El Movimiento

A pesar de todo esto, Sanders sigue subiendo en las encuestas, y después de su contundente desempeño en Nevada, parece cada vez más imparable. Su mensaje resuena especialmente entre la clase trabajadora de color, sobre todo entre las generaciones jóvenes. La participación en New Hampshire ha sido históricamente alta, y las cifras de votación temprana en Nevada parecen indicar un máximo histórico para el estado. En este sentido, la campaña de Sanders está mostrando que puede hacer lo que Hillary Clinton, y la mayoría de los demócratas moderados después de ella, se han esforzado por hacer: que la gente vaya a votar. Ha sido capaz de traer a la contienda electoral a franjas de sectores apáticos o que estaban desinteresados. Entre estos votantes que se empiezan a volcar a las urnas no sólo están los miembros de comunidades marginadas, sino también los perdedores de la globalización, una base electoral que Sanders disputa parcialmente con Donald Trump. Más de un millón de personas se ofrecieron como voluntarias para su campaña. Lo que todo esto demuestra es que Bernie Sanders está montado en un movimiento real, una característica de la que ningún otro candidato demócrata puede presumir.

Por estas razones, aunque Sanders es odiado por el establishment del Partido Demócrata, se ha convertido al mismo tiempo en su mayor esperanza. Se muestra capaz de construir una nueva coalición de apoyo que puede revitalizar al partido, y al golpear el consenso neoliberal dominante en la dirección del partido, le da un nuevo aliento. Como lo hizo Franklin D. Roosevelt en los años 30, está buscando traer al redil demócrata a nuevos sectores de la población que están marginados del “ritual” de las elecciones estadounidenses.

¿Dónde está la izquierda socialista en todo esto?

Algunos políticos demócratas experimentados empiezan a ver esto y han apoyado la candidatura de Sanders. Este es el caso, por ejemplo, del alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio. De hecho, a nadie le sorprenderá, en este punto, leer que el socialismo de Bernie Sanders es lo que en todas partes del mundo se llama "socialdemocracia". Esta aclaración ha sido hecha no sólo por la izquierda, sino también por economistas del mainstream como Paul Krugman, y por el propio Bernie Sanders, cuando explicó su visión del socialismo más o menos en términos de un nuevo New Deal.

El mensaje de Sanders y su política no son algo nuevo y tienen larga data. Este hecho plantea la pregunta de por qué se ha vuelto tan popular ahora. Una cosa está clara: la situación es diferente hoy en día. La crisis de 2008, el movimiento Occupy Wall Street, el constante deterioro de las condiciones de vida, el cambio climático, etc., han contribuido a cambiar la forma de pensar de la gente. Por otra parte mientras que los jóvenes están más cerca de la crisis económica de 2008, y sus consecuencias, que de la caída del muro de Berlín, para una gran parte de los votantes las referencias a la URSS remiten a un pasado lejano, de antes de que nacieran. Estos son algunos de los elementos que ayudan a explicar, al menos en parte, el surgimiento de un nuevo movimiento socialista en los Estados Unidos. Si se combina esto con la profunda crisis de los partidos tradicionales, el Partido Demócrata en particular, la chispa está en el aire para el surgimiento también de un nuevo partido que podría redefinir los contornos de la política estadounidense. Un partido que surja de un movimiento que se de cuenta que el Partido Demócrata siempre trabajará para la clase capitalista.

La base de Sanders es amplia y diversa. En términos políticos, podemos asumir que la gran mayoría de sus votantes son progresistas que están de acuerdo con su plataforma de Medicare para todos, la matrícula universitaria gratuita y un salario mínimo de 15 dólares, y no esperan realmente que nacionalice la economía y la ponga bajo el control de los trabajadores. Sin embargo, hay un número considerable de personas que creen que la candidatura de Bernie Sanders (y su eventual presidencia) es el mejor paso hacia el socialismo. El DSA (Socialistas Democráticos de América), la mayor organización autodenominada socialista del país, con más de 50.000 miembros, ha puesto todo su peso en la campaña de Sanders. Sus actividades en los últimos meses han consistido en hacer propaganda telefónica, inscribirse en el Partido Demócrata y hacer campaña a favor de Bernie.

Es decir que en un momento de crisis estructural del régimen político, con una multitud de personas comprometidas con un proyecto autodenominado socialista, la principal organización de la izquierda está desempeñando un papel importante en la revitalización del Partido Demócrata. Los resultados de este ciclo electoral serán, en el mejor de los casos, una presidencia de Sanders enfrentada a un Congreso con una oposición abrumadora a sus políticas, y un empuje constante para conseguir que se apruebe la más mínima reforma. En el peor de los casos, terminará con una nominación robada y el respaldo de Bernie Sanders al candidato demócrata ungido una vez más (como ya lo hizo en 2016 apoyando a Hillary Clinton). En ambos casos, un hipotético movimiento hacia un nuevo partido será desviado, y las energías y la moral de miles de personas que se consideran socialistas acabarán siendo arrastradas una vez más hacia el “cementerio” de los movimientos sociales, rol que históricamente cumplió el Partido Demócrata.

 
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