El debate demócrata del domingo por la noche estuvo marcado por el coronavirus y la crisis sanitaria y económica resultante que está arrasando el mundo. En lugar de debatir frente a una audiencia, Joe Biden y Bernie Sanders se reunieron en el estudio de la sede de CNN en Washington y hablaron directamente entre ellos y con los moderadores - todo ello mientras estaban de pie a dos metros de distancia y sin estrecharse las manos. Las preguntas se centraron en gran medida en el coronavirus, con ambos candidatos criticando fuertemente la respuesta de Donald Trump a la crisis y dando sus argumentos sobre cómo responderían mejor. Biden se presentó como el hegemón del Partido Demócrata, retomando aspectos del programa de Sanders y Warren, prometiendo una compañera de fórmula mujer, pregonando el legado de Obama e intentando demostrar que representa a la clase empobrecida. Aunque tuvo momentos hostiles - especialmente durante una sección en la que Biden atacó Sanders con claros tonos macartistas, afirmando que apoyaba a Fidel Castro, China y la antigua Unión Soviética - los candidatos se mostraron unidos en lo fundamental. Ambos se comprometieron a hacer campaña por el otro, y estuvieron de acuerdo en que derrotar a Trump era la principal preocupación. Discutieron sobre sus diferencias políticas pero acordaron que esas diferencias se reducían a "detalles".
Biden: "Los resultados no son una revolución"
El mensaje de Joe Biden se puede resumir con su exasperada declaración de que "la gente quiere resultados, no una revolución". Su posición es que, con él, se obtendrán resultados concretos, y con esos resultados, estabilidad. En este sentido, Biden se contrapuso a Sanders, destacando que puede "hacer las cosas", principalmente porque fue parte de la administración de Obama. También contrapuso la administración Obama a la administración Trump en torno a las respuestas que ambas dieron a diferentes crisis médicas.
La pobre respuesta de Donald Trump al coronavirus y el colapso económico que conlleva ha sembrado dudas alrededor de su campaña de reelección. Esto deja la puerta abierta a que otro candidato entre y sea el héroe del gran capital. Para esto se presenta como el candidato de la estabilidad. Repitiendo el mantra constante de su campaña, pidió a la audiencia que recordara los años de Obama y lo seguros que se sentían todos, refiriéndose en profundidad a la forma en que Obama respondió a las crisis sanitarias del Ébola y el H1N1. "Voten por mí", dice Biden, "y los haré sentir seguros de nuevo".
También defendió firmemente el rescate de Wall Street en 2008 , argumentando que si no se hubieran hecho, entonces la "gente que Bernie dice que le importa" habría sufrido y "quebrado". Esta defensa es otro mensaje a los capitalistas de que serán protegidos durante su presidencia. Esta defensa es especialmente importante dado el actual contexto económico. Wall Street se está derrumbando y, a medida que como la crisis actual se acerca, es muy probable que se le pida al gobierno que rescate ciertas industrias. Joe Biden, al defender los rescates de 2008, está expresando su acuerdo en hacerlos de nuevo si se le pide.
Biden comenzó la noche atacando fuertemente al Medicare for All (la propuesta de crear un sistema de salud estatal y universal, NdelT) - que es una propuesta política muy popular - señalando a Italia como un ejemplo de un sistema de salud universal que fue incapaz de lidiar con el coronavirus. Esta perspectiva es, por supuesto, muy tendenciosa, ya que los problemas con la respuesta de Italia no tienen nada que ver con el hecho de que tienen un sistema de salud pública. De hecho, el problema es un producto de la falta de financiación de ese sistema de salud producto de una política neoliberal. De hecho, se podría argumentar muy fácilmente que la situación de Italia sería mucho peor sin un sistema en el que la gente pudiera ir al médico sin temer el costo.
El ataque de Biden es un cálculo cínico. En lugar de girar a la izquierda y revertir su posición de querer vetar el Medicare for All, usó la crisis de Italia para desacreditar la teoría de la asistencia sanitaria universal. Mientras que retóricamente se refería a la emergencia sanitaria y prometía que la clase trabajadora sería atendida, no ofreció ninguna propuesta que lo hiciera posible. Más bien, inclinó hacia el rescate de los bancos en lugar de la clase obrera. Aún está por verse si esta táctica funcionará o no, pero Biden demostró ser un sólido amigo de la industria de los seguros médicos. Esto es parte de una estrategia más amplia de atraer a los republicanos moderados y (más importante) a las grandes empresas.
Unidad más allá de las diferencias
El debate fue a veces bastante hostil, con ambos candidatos alzando sus voces mientras daban sus opiniones. Los desacuerdos fueron discutidos fuertemente y casi todos versaron sobre votaciones y declaraciones del pasado de cada uno. Durante un intercambio particularmente tenso, Sanders instó a la audiencia a buscar en YouTube los discursos que Biden afirmó que nunca había hecho. Biden atacó a su contrincante por el control de armas y la inmigración, Sanders contraatacó con temas como el aborto y la seguridad social, y ambos trataron de usar el historial de Obama para justificar sus propios votos. Sin embargo, aunque hubo feroces diferencias, es importante destacar que el debate mostró una gran unidad entre ambos.
De hecho, Biden se ocupó de varios aspectos del programa de Sanders durante el debate. Se pronunció a favor del Green New Deal y acordó que la atención médica para el coronavirus debería ser gratuita. Esto demuestra que, al menos en la retórica, Sanders ha tenido éxito en cambiar el Partido Demócrata. Es importante que el favorito del establishment esté a favor de que algunos servicios de salud sean gratuitos. La forma en que el Partido Demócrata discute o se refiere a algunas cuestiones cambió gracias a Sanders. Sin embargo, también es importante recordar que Biden fue el vicepresidente de Obama, lo que revela que está perfectamente dispuesto y es capaz de usar la retórica progresista para ser elegido y luego abandonarlo todo para seguir un programa neoliberal. Biden es un mentiroso - ¡incluso mintió sobre su historial varias veces durante el debate! - y no se puede confiar en él. Usará promesas de campaña vagamente progresistas para ganar el apoyo del ala Sanders y luego traicionarlos una vez que llegue a la Casa Blanca.
Uno de los argumentos de los partidarios de Sanders es que es un problema existencial del Partido Demócrata. Aunque esto es cierto de alguna manera, lo que el debate del domingo por la noche reveló es que, al final, Sanders se subordinará al partido. Después que Biden se comprometiera no sólo a apoyar sino a hacer campaña por Sanders si ganaba, Sanders hizo la misma promesa. El autodenominado socialista se comprometió a hacer campaña por el capitalista de toda la vida Joe Biden, no como una hipótesis sino como una realidad. Parece bastante claro que Joe Biden será el nominado demócrata: el sitio FiveThirtyEight le da un 99% de posibilidades de ganar. Sanders no se compromete a hacer campaña por el partido sino por Joe Biden. Y eso es lo esencial. De hecho, esto se demostró una vez más cuando acordaron que sus principales diferencias eran en los "detalles" - que Sanders afirma que son detalles importantes, pero detalles no obstante. A pesar de sus diferencias, al final del día, Biden y Sanders están del mismo lado.
La crisis es ahora
El error de ambos candidatos es que, para todos sus planes y propuestas, se centran en lo que harían como presidente. Esto significa que, esencialmente, debemos esperar hasta enero y luego hacer X, Y o Z. Pero, para enero, o bien la crisis se resolverá o el número de muertos habrá aumentado a proporciones verdaderamente monstruosas. No podemos esperar hasta enero por un nuevo presidente, no podemos esperar hasta noviembre para votar, necesitamos actuar ahora y necesitamos un cambio inmediato.
Esto es especialmente atroz viniendo de Sanders, cuyo mantra para la campaña ha sido "no yo, nosotros". Afirma que está construyendo un movimiento, pero ahora, en un momento de crisis, no pide medidas drásticas. De hecho, obtuvo el respaldo de los principales sindicatos. ¿Por qué no llamar a esos sindicatos a que hagan una huelga para conseguir licencias pagas por enfermedad, como en Italia? ¿Por qué no hablar a su amplia base obrera sobre la necesidad de organizar una huelga general masiva por licencias remuneradas, una prohibición de despidos durante la crisis y una moratoria del pago del alquiler, los préstamos estudiantiles y las facturas médicas? ¿Por qué no hacer las audaces propuestas que exige este momento y movilizar a los sindicatos y otras organizaciones que lo apoyaron para hacer realidad esas propuestas? No hizo estas demandas, en cambio volvió a su vieja estrategia: elíjanme y hare estas reformas. Pero no las necesitamos en enero; las necesitamos ahora. Las hipótesis sobre lo que alguien haría "como presidente" no son útiles, y en su lugar deberíamos mirar lo que están haciendo ahora.
Esto es revelador de los límites de la estrategia de Sanders: conseguir reformas por medios electorales, no por la lucha de clases. Sanders afirma haber construido un movimiento, pero ese movimiento no se ve en ninguna parte en esta época de crisis.
Además, las reformas que Sanders propone son categóricamente insuficientes para hacer frente a la crisis actual. Si hubiera Medicare for All y una mayor red de seguridad social, la situación en Estados Unidos sería más similar a la de Europa. Como señaló Biden, la situación en la Europa continental es realmente catastrófica. Esto no se debe a que esos países tengan programas de salud pública - como sugiere Biden - sino, más bien, porque esos programas de salud, sacudidos por décadas de austeridad neoliberal, no son suficientes para hacer frente a la crisis actual. El capitalismo es la crisis actual.
La crisis es el capitalismo
No hay manera de concebir o estructurar el capitalismo de manera que no resulte en una crisis capitalista recurrente. Esto no quiere decir, por supuesto, que bajo el socialismo habría una utopía sin enfermedades o desastres naturales. Por supuesto, siempre habrá cosas que están fuera de nuestro control. Sin embargo, bajo un sistema socialista - con una economía planificada - la respuesta a esta crisis sería muy, muy diferente. Los trabajadores podrían fácil y rápidamente quedarse en casa sin tener que preocuparse por los impactos económicos sobre ellos y sus familias. Los planes de producción podrían modificarse para fabricar insumos médicos y evitar el desabastecimiento o la falta de vacantes en los hospitales. Habría colaboración internacionalista en lugar de competencia, por lo que diferentes áreas del mundo compartirián sus investigaciones y aprendizajes sobre el virus en lugar de la actual hiperpreocupación por la propiedad intelectual y las patentes de los medicamentos. El objetivo no sería desarrollar una vacuna para que una compañía pueda obtener beneficios. Podríamos tener cifras exactas sobre cuántas personas fueron infectadas porque no habría peligro de pérdida de trabajo o preocupación por los costos asociados con ir al médico para hacerse la prueba. Pero esto no es posible bajo el capitalismo.
Se nos ha demostrado una vez más lo profundo e inherentemente roto que está el sistema capitalista. La solución a esto no son las reformas a pequeña escala y los paquetes de financiación para Wall Street. La solución no es, en sí misma, Medicare for All (aunque eso ciertamente ayudaría a combatir la crisis actual), y ciertamente no es votar por Joe Biden y sus sueños neoliberales de estimular a las grandes empresas. La solución no está en el Partido Demócrata y su compromiso de por vida con el desarrollo capitalista y la protección de la burguesía. La solución radica en rechazar la falsa dicotomía que Biden trató de exponer en el debate: no son resultados o revolución; son resultados a través de la revolución. |