La situación de la juventud no registrada, monotributista o contratada temporalmente es siempre muy inestable, pero esta inestabilidad se agudiza en medio de una emergencia sanitaria como la que estamos atravesando por la propagación mundial del Coronavirus.
Muchos se encuentran trabajando en la informalidad y las condiciones de precariedad laboral representan más del 30% de la población activa. En el caso de Ensenada, la mayoría de los jóvenes termina trabajando en empresas tercerizadas de las grandes industrias contaminadoras como YPF pero también Siderar y en el municipio.
A pesar de que muchos trabajadores atraviesan esta situación el gobierno no hizo mención alguna sobre qué ocurrirá con estas personas y qué medidas se tomarán para atender su situación. Esto genera gran incertidumbre sobre la vida de millones de personas que, si no salen a trabajar no cobran sus sueldos o son despedidos por las patronales.
Compartimos a continuación los testimonios de jóvenes trabajadores precarizados de la zona que nos cuentan la situación en sus lugares de trabajo y cómo les afecta las restricciones de circulación.
“Mi nombre es A., trabajo subcontratado en la planta de YPF de Ensenada. En los últimos días estuvimos trabajando con mucha preocupación por la pandemia de Coronavirus y el aumento de casos de Dengue en zonas de La Plata. Trabajamos con condiciones de higiene habituales para las contratadas, como son el uso de baños químicos y espacios de descanso llamados “obradores” que no cuentan con calefacción. En los últimos días recibimos solo carteles informativos y dos barbijos para un grupo de 6 personas. Siendo anunciada la cuarentena obligatoria no nos presentamos a trabajar y recibimos una notificación de que la próxima semana tenemos que cumplir nuestra labor y que nos van a dar un permiso para circular. El sindicato anunció en su radio que están gestionando medidores de fiebre para la entrada de camioneros que provienen de todo el país pero ninguna medida directa para los trabajadores que nos exponemos al virus y dengue”.
Por su parte, S., trabajadora precarizada de un Bazar en La Plata, nos cuenta:
“Trabajo en un bazar todos los días con un solo franco a la semana. Trabajamos 4 chicas en el bazar. En estos días no se cumplieron las condiciones de higiene y solo nos dieron barbijos. Hace tres días nos tocó vivir una situación con una señora que se descompuso en el local y vomitó. A mi compañera, Liz, le dijeron que limpie todo con escasos instrumentos de limpieza. A todo esto la señora nos decía que tenía mucha tos y nos comentó que hace días no se sentía bien. En ese lugar estamos expuestas a todo. Sin contar que los dueños nos vigilan todo el tiempo, no nos dejan sacar el celular, escuchan nuestras conversaciones, nos persiguen todo el tiempo. El clima que se vive ahí es horrible. Con el decreto de cuarentena los dueños del local decidieron cerrar por 10 días pero no nos garantizan el pago de esos días. Yo pedí que me pagaran lo trabajado hasta el momento pero me terminaron pagando 3 mil pesos menos. Vivo con mi mamá y mis cuatro hermanos, y desde fines del año pasado no nos entregan bolsones de alimentos en el municipio, ahora con todo esto, va a empeorar la situación. Y necesitamos esa ayuda"
Queda demostrado que la realidad de aquellos que enfrentan las peores condiciones laborales necesitan que el Estado tome medidas de emergencia urgentes ante la crisis sanitaria en curso como la prohibición de despidos y suspensiones para garantizar la continuidad laboral. Además, es indispensable que se les otorgue subsidios masivos a los trabajadores informales y cuentapropistas para poder palear la difícil situación durante los días que no pueda asistir al trabajo.
Pero, por otro lado, ante esta situación y las medidas insuficientes que ha tomado el gobierno, se han evidenciado múltiples casos de cómo los trabajadores se han puesto al frente, de forma autoorganizada para poder dar respuesta a la crisis desatada por la pandemia. Vimos cómo los docentes de Ensenada y de toda la provincia se organizaron en las escuelas para garantizar que los estudiantes y sus familias (muchas con trabajos informales) reciban sus viandas y bolsones de alimentos ya que la mayoría recibe en los comedores lo que quizá sea su única comida del día.Los trabajadores de la educación que conocen la situación en las que viven las comunidades más necesitadas señalan que los bolsones son insuficientes.
Por su parte, los trabajadores del Astillero Río Santiago, ante la falta de respuestas de la empresa, realizaron asambleas y marcharon a la dirección para exigir que se garanticen las condiciones de higiene. Así se logró reducir la jornada laboral y se otorgaron las licencias que correspondían. Además,el Astillero acordó con las autoridades de la Universidad Nacional de La Plata poner su producción al servicio de la crisis sanitaria elaborando alcohol en gel. Como estos hay otros casos, como la fábrica textil de Neuquén donde van a empezar a fabricar barbijos para proveer a todo el sistema público.
Los jóvenes precarizados no pueden dejar de trabajar, tienen que salir a ganar el mango para poder sostener a su familia. Son parte de la clase que puede enfrentar esta pandemia, poniendo en pie redes de solidaridad para organizar la asistencia alimentaria en barrios y escuelas junto a docentes, auxiliares y las familias. Además, muchos de ellos estudian en la universidad, donde es indispensable poner todos los conocimientos al servicio de elaborar elementos para hacerle frente a la pandemia. |