Tal como señala esta nota en La Izquierda Diario, la empresa surcoreana Sugentech desarrolló un test rápido para detectar Covid-19 como herramienta para detectar en 10 minutos la presencia de anticuerpos IgM e IgG de este virus en sangre humana, suero o plasma.
Esta forma de testeo es una herramienta que permite una primera aproximación a la situación de una persona antes de una técnica de testeo más profunda y costosa que requiere de equipamientos o salas de alta seguridad.
Sin embargo, la implementación de este mecanismo fue rechazado por el propio presidente argentino. “Los testeos rápidos (...) son inseguros. A veces dan falsos negativos y a veces dan falsos positivos. Por lo tanto, no es un buen mecanismo para manejar la pandemia”, señaló Alberto Fernández en una entrevista con Antonio Laje por América TV.
El testeo rápido como una aproximación ante un virus
Si bien el método de testeo rápido que arroja un resultado a los pocos segundos no es completamente confiable, esto permite una primera aproximación que puede ser confirmada o negada con un testeo más profundo en aquellos casos que resulte necesario. Una analogía válida sobre este mecanismo es lo que sucede con el VIH.
Cabe señalar que el VIH es completamente diferente al coronavirus ya que el primero tiene muchas más investigaciones, así como tratamientos que hacen que una persona seropositiva pueda mantener el virus controlado y tener la misma calidad de vida que alguien que no vive con este virus. A su vez, en el caso del VIH tiene tres formas de transmisión concretas: sexual, sanguínea y de persona gestante a hije, a diferencia del Covid que se contagia más directamente.
Pese a estas claras diferencias y particularidades, el mecanismo de testeo rápido, en el caso del VIH, se comenzó a implementar masivamente en los últimos años como una herramienta de primera aproximación que, en caso de dar positivo, se tiene que confirmar con un análisis más profundo y seguro, el test Elisa, que demora algunos días.
El mecanismo de testeo rápido en VIH hoy se utiliza en numerosos centros de atención primaria y en testeos masivos en distintas ciudades y provincias, incluso en los propios programas provinciales y hospitales públicos. Sin embargo, cuando se comenzó a implementar en distintas organizaciones y activistas se cuestionaba su mecanismo con los mismos argumentos que el actual presidente, señalando su falta de confiabilidad.
Pese a esto, hoy nadie duda de la efectividad de un test rápido como una primera aproximación en el caso de un virus que aún hoy hay un porcentaje de la población que vive con él y lo desconoce. Incluso el test rápido ayuda a reducir los miedos y conocer el estado de una persona en una primera instancia.
Así como en el caso del VIH, el coronavirus también puede estar en una persona sin mostrar síntomas. El miedo a contraer el segundo (en parte debido al sobre exceso de información generado por los medios de comunicación hegemónicos) quizás pueda verse reducido o controlado si una persona puede tener a mano en cualquier centro de salud un test que arroje un resultado con cierto grado de confiabilidad en los 10 minutos después de realizarse el test. Incluso podría ser implementado como política pública para detectar tempranamente un virus siendo que recién hace pocos días se empezó a descentralizar el centro de testeo de Argentina que antes funcionaba solamente en el Instituto Malbrán. |