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24 de marzo de 2020 Twitter Faceboock

LIDEAS PARA EL AULA
24 de marzo en la escuela: tres narraciones que conviven y la pelea por el cuarto relato
Nicolás Bendersky | Docente - Suteba Lomas de Zamora | staff Ediciones IPS

Imagen: Montaje sobre un dibujo en acuarela de Claudio Gallina

No es un 24 de marzo más. No solo nos encuentra en aislamiento obligatorio frente al coronavirus y con clases virtuales, sino también con el ejército en las calles y con el excentro de detención y tortura Campo de Mayo preparado para recibir enfermos. Queremos aportar a no naturalizarlo y por eso acercamos una nota sobre los relatos de los ´70 y la dictadura que transitan por la escuela, para reflexionar entre nosotros y con nuestros alumnos.

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Tres relatos en danza. Los ´70 en la escuela

Desde la finalización de la dictadura militar y la apertura del llamado “período democrático”, la escuela fue un lugar privilegiado donde se plasmaron, constituyeron e incluso chocaron diversas explicaciones y relatos de lo sucedido entre los años 1976 y 1983. También en los documentos curriculares, la impronta de las efemérides fueron cambiando en sintonía al momento político, los distintos gobiernos y las visiones sobre el pasado propias de cada momento.

Como desarrolla Christian Castillo —sociólogo de UBA y UNLP y dirigente del PTS - Frente de Izquierda - Unidad — en un ensayo (1), los relatos sobre el sentido de los ´70 y particularmente la dictadura militar son explicaciones que los propios protagonistas primero y luego los gobiernos de turno brindaron acerca de cuál fue su sentido.

El primer relato fue brindado por los propios militares para fundamentar su accionar, planteando que ellos jugaron un rol decisivo en la salvaguarda de la patria, la propiedad privada y la familia, contra la amenaza extremista y subversiva. Que para eso promovieron una guerra justa contra la guerrilla.

En los primeros años, luego de la dictadura, seguía prevaleciendo en la escuela el clima militar. En este período, existió un clima marcial, en las formaciones diarias tomando distancia, con los alumnos y las alumnas firmes y sin ninguna desprolijidad en la vestimenta, también en el aula al ingresar una autoridad exigiendo el saludo de pie, firme, y al costado del banco. El tema de la dictadura no era parte de la currícula, no existía ninguna conmemoración efeméride, sino que solo aparecía en el discurso de algunos docentes o autoridades de la institución.

La CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) abrió una transición hacia el segundo relato. Había sido creada por el presidente Raúl Alfonsín, el 15 de diciembre de 1983, y recién elaboró su informe titulado Nunca Más, casi un año después, el 20 de septiembre de 1984. Meses más tarde se llevó adelante el Juicio a las Juntas donde se juzgaron a 9 militares, condenando a 5 y absolviendo a 4. En esos momentos, se fue forjando la llamada “teoría de los dos demonios” que plantea que: “Durante la década del ‘70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda (…) visión que confinaba a la sociedad a estar presa de “dos fuegos cruzados”, que marcó a generaciones y generaciones de docentes de todos los niveles.

Con líneas impulsadas por el régimen se escuchaban frases del tipo: “La violencia nunca es buena ni de un lado ni del otro. En la escuela enseñamos los valores de la paz. Por eso Nunca Más es nunca más apartarse de la democracia”.

Hay varios problemas en este discurso. Por un lado el carácter inconmensurable. La utilización del aparato estatal para la represión sistemática, denominada Terrorismo de Estado, no puede compararse con las acciones de organizaciones guerrilleras que para el año 1975 ya estaban desarticuladas y debilitadas producto de la represión estatal y paraestatal.

Por el otro, se denomina “violencia” a la estrictamente armada, ya sea para gobernar o para enfrentar ese gobierno. Sin embargo, las políticas de Estado de explotación y opresión cotidiana sobre millones de trabajadores, de desigualdad y pobreza, la entrega del país a las trasnacionales imperialistas, la defensa de la propiedad privada a través del aparato represivo del Estado (presentado como “legítima”) y en definitiva la “miseria planificada”, al decir de Rodolfo Walsh, rara vez eran mostradas como violencia en el discurso escolar.

Por último, este discurso impuso que la democracia con la votación de las autoridades sea el único horizonte posible. Oculta que el régimen político promueve la ilusión de que el pueblo gobierna e invisibiliza tras la “igualdad ante la ley” que todo el aparato del Estado está al servicio de defender los intereses de los capitalistas. Los mismos que impulsaron el golpe militar y que este relato encubre.

Luego del copamiento de la Tablada y la imposición de las leyes de impunidad del Punto Final (1986) y la Obediencia Debida (1987), le siguieron los indultos del PJ de Menem (1989 y 1990). Recién en 1996, a 20 años del comienzo de la dictadura donde los escraches a milicos empiezan a generalizarse y los movimientos de derechos humanos adquieren otro vigor ganando las calles (principalmente HIJOS, organización de hijos e hijas de desaparecidos), es que se comienza la transición hacia el tercer relato junto a Madres de Plaza de Mayo y otros organismos más.
A diferencia del segundo relato, que consideraba a los desaparecidos como “víctimas inocentes”, se empieza a reivindicar la militancia política de los desaparecidos, a partir de las publicaciones de familiares en el diario Página/12 y de la difusión de historias individuales de militancia peronista, barrial y guerrillera, cuya obra emblemática es La Voluntad de Martín Caparrós y Eduardo Anguita.

Años después, en las currículas de Historia aparecen elementos de Historia Reciente. Tomando PBA podemos ver el siguiente ejemplo: “La última dictadura militar: El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. La violación de los derechos humanos” (2012. González). En cuanto a la efeméride, recién en 2002, la Ley 25633 instituyó el 24 de marzo como “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en conmemoración de quienes resultaron víctimas del proceso iniciado en esa fecha del año 1976”.

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Esta visión, que constituye un nuevo y tercer relato, si bien tiene el mérito de reivindicar la militancia política en general, no permite comprender el conjunto del proceso histórico de los ’70, al enfocarlo desde “ópticas individuales”. En sintonía, en el contenido pedagógico se encuentra ausente el rol de las masas trabajadoras, sus gestas, luchas y organización, como colectivo militante de una clase, ciertamente compuesta por individuos pero potenciada por la acción colectiva. Fue el relato oficial durantes los gobiernos kirchneristas que se presentaban como continuidad de aquella generación, aunque distaba de ella.

Si el segundo relato ocultaba deliberadamente el carácter cívico-militar del golpe con la participación de empresarios, la Iglesia y los medios de comunicación, este tercer relato lo ilumina parcialmente. Como plantea Castillo:

“(...) el carácter de clase del genocidio era negado o disminuido para presentar los enfrentamientos del período como el de un capitalismo salvaje y aperturista expresado por el plan Martínez de Hoz contra el proyecto nacional que expresaría el peronismo en sus distintas variantes. Esta interpretación oculta el papel de Juan Domingo Perón y luego el gobierno de María Estela Martínez de Perón, así como los grupos de choque de la burocracia sindical y de la derecha peronista, en la conformación de la Triple A y en la génesis del terrorismo de Estado”

En la escuela, el tercer relato se manifiesta en la investigación sobre desaparecidos, la revalorización del pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo o en la lectura de testimonios y reivindicaciones parciales que enfocan el período desde individuos antes invisibilizados.

La pelea por el cuarto relato

Los tres relatos detallados que conviven en la escuela personificados en la cosmovisión de docentes y autoridades tienen algo en común: ocultan y subestiman las grandes acciones de masas protagonizadas por la clase obrera. Tanto en el período abierto por el Cordobazo, desde 1969, como en otras grandes acciones. Clasismo cordobés, Villazo, Rodrigazo, coordinadoras interfabriles y aún en la propia oposición a la dictadura como grafica el libro de Pablo Pozzi, Resistencia obrera a la dictadura, son apasionantes experiencias para compartir procesos colectivos de la historia reciente en el aula o el aula virtual en estos tiempos.

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Castillo destaca que “La importancia de esta visión es que da fundamento al hecho de que la Argentina vivió entre 1969 y 1976 un verdadero proceso revolucionario (…) que tuvo a la clase obrera como principal protagonista”. Es decir, una clase que no solo enfrentaba los ritmos de producción en las fábricas, sino también disputaba el poder en los capitalistas y su gobierno, mostrando la posibilidad de un cambio revolucionario. Incluso, sin esta visión queda trunca la propia explicación de por qué sobrevino la dictadura más sangrienta de la historia argentina, es decir, por qué la clase empresaria tuvo que apelar al terrorismo de Estado como nunca antes se había visto en nuestro país, si no era porque sus intereses estaban profundamente amenazados.

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A 44 años del golpe genocida, en la comunidad educativa debemos ser artífices del ingreso de este cuarto relato en la escuela. Por un lado, como contenido en las materias, como efeméride recordando un genocidio de clase, explicando que la misma clase que se benefició con el golpe es la que sigue decidiendo los destinos de la nación, garantizada su impunidad por todos los gobiernos democráticos. Por el otro, enseñándolo como sentido, social y político.

Hoy más que nunca, para mostrar la potencialidad de la clase trabajadora para dar una salida a la barbarie capitalista que se manifiesta entre otras cosas con la pandemia, reconvirtiendo parte del aparato productivo hacia la salud, la producción de material médico y sanitario bajo su control, unificando el sistema de salud público y privado y afectando las ganancias de laboratorios y empresas farmacéuticas. En definitiva, es la clase trabajadora, con sus millones de manos disponibles, la única que puede dar una salida a la decadencia del sistema capitalista.

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA DE INTERÉS:

Castillo, Christian. Elementos para un "cuarto relato" sobre el proceso revolucionario de los ’70 y ladictadura militar. En Revista Lucha de Clases Nro 4:
http://www.ips.org.ar/wp-content/uploads/2011/03/Elementos-para-un-cuarto-relato.pdf

Gonzalez, María Paula. “Historia y memoria del pasado reciente en la escuela: una mirada a la propuesta oficial” en Revista de Historia Quinto Sol: https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/quintosol/article/view/31/795

Castillo, Christian. “Relatos para la impunidad” En Revista Lucha de Clases nro 36
http://www.laizquierdadiario.com/ideasdeizquierda/adelanto-relatos-para-la-impunidad/

 
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