Que los aeropuertos fueron la puerta de entrada no es novedad. El dato no era un rumor, era una cuestión bien oficial. Durante semanas, desde que se conociera el coronavirus en la lejana China hasta la declaración de la pandemia por parte de la OMS,ninguna medida fue tomada por las empresas que operan en los aeropuertos del País.
¿Puede ser que nadie haya advertido semejante negligencia? No. La cosa era evidente. Quienes primero levantaron su voz fueron aquellos que estaban expuestos y bajo peligro. Trabajadoras y trabajadores del aeropuerto. En la primera línea contra el virus estuvieron trabajadores de maestranza, tripulantes, atención al público, maleteros, choferes y una larga cadena de sectores que hacen que los aviones levanten vuelo.
Los datos concretos indican que el virus ya está en la población aeroportuaria. Tripulantes y familiares de trabajadores de rampa están infectados. Decenas, sino cientos, están en cuarentena severa por haberse constatado su relación directa con personas infectadas.
Pero a la vera de la pandemia que se extiende entre nosotros quedó en evidencia la prepotencia patronal. En las empresas tercerizadas, como GPS y Serza, la cosa fue turbia. El reclamo de trabajadoras y trabajadores de aquellos sectores espantados por la exposición, tuvo como respuesta la humillación y la denigración, moneda corriente por parte de los jerarcas que manejan dichas dotaciones.
En el caso de GPS/Ezeiza la patronal despidió a dos trabajadores. ¿El pretexto? Ninguno serio. Solo falacias y mentiras. Lo único que consta, por parte de los testigos directos, es el pedido de barbijos. Los trabajadores de maestranza fueron obligados a desinfectar aviones tapando sus cuerpos con bolsas de residuos. Cuando la cosa salió a la luz, también se los amenazo con el despido.
Hasta el mismísimo día en que un decreto dio por finalizada la operación de cabotaje, ningún trabajador de atención al público usaba barbijo. Algo impensado unos pocos días después, cuando el avance del virus ya era inexorable. Todo lo expuesto está documentado, filmado y debidamente constatado.
Por su parte, las empresas de cierto “prestigio” como LATAM se ubicaron en la avanzada, no solo de la negligencia en cuanto a salubridad, sino también del ataque al bolsillo de los trabajadores. En raid mediático y pago, la CEO salió a vender el verso de que funcionaban con la caja al día (como si fueran el almacén de la esquina) y reclamó la rebaja del 50% del salario a sus trabajadores.
En aquel Holding se cuentan por decenas los trabajadores contagiados por virus. Ninguna de las sofisticadas comunicaciones internas que realizaron los CEOs de LATAM a sus empleados hizo referencia alguna a la salud de los trabajadores. Solo azuzaban la crisis económica en la que se encuentran.
En todos estos angustiantes días de la maldita pandemia, el espíritu solidario y colectivo de las trabajadoras y trabajadores aeronáuticos no cesó. Por el contrario, se pusieron todos los esfuerzos, a pesar de los peligros, para repatriar a decenas de miles de argentinos. No obstante las patronales mostraron su verdadera cara. Nuestra vida nada les importa. El lucro escatimó en las cuestiones más elementales como barbijos, guantes o el alcohol en gel.
Para cuando la maldita pandemia sea derrotada habrá que ajustar cuentas con los responsables verdaderos de la propagación de este virus. De seguro no será el pibe que en la barriada salió a comprar un poco de pan y lo balearon los uniformados. No. Los responsables de la propagación son políticos y empresarios. Gran parte de aquellos empresarios los encontraremos en los aeropuertos. El lugar donde más habría que haber extremado las condiciones que evitasen la propagación. Muy posiblemente ya sea tarde.
Sepan, lector y lectora, que en los aeropuertos las patronales son responsables de que la cosa se haya desmadrado. Sepan, lector y lectora, que en los aeropuertos hay parásitos que potencian el virus.
NO a los despidos en GPS. No a la rebaja salarial en LATAM. |