Del periodista al revolucionario
Iniciado como periodista a los 21 años en la guerra civil suiza de 1847, Wilhelm Liebknecht cubrió y tomó parte en las revoluciones de 1848 en Francia y Alemania contra la monarquía. Una vez más en Suiza, se incorporó a la Asociación de Trabajadores de Ginebra convirtiéndose en un revolucionario comprometido, motivo que le valió la expulsión del país.
En 1850 se trasladó a Londres donde conoció a Marx y Engels. Con ellos estableció una relación personal fraterna y profundizó sus ideas socialistas, incorporándose a la Liga de los Comunistas y adhiriendo a sus conclusiones sobre las revoluciones que atravesaron Europa durante 1848, conocidas como “primavera de los pueblos”. En su Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas, tras la fracasada colaboración con los partidos demócratas en la lucha contra la monarquía en Alemania, Marx y Engels planteaban “el máximo aporte a la victoria final la harán los propios obreros alemanes tomando conciencia de sus intereses de clase, ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses los aparten un solo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido del proletariado. Su grito de guerra debe ser: la revolución permanente.” [1]
Es así que al regreso de Liebknecht a Alemania en 1862, tras la amnistía del gobierno a quienes habían participado de la revolución, se une a la Asociación General de Trabajadores Alemanes orientada por Ferdinand Lasalle. Radicado en Leipzig inicia una gira de agitaciones entre los trabajadores de diversas localidades aledañas donde entabla una relación de estrecha colaboración con August Bebel [2]. En 1868 obtiene una banca en el Reichstag (parlamento) y en 1869 impulsa junto a Bebel el Partido de los Trabajadores Socialdemócratas de Alemania desde donde llaman a los trabajadores de Francia y Alemania a unirse para derrocar a la clase dominante ante la guerra Franco-Prusiana de 1870 e impulsan asambleas obreras para discutirlo. En el parlamento, por su parte, votan contra los créditos de guerra para fortalecer la maquinaria militar de su propio país, por lo que son acusados de traición a la patria y condenados a prisión.
El ascenso de la socialdemocracia
Tras la liberación, Liebknecht es elegido diputado nuevamente en 1874, dedicando sus esfuerzos a la unificación del partido con la Asociación General de Trabajadores Alemanes de orientación lasalleana. En 1875 el proyecto se concreta con la firma de un texto de compromiso materializado en el Programa de Gotha y se funda el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD).
En sus Glosas Marginales al programa del Partido Obrero Alemán, Marx desarrolla ese mismo año una crítica lapidaria al programa del SPD. Haciendo especial hincapié en la caracterización del Estado y la concesión hecha a la concepción lasalleana de “Estado Libre” independiente de las clases sociales en disputa. Para Marx, “en el imperio alemán, el ‘Estado’ es casi tan ‘libre’ como en Rusia. La libertad consiste en convertir al Estado de órgano que está por encima de la sociedad en un órgano completamente subordinado a ella, y las formas de Estado siguen siendo hoy más o menos libres en la medida en que limitan la ‘libertad del Estado’”. [3]
En una carta a Bebel de 1875, Engels por su parte fustigaba “es absurdo hablar de un ‘Estado popular libre’; el proletariado, mientras necesita todavía el Estado, no lo necesita en interés de la Libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como sea posible hablar de libertad, el Estado como tal dejará de existir ”. [4]
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El crecimiento económico del último cuarto de siglo en Europa, empujado por la adquisición de nuevas colonias, repercute en un crecimiento de la industria, la migración del campo a las ciudades y por ende en un fortalecimiento objetivo de las fuerzas de la clase obrera. En ese marco el crecimiento del SPD fue vertiginoso y en 1877 ya contaba con 12 diputados. Hechos que motivaron a Bismark en 1878 a introducir las llamadas leyes antisocialistas que prohibían las reuniones y publicaciones del SPD y estuvieron vigentes hasta 1890. El partido, sin embargo, eludió estas medidas haciendo que sus candidatos se presentaran como independientes, publicando sus escritos desde fuera de Alemania y difundiendo los puntos de vista socialdemócratas solamente mediante la publicación de las transcripciones de los discursos de los diputados del Reichstag, indemnes a la censura.
En 1889 el SPD adhiere a la II Internacional fundada por Engels y participan en su conformación Liebknecht, Bebel y Kautsky, quienes encaran la actualización programática para su partido y que se lleva a cabo con el congreso de Erfurt en 1891. Una vez más las críticas de Engels estarán presentes, esta vez alertando contra el oportunismo creciente en sectores del partido que ante el temor a una vuelta de las leyes antisocialistas “quieren que el partido reconozca que el orden legal vigente en Alemania es adecuado para lograr todas las reivindicaciones del partido por medios pacíficos”. [5] Para 1898, el SPD se convirtió en el partido más votado de Alemania [6] superando los 2 millones de votos y la segunda fuerza en el parlamento con 56 diputados; dando lugar a la aparición de visiones evolucionistas y reformistas en sectores del partido, que tenían como expresión a Bernstein y el revisionismo.
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Las batallas políticas de Liebknecht
Además de la postura revolucionaria ante la guerra Franco-Prusiana que mencionamos antes, Wilhelm dio importantes peleas políticas al interior de la II Internacional así como del SPD. Desde la crítica a la política colonial británica en Sudáfrica con la guerra de los Bóer, diferenciándose de las opiniones mayoritarias en Inglaterra [7]; hasta la oposición decidida a la política de compromisos con partidos burgueses o la participación socialista en gobiernos de coalición a través de ministerios.
El historiado Geoff Eley, en referencia al SPD relata que “si bien se mantenía orgullosamente apartado de la sociedad burguesa, después de 1890 el partido se veía absorbido continuamente en el ‘sistema’: cooperaba con progresistas ajenos al socialismo en elecciones y maniobras políticas, formaba parte de comisiones parlamentarias, apoyaba o se oponía a las leyes.” [8]
Con su artículo “Sin compromiso – Sin comercio político” de 1899, Liebknecht será uno de los que alce la voz al interior del partido contra los desvíos hacia la colaboración de clases emprendida por la sección bávara, así como contra la inclusión del ministro Millerand y los socialistas franceses en el supuesto “gobierno de la Defensa Republicana”. Allí sostenía “la presencia de un socialista en el gobierno no ha logrado nada y no ha impedido nada que no podría haberse logrado o evitado sin esta presencia. Por otra parte, […] se ha convertido en parte responsable de todos los pecados de omisión y comisión cometidos por el gobierno.” Para continuar en relación a los debates internos del SPD acerca de la necesidad de la colaboración con la burguesía para la aprobación de leyes sociales “ninguna de estas medidas de reforma social, y seguramente son pocas, se habrían promulgado sin la iniciativa y la presión del proletariado y la socialdemocracia. Bernstein afirma que el socialismo es el resultado final del liberalismo. Afirmar esto es negar absolutamente la existencia de cualquier antagonismo de clase.” [9]
Con un rol de primer orden en los orígenes y los hilos de continuidad del socialismo revolucionario en Alemania y que supo transmitir a su hijo Karl Liebknecht; no sin contradicciones y múltiples polémicas con Marx y Engels, Wilhelm ha sido recordado con el apodo de “soldado de la revolución”. Tras su muerte en 1900 más de 100 mil personas marcharon hasta el Friedrichsfelde conocido como el “cementerio de los pobres” durante cinco horas por las calles de Berlín. |