Este martes decidieron los trabajadores del Transantiago del sector de Santa Rosa, previo a la jornada laboral, desarrollar la toma de temperatura de los conductores.
La empresa si bien salió aclarando en los medios de comunicación que llevaría acabo las condiciones para prever el contagio de Coronavirus, lo evidente es que esto no es así según señalan los propios trabajadores.
Los trabajadores del Transantiago han preferido confiar en sus cuidados, desarrollando el autocuidado frente a la demora de la empresa. Esto llega luego de las denuncias de trabajadores, frente a las nulas de precaución correspondientes dentro de Subus.
"No podemos esperar que la empresa nos cuide" relata Patricio Olivares, uno de los directores del Sindicato Trabajadores Unidos del Transantiago.
Patricio aporta también diciendo: "deberían estar realizándonos los test a todos los conductores, de manera gratuita, han existido más de 4 casos de contagio y la empresa no se restringe en despedir a trabajadores como fue la semana que pasó, donde despidió a 28 colegas, hoy continúa sin brindar el cuidado básico, nuestras vidas no le importan"
El Transantiago negocio para los empresarios
Se trata de un negocio que se inició el 2007 y mueve más 740 millones de dólares al año con 6.520 buses, los cuales realizan 368 recorridos en la región metropolitana.
Son siete empresas monopólicas que se hacen cargo del transporte público en la región metropolitana: Alsacia; SuBus Chile; Buses Vule; Express de Santiago Uno; Metbus, Veolia Red Bus Urbano y S.T.P. Santiago. Express de Santiago Uno y Alsacia son los principales operadores, donde sus directorios se conformaron desde un inicio con funcionarios y dirigentes de la ex Concertación.
El segundo grupo lo conforman los bancos y empresas financieras, agrupadas en un administrador central que reparte las ganancias, obtenidas por los cobros de los pasajes mediante la BIP y por los subsidios estatales establecidos para garantizarles sus ganancias, el Administrador Financiero del Transantiago (AFT), formado por los principales bancos nacionales: Banco Estado, Banco de Chile, Banco BCI, Banco Santander Chile, y por los proveedores tecnológicos: Banco CMR Falabella, Sonda. Por esta administración, tienen garantizado el 2% de las ganancias totales del sistema.
La explotación de los trabajadores
Son 17.000 los trabajadores del Transantiago, para ellos, el trabajo es inestable. Es precario. Es indigno. Se contratan, despiden y re contratan en peores condiciones. Gran parte de los salarios son variables: más del 50% del salario es por bonos.
Los empresarios intensificaron la jornada laboral. Los conductores padecen de stress, depresión, crisis de pánico, problemas en la columna y en los huesos, por la postura reiterada y el ajetreo permanente de la máquina. Las empresas no pagan o no reconocer las licencias médicas. Y hoy se exponen al contagio de Coronavirus.
Tampoco las empresas pagan ni reconocen las horas extras: La ley dice que se debe trabajar hasta cuatro horas seguidas y ocho horas diarias en total, pero por lo general la empresa obliga a trabajar hasta 6 horas seguidas y más, y la jornada alcanza hasta 10 o 12 horas.
Listas negras y la imposición de la Ley Interior de Seguridad del Estado
No les facilitan lugares para satisfacer necesidades básicas, como disfrutar de una colación o para pasar al baño; esto los obliga a: orinar en botellas, usar pañales, orinar y defecar en el fuelle del bus, o hacer la “empanada” (defecar en el mismo asiento sobre un papel, enrollarlo y tirarlo por la ventana).
Desde la movilización desarrollada el 2017, más de 32 trabajadores del Transantiago están siendo perseguidos con la Ley Interior de seguridad del Estado.
Muchas veces no les permiten hacer uso del descanso legal entre recorrido y recorrido pues no los autorizan a bajarse del bus al finalizar cada traslado, o les obligan en los 15 minutos de descanso a realizar otras tareas como estacionamiento, cambio de letrero, validación del recorrido.
Necesitamos un transporte público garantizado por el Estado y gestionado por los trabajadores
Necesitamos un servicio de transporte público garantizado por el Estado, financiado por los recursos naturales y administrado por las y los trabajadores ¿quién más que ellos, que le entregan su día a día a esto, podrían asegurar un servicio de calidad? Porque, claramente, los actuales dueños no. Lo podemos ver en las mínimas condiciones laborales de las y los conductores, hoy expuestos ante la prepotencia patronal al contagio de Coronavirus, donde las pésimas condiciones materiales de los buses, en los cuales abundan vidrios rotos, focos malos y puertas en mal estado se mantienen. |