Cuarenta años,
una niñez despeinada
en los vientos del sur,
bebiendo polvo
bebiendo montañas,
araucarias.
Una juventud de oficios varios,
precarios,
de sueños abiertos, abriendo;
primeras asambleas,
luchas que nacen,
y encarnan,
ardor,
cuerpo.
Cuarenta años, Carlos,
una Sandra inseparable,
dos hijas...
Cuarenta años, Carlos,
y tantas batallas,
tantos pibes que abrazar.
Por la espalda
sicarios,
bigotes cobardes,
muerden,
matan,
entierran.
Pero no pueden,
bigotes impotentes…
Hay luchas que germinan,
crecen,
como tus montañas Carlos,
araucarias encendidas,
luchas antorchas,
luchas tuyas
que son fuente
empecinada,
y son alba
venidera. |