Franco Almada tenía 19 años y vivía en Bernal, en la zona sur del conurbano. El jueves a la noche cuando se encontraba trabajando para Pedidos Ya en su moto, fue atropellado en 25 de mayo y San Martín, y el conductor no lo asistió. Murió horas más tarde, en la madrugada del 24 de abril, en la Clínica Trinidad de Quilmes.
La familia de Franco está exigiendo justicia. “Ayer perdí a mi hermano laburando para esta mierda. Por favor, cuidense”, posteó su hermano en las redes sociales. Es otra familia más que lamenta la muerte evitable de un joven que se estaba ganando el mango, como también pasó hace unos días con Joncka, de 23 años, en Rosario. A los pibes si no los mata el coronavirus, los mata la precarización laboral.
En el marco de la pandemia, la desocupación, las suspensiones y rebajas salariales que el gobierno deja pasar sin tomar ninguna medida a favor de los jóvenes que trabajan en la informalidad, cada vez son más los que se ponen la mochila de las apps y salen a repartir.
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“Pide lo que quieras, que te lo llevamos volando”, dice la publicidad de la empresa. Se jacta de la velocidad con la que sus repartidores realizan los pedidos, mientras los controlan y hostigan permanentemente para que hagan los envíos lo más rápido posible, obligándolos a arriesgar sus vidas, por 80 pesos, que es lo que vale un reparto. Si no los realizan a tiempo, reciben calificaciones negativas que pueden bloquear la cuenta, lo que genera que muchos pibes como Franco necesiten “alquilar” cuentas de terceros para poder ganar aunque sea algo para poder comer.
Se trata de un entramado empresarial totalmente miserable que lucra con la necesidad de los pibes y pibas, y busca sacar una tajada aún mayor en el medio de la emergencia económica, social y sanitaria en curso, donde los pedidos aumentan debido al aislamiento social y obligatorio decretado por el gobierno frente al Covid-19.
Por este motivo, las y los trabajadores de las apps como Pedidos Ya, Rappi, Glovo, son trabajadores considerados esenciales, por su rol en la distribución y transporte de productos de todo tipo. Sin embargo, como venimos denunciando desde La Izquierda Diario, las empresas continúan obligándolos a trabajar sin las mínimas condiciones de seguridad e higiene básicas elementales para evitar el contagio como barbijos, alcohol en gel, y sin los elementos necesarios para cuidar sus vidas mientras pedalean en sus bicis o salen con sus motos a realizar los pedidos. Son obligados a registrarse como monotributristas, sin tener ART, ni seguro, ni obra social, mucho menos acceso a las licencias pagas si son factores de riesgo. Para estas empresas, garantizar estas medidas elementales es un gasto innecesario.
Mientras tanto, el gobierno hace la vista gorda frente a la sobreexplotación laboral de las y los jóvenes por parte de los empresarios, y los sindicatos continúan dandole la espalda a los miles de pibes que trabajan en este sector. Frente a la pandemia y la emergencia sanitaria, social y económica que estamos viviendo, los empresarios ya demostraron que tienen un plan: no perder absolutamente ni un centavo de sus ganancias, y descargar toda la crisis sobre los trabajadores. Es el caso del frigorífico Penta, también ubicado en Bernal, donde el empresario mantiene un cierre ilegal de la planta y adeuda salarios a sus trabajadores. Pero los laburantes se empezaron a organizar y protagonizaron la primera medida obrera en la calle durante la pandemia, -con los cuidados sanitarios necesarios-, contra los abusos empresariales y exigiendole al gobierno una solución.
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Y no es casual que los pibes tampoco se quedaran callados. Hace unos días, trabajadores de las apps realizaron un paro internacional en siete países bajo la consigna #YoNoRepartoexigiendo condiciones de higiene y seguridad para poder trabajar sin arriesgarse al contagio, exigiendo el aumento de la tarifa por pedido, en reclamo de sus derechos sindicales y para visibilizar las condiciones laborales a las que se exponen todos los días cuando tienen que salir a pedalear en las bicis o en las motos. Se vienen organizando mediante asambleas virtuales para poder decidir de conjunto y llevando adelante acciones coordinadas, en defensa de sus derechos, poniendo en pie Comisiones de Seguridad e Higiene para exigir que las empresas se hagan cargo de garantizar los elementos básicos para cuidar su salud.
También es el caso de las y los pibes trabajadores de pizzerías y comidas rápidas que frente a las rebajas salariales y los ataques antisindicales de las multinacionales, inundaron las redes sociales con sus denuncias con consignas como #PandemiaSonLosEmpresarios, haciendo que el sindicato que actúa como un defensor de las patronales tenga que pronununciarse sobre sus reclamos. Y también tenemos el ejemplo de los trabajadores municipales recolectores de Berazategui, que después de realizar un paro lograron que el municipio les otorgue los elementos de prevención y cuidado para evitar el contagio del Covid-19.
Las y los jóvenes empiezan a levantar la voz y a organizarse. Es la única manera para enfrentar el abuso patronal y pelear por mejores condiciones laborales, defendiendo su salud y la de sus familias. Porque no están dispuestos a pagar con sus vidas la fiesta millonaria de los empresarios. Porque no están dispuestos a perder ni a un pibe más por la desidia de las empresas. Y sobre todo, porque la situación desatada por la pandemia dejó en evidencia que la juventud precarizada, junto a otros sectores de la clase trabajadora, son quienes realmente hacen girar al mundo. Por Franco y por nosotros, porque nuestras vidas valen más que sus ganancias.
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