Esta semana reabren 600 fábricas importantes en todo el país, y miles de empresas más pequeñas. Pero una serie de debates y cuestiones que están abiertas.
Por un lado, la campaña de los empresarios para recibir un rescate con fondos públicos. Lo vemos en el pago por parte del Estado del 50% de los sueldos o el aval a las suspensiones. Por otro, de empezar a imponer lo que podríamos llamar una “reforma laboral de hecho”, con un intento de avanzar sobre condiciones de trabajo.
Para tener una idea: La Nación promocionó este fin de semana el acuerdo entre General Motors y Unilever. Estamos hablando de dos multinacionales. Dice el diario que las relaciones laborales van a cambiar tras la pandemia “porque trabajadores y empleadores saben que todo (o casi todo) vale para conservar el trabajo”. Entonces un grupo de suspendidos de GM va a ir a trabajar a Unilever con contratos temporales y funciones polivalentes, y un 70% del sueldo que cobraba en GM. Tranca.
O el caso de una fábrica de jabones muy conocida, Alicorp, que triplicó sus ventas y ganancias este mes pero lo hizo con 50 tercerizados que quiere mantener en esas condiciones.
Primeras respuestas y no solo “virtuales”
Ahora, la política de los de arriba no es novedad, aunque no hay que dejar de denunciarla. ¿Cuál es la noticia? Estos ataques empiezan a encontrar resistencia. Es uno de los temas que vamos a hablar este programa, pero ya la semana pasada comenzamos a reflejar una serie de protestas y conflictos contra estos ataques. En una rápida enumeración: los mineros de Andacollo en Neuquén, la toma de Bedtime en Pacheco, el acampe en textil Iberoamericana, la movilización de desocupados en distintas provincias con detenidos, las asambleas virtuales en Aeronáuticos, las luchas en logística Cruz del Sur y pizzería Camarón ambas en Zona Oeste, y una lista que se renueva lenta pero sin pausa. Mientras hacíamos nuestro programa anterior llegaban pedaleando les pibes de Rappi, Glovo y Pedidos Ya y había asambleas y aplauzasos en Mondelez Victoria contra el acuerdo de Daer y la multinacional.
En varios de esos casos consiguieron lo que querían, como el pago de salarios atrasados. O sea que la lucha paga.
Agrego otro dato más: mientras estamos en el aire habrá movilización de obreros de Penta, recordemos que sufren desde hace casi dos meses el lockout de la empresa. También se está realizando un tuitazo impulsado por trabajadoras y trabajadores de Agroindustria exigiendo la reincorporación de todos los despedidos durante el macrismo y por presupuesto para el sector. Pero además está saliendo para la Ciudad de Buenos Aires otra movilización del Sindicato del Neumático porque la empresa no pagó gran parte de los sueldos de abril.
Entonces: un título que no vas a encontrar en otros medios. “Empieza a haber respuestas obreras, ya en la calle no solo con asambleas virtuales”.
Tres casos testigo
Pero queremos detenernos en tres de ellas por su significado.
El primer caso testigo es la de un sector inicial pero no menor de repartidores, como se puede ver en el video que pasamos. En este caso se trata de multinacionales como Rappi o Glovo. Pero son el reflejo de una juventud que tiene dos marcas importantes: la primera es que es uno de los sectores más precarizados de la clase trabajadora; la otra que aún en esas condiciones es parte de “las y los esenciales”, quienes hacen que funcione la ciudad, como charlábamos el último programa con Nicolás del Caño. Así que sus protestas son vistas con atención por propios y extraños.
El segundo caso testigo que queremos agarrar hoy son las docentes en Chubut, que siguen reclamando y encabezaron marchas en las principales ciudades de la provincia. Hace dos meses y medio no cobran muchas de ellas. Estamos hablando de una provincia gobernada por Mariano Arcioni, un aliado de Alberto Fernández.
En el video que les mostramos una de ellas dice: “tengo que elegir entre comer e internet, o sea enseñar”. O sea que además de los precarizados y el Estado que también ajusta y precariza.
Hay un tercer conflicto testigo. Lo anunciábamos la semana pasada. La empresa Mondelez, luego de trabajar durante un mes como “servicio esencial” aunque no lo fuera, de exponer a sus trabajadores, de stockearse ahora entendemos para qué, hizo un pacto avalado por el sindicato de Rodolfo Daer y el Ministerio de Trabajo.
Acordó la suspensión de su personal, pagándole el 75% de sus sueldos. Obviamente una parte la pagará el Estado. Pero además, acá tenemos el acta, tiene una cláusula tramposa. En el punto 2 la empresa se atribuye la posibilidad de definir “de forma gradual su reincorporación”. O sea que las suspensiones podrían extenderse aunque haya vuelto “la normalidad”. Es una truchada total. La multinacional viene de facturar el año pasado en el país 41.600 millones de pesos. Además, el Estado le exoneró aportes a la ANSES por más de 150 millones de pesos a fin del año pasado. Por si fuera poco, viene remarcando los precios de sus productos en más del 30% en el último año. Y aprovecha el pacto de Alberto Fernández con la UIA y la CGT para hacer esto y además como decíamos se guarda la carta de poder seguir ajustando después de la pandemia.
Pero como decíamos, este acuerdo fue rechazado por las asambleas de trabajadores y hay mucha bronca en la planta. Seguro que vamos a tener novedades esta semana.
Nos quedamos con una frase de la declaración de la agrupación Bordo, opositora a Daer: “Exigimos que la planta siga produciendo y que si aducen que no venden golosinas, usemos las máquinas y toda esta materia prima y tecnología en una de las plantas alimenticias más grandes del país, para producir alimentos de primera necesidad. Millones de pibes pasan hambre, mientras hay una fábrica alimenticia que quiere dejarnos en la calle a los trabajadores que fabricamos alimentos”.
La tienen clara: son ellos o nosotros.
Entonces hay que seguir muy de cerca estos conflictos. Si los sectores precarizados pero también en las grandes fábricas empieza a haber malestar con las condiciones que quieren imponer los empresarios, el gobierno y la burocracia, podemos encontrarnos ante una nueva fase de la cuarentena que no aparece en ninguna filmina de Alberto: la de las luchas contra el ajuste. |