Castells es un tipo muy seguro de sí mismo, pero seguramente también es consciente del odio que ha despertado entre las estudiantes durante la pandemia del Covid-19 debido a la nefasta actuación que ha tenido durante dicha crisis. El ministro de Universidades primero permanecía en silencio mientras las estudiantes y los docentes trataban de gestionar el curso y la imposición de la docencia online (porque había que acabar el curso según el ministro, no quiso ni oír hablar del apto general a pesar de las múltiples voces del estudiantado que lo solicitaban y las campañas en redes que se movieron al respecto).
Un ministro que después se rio en una entrevista de la Cadena Ser, afirmando que las estudiantes se habrían ido a “lugares más divertidos” al comienzo de la pandemia olvidándose de sus apuntes y por tanto, pasando del curso académico. Y que públicamente tuvo que salir a disculparse diciendo que se trataba de una ligera broma para restarle seriedad al asunto. ¡Restarle seriedad al asunto! Miles de estudiantes en riesgo de expulsión del sistema universitario y el ministro decide bromear y acusarlas de vagas y fiesteras. ¡La brillante retórica de las facultades de Ciencias Políticas y Sociología!
Posteriormente pudo lavar su cara anunciando una mejora en el sistema de becas, a la vez que ocultaba su proyecto de reforma de la Universidad Pública bajo las luces del espectáculo en redes que Podemos monta con cada medida aprobada por uno de sus ministros
Por algún motivo ese programa de reforma no fue tan anunciado por Unidas Podemos, aunque sí ha sido criticado en múltiples artículos por intelectuales afines a dicha formación. Las palabras del ministro hablando de promover la excelencia en las universidades aprovechando la digitalización y un proceso de selección de materias en las universidades pueden sonar bien, pero también pueden despertar las alarmas ya que recuerda a la política del PSOE en su última legislatura andaluza, donde algunas universidades denunciaron que temían desaparecer con las políticas de financiación educativas del PSOE basadas en la excelencia y en buscar el emprendimiento de las universidades.
Ahora el ministro Castells está ocupado en promover la digitalización de la Universidad Pública, tratando de convencer a la sociedad de que la educación presencial es algo arcaico y a sustituir por la nueva y moderna y super genial educación digital, el modelo anglosajón que él nos trae desde su fabulosa galaxia académica, que casualmente genera grandes deudas de por vida a sus estudiantes y expulsa a las más precarias del sistema universitario, convirtiendo la Educación en un negocio privado.
Para ello el ministro ha acudido a diversas entrevistas en la Cadena Ser, para promover su programa a la vez que recaba el apoyo de los distintos rectores (esa casta asquerosa de las universidades siempre a favor de los gobiernos y nunca de sus estudiantes), logrando por ejemplo que el rector de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Goayche afirme en varias ocasiones que todo está listo para la educación online, a pesar de que es precisamente en su universidad donde más grupos y campañas de quejas han surgido entre las estudiantes para denunciar los males de la docencia online y las desigualdades que está generando.
Castells, convencido en su discurso o quizás sabiendo que repetirlo constantemente en los medios de comunicación puede tener su efecto en la opinión pública, insiste en que la transición a la docencia online ha sido perfecta, sin problemas para las estudiantes y sin más precarización y explotación para las docentes, a pesar de que es obvio que no ha sido así y solo hace falta acudir a las redes sociales para encontrar miles de mensajes con testimonios que demuestran lo contrario, así como múltiples noticias al respecto. Alabando el trabajo de las docentes, obvia que no ha movido un dedo para apoyarlas, dotándolas de recursos o al menos elaborando medidas para reducir el impacto negativo de la crisis del Covid-19 en la vida de la universidad pública española. Incluso ha afirmado que las docentes deben para septiembre aprender a llevar por completo la docencia online, sin decir cómo o con qué recursos se afronta esto, añadiendo más presión a las docentes y no a las autoridades. Su única frase al respecto de los recursos es que es “un misterio romántico” cómo van a lograr las medidas.
Erasmus de ministros
No solo eso, sino que afirma que su gestión ha sido tan buena, que Fréderique Vidal, ministra de enseñanza superior del gobierno de Francia habría hablado con él para pedirle consejos en su actuación. Fréderique Vidal, la ministra del “Bienvenue en France” ese plan de subida de tasas a estudiantes extranjeras tan desorbitado que significaba pagar un 1269% más de matrícula además de 2.000 euros de trámites administrativos y que literalmente ha saboteado cualquier medida de las universidades francesas en defensa de sus alumnos durante la cuarentena, como la iniciativa de la convalidación automática de los semestres (muy similar al apto general exigido en el Estado español) y que ha intentado bloquear afirmando que no validaría ningún diploma de una universidad que adoptase dicha medida. Con semejantes amigas, podemos adivinar de qué plan va el señor Castells.
Castells ha aprovechado para excusar su falta de actuación en que todo quedaría en manos del Presupuesto General del Estado que debería aprobarse y que toda medida positiva para estudiantes o docentes a partir de ahora quedaría en manos de dicho Presupuesto, sin entrar a cómo va a pelear por lograr recursos para la Universidad Pública. Aunque ha lanzado un mensaje repitiendo que va a mejorar la carrera de los investigadores, pero no ha terminado de especificar cómo, aunque lo subordina al Presupuesto General del Estado. Teniendo en cuenta la situación delicada en Francia de los doctorandos, y la aparente amistad entre Castells y Vidal, nos podemos temer qué futuro tendrán los jóvenes investigadores. |