En EEUU durante décadas se ha denunciado el racismo que existe contra la comunidad afro, quienes son víctimas de intimidaciones, detenciones arbitrarias, criminalización por su color de piel y la extrema violencia que se ejerce en sus detenciones que en decenas de ocasiones acaba en su asesinato.
No es una historia nueva, pero en tiempos recientes la consigna #BlackLivesMatter ha inundado las calles con rabia e indignación ante esta situación, y en la ultima semana incendió al país imperialista más importante del orbe, con manifestaciones que van de costa a costa.
Lo anterior evidencia el verdadero carácter de la policía, que frente a las movilizaciones no se ha detenido en su actuar represivo y de salvaguarda la gran propiedad privada de las grandes empresas, disparando a mansalva y asesinando manifestantes.
Pero lo anterior no es exclusivo de EEUU. Es la situación que todos los días sucede alrededor del mundo, donde esta corporación cumple la misma función y se nota con los recientes casos de abuso policial y militar en distintas ciudades en apenas en una semana.
Distintos países, mismas consecuencias
En México, en la fronteriza ciudad de Tijuana, el jueves 29 de marzo, un policía asesinó a un joven, tras ponerle la bota en la garganta para someterlo, y aun cuanto estaba en el suelo y esposado, decidió continuar hasta que lo mató, cosa que quedó registrada.
Esto no es ningún hecho aislado, la policía y los militares son responsables de cientos de desapariciones forzadas, asesinatos y feminicidios, por su consabida alianza con el narcotráfico que controlo zonas enteras del país y ha extendido la violencia a todo el territorio nacional.
Son siempre los jóvenes, pobres, trabajadores, de los barrios populares del país lo que son sometidos de la manera más salvaje por las policías locales o estatales, y ni mencionar la participación de corporaciones policiacas y militares en la desaparición forzado de los 43 normalistas de Ayotzinapa y el asesinato de otros 3.
En Palestina, territorio ocupado por Israel, el odio racial es incalculable, cientos de muertos producto del odio del régimen sionista contra los árabes que milenariamente vivieron a esas tierras traen año con año bombardeos y ataques contra personas desarmadas e inocentes.
En los días anteriores, un joven autista de 32 años, fue asesinado a sangre fría, cuando se dirigía a la escuela para personas con discapacidades a la que asistía, quien lo asesinó fue un policía israelí, quien arteramente dijo que Iyad el-Hallak tenía un arma.
A pesar de que no se encontró ningún tipo de pistola en la escena ni cuando la policía hizo gala de su autoritarismo cateando la casa del joven que había asesinado a disparos, el agente implicado quedó en libertad, lo que ha traído consigo también protestas de justicia y por el fin de la persecución política y racial a las poblaciones palestinas ocupadas
De las consecuencias al espíritu anti-represivo
Y ¿Cómo podría ser distinto?, la violencia policial es la misma, las y los muertos vienen de la misma clase social, y sobre todo, la policía es el mismo aparato represivo encargado de salvaguardar la riqueza de unos pocos que se enriquecen costa de nuestras vidas.
No es casual, que en medio de la pandemia y la crisis económica más importante en 90 años se intensifiquen los métodos represivos de los aparatos estatales, el mensaje que nos quieren dar es claro: si eres joven, pobre, minoría racial, mujer o trabajador, eres un peligro, y mejor que nos tengas miedo a que pienses que puedes tener un futuro mejor.
Es decir, lo que buscan es aleccionar, decirnos que tienen la capacidad de arrebatarnos la vida por el motivo que mejor les acomode, y que será mejor no aponernos. El miedo como estrategia de control ante la inminente pauperización de la vida que va a traer consigo inminentes expresiones de descontento, que tendremos que observar que tan profundas van a ser.
Por el momento, la juventud negra, blanca y latina de todo EEUU han inundado las calles, su voz se ha extendido por el mundo, el cese al racismo y los abusos policiales encuentras altavoces por todo el mundo. Pues en todo el mundo vivimos lo mismo el joven negro de la favela en Rio de Janeiro asesinado por la policía militar, la joven obrera de Ciudad Juárez levantada por los militares y entregada al narco o el palestino pobre que sin saberlo sería víctima de una bala cargada de odio de unos cuentos millonarios.
Las primeras muestras de la negativa a aceptar esta realidad empiezan a manifestarse, pero no basta nuestra rabia y nuestro repudio. Hay que levantar una perspectiva política, socialista y revolucionaria, con la clase obrera al frente, junto al resto de los oprimidos, para cambiar de fondo un mundo que nos manda a morir en trabajos precarios o nos manda morir en nuestros barrios a manos de la policía. Cuestionar la violencia policial es el primer paso, ahora cuestionemos el sistema que la perpetua. |