“No luchamos contra el capitalismo blanco con el capitalismo negro. Luchamos contra el capitalismo con solidaridad proletaria internacional"
Fred Hampton.
La lucha contra el racismo retoma un nuevo ascenso
Una gran revuelta se extiende por los Estados de EE.UU, con jornadas protagonizadas por jóvenes afrodescendientes y blancos inundando las calles, recordando en cada manifestación a George Floyd, quien fue asesinado por la policía racista del mismo país, bajo consignas como “I can’t breath” o “no justice, no peace”, develando así el profundo racismo bajo el cual se ha cimentado el orden yanqui.
Se abre así un contexto de lucha, con revueltas en más de 70 ciudades, con largas filas de patrullas policiales incendiadas, y con una postal que definitivamente quedará grabada en la memoria de millones, con una Casa Blanca en oscuridad, rodeada de manifestantes, y con un Donald Trump encerrado en un búnker profundo de las movilizaciones. A la par, el Partido Republicano junto al Demócrata han buscado fortalecer las medidas represivas, con toques de queda en 39 ciudades, buscando ahogar cualquier llama de rebelión, con un saldo que supera los 10 mil arrestos a manifestantes.
Frente a esto, consideramos necesario volver en el tiempo para traer al presente un episodio de lucha y resistencia antirracial, para sacar balances en miras de nuevos desafíos, en la perspectiva de un mundo sin explotación ni opresión.
Inicio y fundación del Partido de las Panteras Negras
El Partido de las Panteras Negras -en sus comienzos Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa- es reconocido muchas veces como el punto más alto de organización antirracial por parte de la comunidad afrodescendiente, la cual nace en pleno auge de la Guerra Fría, donde Estado Unidos disputaba el primer lugar como potencia mundial -invadiendo países como Vietnam-, estando en una constante tensión externa, es decir, cualquier tipo de “subversión interna” era un gran peligro para el imperialismo norteamericano, producto de los movimientos que se gestaban por abajo en la década de los 60’s.
Pero más allá de la coyuntura político-militar del momento, lo cierto es que la historia del asentamiento de Estado Unidos se desarrolla bajo el alero de la esclavitud y la opresión del pueblo afrodescendiente, que año a año se institucionaliza más y más. No es casual que a inicios del siglo XX se dictaminaran leyes de vivienda social con el objetivo de segregar y discriminar aún más a la población afroamericana que se estaba integrando a la industria, formando de esta manera los “guetos”, o los incontables asesinatos a manos de la policía y grupos de ultraderecha religiosa como el Ku Klux Klan, quienes realizaban linchamientos respaldados por las políticas racistas de ese entonces.
Es así como cada vez el racismo se iba profundizando en las instituciones. Años de opresión al pueblo afrodescendiente desencadenaron la rabia y el despertar de miles de jóvenes inspirados en figuras como Malcolm X o Martin Luther King, quienes, salvaguardando nuestras diferencias, dirigían el movimiento por la reivindicación de los derechos civiles.
Posterior al asesinato de Malcolm X, se crea el Partido de las Panteras Negras para la autodefensa en 1966, por un grupo de jóvenes afrodescendientes, pertenecientes a los barrios de Oakland, California –que se caracterizaba por ser uno de los lugares con mayores índices de mortalidad infantil por desnutrición, desempleo de la población negra y casos de brutalidad policial racista-, quienes se propusieron crear una organización activa de resistencia y autodefensa por la libertad de la comunidad afrodescendiente. De esta forma Bobby Seale y Huey P. Newton, fundadores del partido, escribieron la “Plataforma y programa de los Diez Puntos de Autodefensa del Partido de las Panteras Negras” que sentaba las bases del partido.
El programa de los 10 puntos
Estos diez puntos condensaron una serie de exigencias al Estado capitalista y racista de Estado Unidos, las cuales apuntaban a una serie de medidas democrático-radicales que aseguraran respuestas mínimas a la opresión y explotación racial.
Entre esos puntos más importantes y radicales, encontramos la exigencia al Estado a que asegurara el empleo para el pueblo afrodescendiente y oprimido, o de mínima un ingreso garantizado para aquellos habilitados laboralmente:
Creemos que, si los hombres de negocios norteamericanos no nos darán pleno empleo, estamos en nuestro derecho de tomar sus tecnologías y medios de producción y ponerlos en la comunidad para que nuestra gente pueda organizar y emplear a toda esa gente y así darles un nivel de vida mejor. [1]
En este programa se reconoce también una continuidad entre el colonialismo y el desarrollo del capitalismo estadounidense, el cual se ha servido de la esclavitud y explotación de las comunidades negras:
Creemos que este gobierno racista nos ha robado y ahora demandamos la deuda pendiente de 40 acres y las 2 mulas. 40 acres y dos mulas fueron prometidos hace 100 años como restitución por la esclavitud y los asesinatos en masa de personas negras. Nosotros aceptaremos el pago de esta deuda, que se distribuirá entre nuestras numerosas comunidades. El racista norteamericano ha tomado parte en la matanza de nuestros 50 millones de negros. Por consiguiente, consideraremos nuestra demanda como “modesta”. [2]
En esta misma línea, exigían medidas inmediatas y democráticas como que el Estado garantice la salud completamente gratuita y de calidad -refiriéndose al desarrollo de programas médicos no solo paliativos sino que también preventivos- para todas las comunidades oprimidas y explotadas. Del mismo modo, demandaban la liberación de todas las y los presos político-raciales, quienes no podían acceder a un juicio justo producto de la persecución y los montajes del racismo institucional.
Entre las demandas más sentidas encontramos la exigencia por “el fin inmediato de la brutalidad policial y del asesinato de negros, de otra gente de color y de todos los oprimidos en los Estados Unidos” [3] siendo una de las demandas más radicales e históricas del movimiento por la emancipación del pueblo afrodescendiente, consignando que: “creemos que es nuestro derecho defendernos de tales fuerzas armadas y que todos los negros, y personas oprimidas puedan armarse para defenderse a sí mismas, a sus casas y comunidades contra las fuerzas policiales fascistas” [4].
Por último, hacen una exigencia al fin de las guerras de agresión -como la guerra de Vietnam, la cual se desarrollaba en pleno auge del Partido de las Panteras Negras- donde declaraban que: “los distintos conflictos que existen en todo el mundo son producto del agresivo deseo del círculo dominante de los Estados Unidos de forzar la dominación de los oprimidos del mundo” [5].
El programa de 10 puntos se propagó de manera expansiva en los guetos y comunidades afrodescendientes de Oakland y otras ciudades de EE.UU., lo que les permitió “pasar a ser 5 mil militantes, extendiéndose a 30 de las principales ciudades y logrando una tirada de 125 mil periódicos semanales en un contexto de feroz persecución policial y ataques racistas” [6].
Panteras Negras: Entre la reforma y la revolución
En definitiva, el programa de las Panteras Negras abarcaba demandas sumamente sentidas por la población afrodescendiente, no tan solo de Estados Unidos sino a nivel mundial, sin embargo se debe realizar una revisión crítica de este, porque si bien es un programa que desarrolla el sentir de las masas oprimidas, le faltó desarrollar elementos transicionales que le den una mayor perspectiva a la lucha y organización, no sólo de las Panteras Negras, sino que también del pueblo trabajador y pobre, nativos, inmigrantes, de todas las etnias y géneros, y que situaran enemigos en común para las amplias mayorías en EE.UU, para de esta forma unificar las luchas en contra del capitalismo racista.
Es decir, el gran límite se debió a que faltó un puente entre las exigencias inmediatas de las comunidad negra con la perspectiva máxima de una sociedad sin opresión y explotación, que funcionasen como un articulador de movilización, organización y lucha de las amplias mayorías.
Sin duda alguna los métodos de autogestión desarrollados por las Panteras Negras son elementos rescatables de la organización, bajo los cuales pudieron avanzar a alimentar 200 mil niños y niñas a diario, brindaron atención de salud gratuita, donde desarrollaron investigaciones importantes para la población afrodescendiente que no podía acceder a hospitales y atención médica de calidad. Sin embargo, esta visión autonomista, y el centrarse en una práctica de corte asistencialismo populista -e incluso hasta reformistas-, les impedía que estas grandes iniciativas se masificaran para todas las masas explotadas, debido a que no se propusieron como una línea consciente unirse a los distintos sectores de la clase obrera, para desde ahí tomar el control de las fábricas de alimentos, por ejemplo, o de las industrias de insumos básicos de salud, o incluso la armamentista, y de esta forma abastecerse y masificar todas estas iniciativas y avanzar en la lucha hacia la conquista del socialismo. “El eclecticismo teórico y programático [del Partido de las Panteras Negras] tuvo su correlato en una estrategia alejada de los objetivos generales declamados como el socialismo.” [7]
Desde ya la unificación de estos sectores no era una tarea fácil. El racismo era una fuerte tendencia dentro la población, incluso en los sectores obreros más precarizados, producto de la división histórica que generaron los capitalistas estadounidenses entre pueblo trabajador blanco y negro, con diferencias sociales y culturales -en las que incluso habían urinarios para blancos y negros-. Es aquí que dentro del eclecticismo teórico y programático que existían diversas posiciones a la interna de la organización, desde las relacionadas al nacionalismo negro, hasta perspectivas como las de Fred Hampton, quien señaló los límites de su plataforma desde una perspectiva de clase: “usamos la palabra ‘blanco’ cuando deberíamos haber usado la palabra ‘capitalista’” [8], quien también señalará que: “No luchamos contra el capitalismo blanco con el capitalismo negro. Luchamos contra el capitalismo con solidaridad proletaria internacional" [9].
La necesidad de un programa transicional para este periodo de explotación de las comunidades afrodescendientes era de primera necesidad, para de esta manera articular hegemónicamente las distintas luchas y descontento de los oprimidos y explotados por el capitalismo racista y opresor de EE.UU, haciendo experiencia en organismos de autoorganización y de esta forma movilizar a todas las masas por una objetivo liberador.
Como daba cuenta Hampton, el capitalismo y el racismo han ido históricamente de la mano. Es de esta forma que se debe plantear una forma no sólo de resistencia -elemento en el que se situó la mayoría de la práctica política de las Panteras-, sino que en la organización de la lucha, a través de una estrategia política que buscase la más amplia unidad de trabajadores más allá de sus raíces y sus lugares de origen, y a través de esta buscase golpear al capitalismo en donde mas les duele: en la producción -así como en la circulación y reproducción-. De esta forma el desafío para cualquier organización revolucionaria es enraizarse en los sectores obreros, y disputar los lugares estratégicos de la economía, para que de esta forma sean tomados bajo su control y puestos en servicio de las necesidades del pueblo. Así, trabajadores unidos en combate contra el capitalismo supremacista blanco, hubieran podido financiar educación, salud, pan y trabajo. Se trata de no sólo resistir a la “estructura de poder”, sino que invadir y tomarla por asalto, para de esta forma acabar con el aparataje del Estado y el capital que da sustento a la opresión y explotación en su grado más material, a través de una organización que avance a poner en pie una:
Fuerza material hegemónica a partir de los principales combates y procesos de organización de la clase obrera [nativa, inmigrante, de todas las etnias y géneros] -así como del movimiento estudiantil, y de mujeres-, buscando desarrollar fracciones revolucionarias en su interior, mediante la articulación de los diferentes métodos y formas de lucha (la acción parlamentaria y extraparlamentaria, clandestina y abierta, la lucha contra la burocracia, el frente único, etc.). [10]
Pese a las acertadas afirmaciones de Fred Hampton, lo que mantuvo al Partido de las Panteras Negras entre la reforma y la revolución fueron justamente estos elementos: La propuesta programática concreta que se dispusiese afectar el poder de los capitalistas, así como la disputa del Estado, a través de una organización revolucionaria que buscase la más amplia de las luchas en la acción, bajo las banderas de lucha de ruptura directa con el capitalismo racista e imperialista yanqui.
Fight the Power: Desafíos para afrontar el presente
¿Cuáles son los desafíos para el presente? Desde ya es una pregunta compleja, pero que consideramos que debiese contemplar el análisis crítico de episodios de la historia, buscando sus aciertos y desaciertos, sus lecciones y perspectivas, para de esta forma afrontar más fortalecidos y preparados los combates y luchas venideras.
Las acciones de revuelta en el seno del imperialismo dan cuenta de que la lucha de clases está lejos de convertirse en una frase olvidada, sino que se encuentra más vigente que nunca, y así lo demuestran las y los jóvenes negros, latinos, migrantes y blancos que se enfrentan a la policía racista-yanqui en medio de toques de queda y represión orquestada por el Partido Republicano y el Partido Demócrata, en donde este último ha buscado posicionar a Barack Obama como el rostro de la contención del movimiento radicalizado, para que las y los jóvenes contengan su rabia para transformarla en un voto para las próximas elecciones presidenciales, aun cuando los ataques raciales de la policía hacia la comunidad afrodescendiente aumentó exponencialmente durante los gobiernos de Obama.
Consideramos que el desafío pasa no sólo por la imprescindible necesidad de que los grandes sindicatos y organizaciones sindicales de EE.UU llamen a movilizarse, para que la potente clase obrera estadounidense, y esas más de 26 millones de familias desempleadas se unan a la lucha en primera línea en contra del gobierno, sino que el desafío pasa también por recuperar lo más avanzado de experiencias que han tenido los sectores explotados y oprimidos en su historia, como la necesidad de la organización de la autodefensa -así como también la exigencia de la disolución de la policía estadounidense, la cual es racista hasta la médula-, con la perspectiva de levantar una política independiente de los demócratas y republicanos, que han sido gestores de la industria supremacista blanca y capitalista.
En el marco de esta batalla común, surge una gran oportunidad de batallar por la unificación de las banderas absolutamente legítimas del pueblo negro con un programa de independencia política de la clase trabajadora, que se dirija contra los capitalistas. [11]
La tarea de la creación de un partido revolucionario, que parta de la unidad entre el pueblo trabajador nativo, migrante, de todas las etnias y géneros, bajo un programa radical de ruptura con el capitalismo, socialista y revolucionario, es una tarea de primer orden para darle una perspectiva mayor a la revuelta que sacude al mundo y a la Casa Blanca. El recuperar y potenciar el legado de los distintos procesos de lucha es una tarea imperiosa para darle una mayor perspectiva y homenajear a cada uno de las y los revolucionarios que dieron su vida por la libertad de la humanidad y de los pueblos explotados y oprimidos.