El 27 de mayo pasado, contamos la historia de Marcos, un hombre de 67 años que llegó de Venezuela para encontrarse con su hijo y encontró como única forma de subsistencia trabajar en una aplicación, pedaleando para repartir pedidos.
La solidaridad ante esta brutal situación no se hizo esperar y en la movilización convocada por la Red el 29 de mayo se juntaron $6132 pesos. El dinero fue aportado por decenas de trabajadores precarizados y desocupados que a fin de mes mostraron todo su apoyo ante Marcos y su familia. Incluso contaron con la ayuda de la familia de Franco Almada, un joven repartidor que fue atropellado también cuando realizaba un pedido, que participaron de la convocatoria de la Red y que se sumaron con una colaboración monetaria.
“No dejamos a nadie tirado, si tocan a unx nos tocan a todxs”
Cuando se juntaron para llevarle el dinero al hijo de Marcos, contó que a los gastos de la operación se sumaban los gastos de la luz, el gas, el agua y el alquiler, que además debían de renovar. Sin embargo, no dejó de sorprenderse de la solidaridad y ayuda de sus compañeros repartidores y de la Red. Hoy Marcos ya fue intervenido y espera su recuperación
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Son miles de jóvenes los que hoy empiezan a ver la necesidad de organizarse contra el odio que generan estas empresas, que cuando se produce un accidente su primer respuesta siempre es “si el pedido está bien”, y que rápidamente se desligan de sus trabajadorxs. Organizarse por la necesidad de unirse a otras y otros trabajadores, también de llamados precarios, que comienzan a ponerse en pie contra estas modalidades de explotación. |