Andrea Scalengue difundió un texto a horas de que su hijo de 20 años fuera fusilado por la Gendarmería en el Bajo Flores. Pide que los medios “dejen de inventar” cosas sobre él. La ministra Frederic sigue en silencio sobre el caso.
En este caso la línea que divide la “noticia policial” con la justificación del gatillo fácil se vuelve totalmente difusa. Incluso hay periodistas “progres” que insisten en que, si Facundo había robado, su muerte estaría justificada en la supuesta “legítima defensa” de los gendarmes.
Mientras la jueza porteña Alejandra Allaud “investiga” la causa de la muerte de Scalzo (para lo que pidió “colaboración” de la nefasta Policía de la Ciudad) y mientras la ministra de Seguridad Sabina Frederic, jefa de la Gendarmería, mantiene un más que llamativo silencio sobre el caso (aunque no deja de festejar los “exitosos” operativos de Gendarmería en cuarentena), en el Barrio Rivadavia la consternación no cesa.
Este jueves la madre de Facundo, Andrea Scalengue, publicó una carta a través de Revista Cítrica, en la que además de reclamar justicia explica quién era su hijo.
El texto lleva por título “Lo mataron y se me cagaban de risa en la cara” y acá se reproduce entero.
“Facundo estaba parado en la esquina y vinieron los gendarmes y le pegaron cuatro tiros. Le pegaron tres tiros en la espalda y uno en el brazo. A mi hijo me lo dejaron morir porque no me dejaron que yo vaya y lo levante. Se me cagaban de risa en la cara los gendarmes. En ningún momento a mi hijo le dijeron alto, quédate ahí, solo le pegaron cuatro tiros.
La ambulancia tardó casi 50 minutos en llegar y reprimieron, yo tengo moretones en dos brazos y una gendarme me pegó, estaban tirando tiros al aire. Yo me agaché para agarrar a mi hijo y un policía de la Federal me corrió. Cuando no me dejaban subir a la ambulancia, la gente se empezó a abalanzar para que me dejen subir a mí, pero no para pegarle a los gendarmes, y ahí la Gendarmería empezó a reprimir y no eran tiros de bala de goma.
Quiero justicia. No puede ser que hayan matado a mi hijo y ahora tenga que escuchar las pelotudeces que escucho en los noticieros. Mi hijo no era ningún narco, no era ningún chorro. Mi hijo tenía 20 años y una hija de dos años que se llama Alaín. Él vivía conmigo.
No es que porque vivamos en un barrio humilde somos chorros; no todos robamos, no todos vendemos droga, somos gente que va todos los días a laburar para que no les falte nada a los hijos. Necesito que los medios dejen de decir pelotudeces, dejen de inventar. ¿Por qué son tan mentirosos? ¿Por qué todos dicen lo mismo?
Lo que quiero es Justicia, que los que me lo mataron estén presos. No quiero que este sea otro caso de gatillo fácil sin condena. No quiero que hoy estén todos encima mío y mañana ninguno me dé bola. Quiero que se haga justicia. Mi hijo era único y me lo mataron”.
Las palabras de Andrea Scalengue están, en gran medida, sustentadas en varios videos que los mismos vecinos y vecinas del Barrio Rivadavia filmaron la tarde del miércoles, mientras el cuerpo agonizante de su hijo yacía en la calle rodeado de gendarmes, siempre más preocupados en sus propios pellejos que por la vida del joven acribillado.
El registro fílmico del vecindario, viralizado en pocas horas por las redes sociales, y la brutalidad misma del caso, motivó que durante este jueves la jueza Alliaud ordenara la detención preventiva e incomunicación de tres de los gendarmes que participaron en el crimen de Scalzo. Hasta el momento no trascendieron los nombres ni grados de los uniformados y se estimaba que este viernes declararan ante la titular del Juzgado en lo Criminal y Correccional 55 de la Ciudad de Buenos Aires.
Apenas conocido el hecho, crecieron las expresiones de bronca y repudio a la Gendarmería. Desde Sergio Maldonado, hermano de Santiago (el joven desaparecido y muerto en Chubut tras un operativo criminal de la misma fuerza federal contra una comunidad mapuche) hasta el conjunto de organizaciones d derechos humanos, políticas, gremiales y sociales que intergran el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia.
Como se dijo, mientras tanto la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, mantiene un silencio absoluto sobre el caso y a lo sumo sus funcionarios se atajan diciendo que “la Justicia está investigando” al tiempo que siguen militarizando las barriadas populares con la excusa de combatir, al mismo tiempo y con las mismas armad, el Covid-19 y el narcotráfico.
Para reforzar la seguridad en #LomasDeZamora, realizamos junto con @gendarmeria y la policía local, un operativo de saturación en el Barrio Campanario, localidad de Lavallol. Estamos trabajando con la Provincia de Bs. As. y los municipios para construir una #ArgentinaUnidapic.twitter.com/qZmGeetEq0
Otro tanto puede decirse de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, a cargo de Horacio Pietragalla, que hasta el momento y ante las evidencias sigue sin mencionar públicamente el caso, ni siquiera a modo de condolencias hacia la familia de Facundo, víctima directa de la violencia estatal. Misma actitud respecto a prácticamente todos los casos de gatillo fácil y torturas que hoy proliferan por todo el país a manos de todas las fuerzas represivas, tanto federales como provinciales.