La Nación tituló enseguida cuando se conoció el retroceso sobre la expropiación, cómo para marcar el final de una guerra, que no tuvo ni primer round.
Y la qué seguro festejo un poco, es la periodista de Telefe, Cristina Perez, que se había convertido en la primer hazaña heroica de Alberto, pero ni una cosa, ni la otra.
Realmente no es LA gran sorpresa y hay algo que se parece a un deja vu . No es que sea fácil decir, que de la izquierda algo avisamos, sino que lo grueso está en que, quién sí venía avisando, es el gobierno.
Todo aquello en donde ponían énfasis comunicacionalmente, se convertía automáticamente en su opuesto, a la hora de los hechos. Alberto se peleaba con Clarín y después se arreglaba, se la re pudría a los empresarios, pero despidieron igual, se la agitaba los usureros de la deuda, pero están por pagarle lo que piden, amagaron y retrocedieron en horas con unificar el sistema de salud, pero estamos llegando a un pico y van a faltar camas.
Y así llegamos a Vicentín, que fue una apuesta que hasta quedo corta, si lo que pretendía era acumular como propio todo el espacio distintivo de cristinismo, se quedó jugando a la 125. Alberto se mordió la lengua y engaño a varios. Petaca, con saliva y nada más.
Pero de última, el engaño es lo de menos, hay algo más peligroso de cómo el gobierno, encara sus peleas simbólicas y como terminan.
Porque toda una expectativa genuina, de millones que depositan su confianza, en cómo conducir esta crisis económica, social y sanitaria, se rompe la cara contra el piso. Y, es que la imagen positiva, está en números altos, contenidos por la situación de pandemia, pero que en hechos concretos, no encuentra muchos puntos de apoyo
¿Será hasta una necesidad, a sabiendas de la enorme crisis que se viene, bajar un poco tanta expectativa y empezar a generar, cierto clima de frustración? Eso que siempre puede justificarse con un: ’peor era Macri’.
Veamos, la pelea en estos términos, termina fortaleciendo a los Macri, a la derecha, Vicentín, los bonistas, Techint, en un gobierno donde Perotti, Berni y los acuerdos de la UIA con la CGT, no están gratis. La siempre pretendida ’relacion de fuerzas que hay que saber esperar’, es una carroza que nunca llega.
Hay que empezar a mirar los hechos, más que a las palabras y organizar la fuerza de los trabajadores, de las y los jóvenes, de manera independiente al gobierno y a la derecha, transformando esa frustración en un tiro que les salga por la culata.
Es la perspectiva que se ve en La Red de trabajadores precarios, despedidos y desocupados, en las reuniones abiertas de trabajadores y estudiantes, porque ya es insoportable, ver cómo siempre ganan los mismos.
El mundo está viviendo una convulsión y no hay vuelta a la previa de la pandemia, la única pregunta que vale, es quién va a pagar la crisis. La respuesta es ese despertar, que enfrenta al racismo, el capitalismo, los Estados y la policía.
No hay tiempo que perder, no existe más iluso, que el iluso que aún espere, que la mano se la dé, el que lo gobierne. |