Aunque las mutaciones de microorganismos presentes en animales que permiten que sean agentes patógenos en humanos, datan desde la revolución neolítica -con la intervención del humano en hábitats salvajes para extender las tierras cultivadas- existen condiciones objetivas que propician, por una parte, el desarrollo de estos mutantes y, por otra, su potencial epidémico y/o pandémico. En esta primera elaboración se tratará el primer problema, desde una perspectiva que relaciona el modelo de producción capitalista con el desarrollo de las llamadas zooantroponosis.
Un 65% de los agentes patógenos en humanos son producto de zooantroponosis -transmisión de microorganismos presentes en animales a humanos, en los que desarrolla una enfermedad- ejemplos de ello son la bacteria Yersenia Pestis- presente en las pulgas de las ratas-, responsable de la los distintos brotes epidémicos y pandémicos de peste bubónica; distintas cepas del virus H1N1 - en aves y bovinos- y H5N1 - en aves y cerdos-, causantes del ébola, gripe porcina, gripe aviar y actualmente la infección por sars-covid19; los flavivirus como el zika; el bacilo Mycobacterium tuberculosis causante de la tuberculosis; y así una larga lista de etc.
La primera observación es que este tipo de enfermedades están presentes en la humanidad desde que esta interviene concientemente los hábitats naturales para asegurar su subsistencia -como hecho concreto-, por lo que pareciera ser que la vulnerabilidad de los humanos a las antropozoonosis, es una cuestión completamente inevitable y natural, por lo que el enfoque al pensarlas, debe ser desde una perspectiva biologicista, en la actualidad, sea secuenciando estos virus o bacterias para encontrar la cura o estudiando su fisiopatología para encontrar tratamientos que disminuyan la tasa de mortalidad producto de la infección.
Sin embargo, esta perspectiva acota el análisis al estudio de lo fenomenológico, es decir al cómo se expresan las enfermedades y cómo las enfrentamos una vez que estas se estén expresando y no a prevenirlas; lo que a la luz de los hechos, por la actual pandemia es fundamental, si lo que se busca es la preservación de la vida y las condiciones de vida humana.
Para comprender la necesidad de esta una nueva mirada se toman dos casos históricos, el primero es la peste bubónica. Esta enfermedad causada por la bacteria Yersenia Pestis, que mató a casi el 50% de la población Europea a mediados del siglo XII se asociaba comúnmente a que pulgas presentes en ratas saltan a humanos y transmitían la bacteria, sin embargo un análisis de científicos Noruegos concluye que el factor preponderante eran las malas condiciones de higiene de la población -un problema social- lo que permitía la proliferación de las pulgas y por ende la transmisión de Yersenia Pestis.
El segundo caso es el virus del género Rickettsia, transmitido por distintas especies de ácaros, causante del la tifus en Rusia, que entre 1918 y 1922 mató a 2.5millones de personas. Éste encontró el momento perfecto para su propagación cuando las condiciones sanitarias se pauperizaron y los sistemas de salud colapsaron.
Sin embargo, a pesar de las mejores condiciones de higiene y salubridad en la población mundial; del avance en la producción de conocimiento científico que ha permitido el desarrollo de tecnologías como vacunas y antibióticos que hacen frente a dichas enfermedades, manteniéndose controladas, esto no ha sido suficiente para evitar la aparición de nuevos agentes patógenos devastadores. Aquí entonces, entra la pregunta ¿Por qué?. Para responder esto analizaremos algunos algunos aspectos del modelo de producción y organización capitalista que están en el seno de la generación de enfermedades zoonóticas con potencial epidémico y/o pandémico.
Deforestación, industria forestal y urbanización.
Para que se produzca la transmisión de un patógeno a humanos desde un animal, primero, y resulta casi una obviedad, estos deben entrar en contacto y la deforestación ofrece las condiciones objetivas para que ello ocurra.
Tal como lo señala una publicación en la revista “Nature” relativo al origen de los brotes epidémico del virus ébola en África central y occidental, la pérdida de bosque que implica la pérdida de su hábitat para animales como el murciélago hospedero del virus, desplaza las poblaciones de murciélagos a áreas no forestales por lo que la frecuencia de ocurrencia de interacción humano-hospedero aumenta, aumentando por ende la probabilidad de contagio, por otro lado sugiere que el factor urbanización en los límites de estos biomas tiene las mismas consecuencias, propicia el contacto, ergo, la transmisión.
Otros estudios señalan la misma relación, deforestación-zoonosis para enfermedades como la malaria en Malasia, el dengue, zika en Sudamérica, entre otros, por lo que concluyen que para reducir los brotes zoonóticos es fundamental por una parte, reducir la deforestación y, por otra , reducir la proximidad humana y el acceso a bosques recientemente dañados, cuestión que a la luz de los hechos resulta imprescindible. Sin embargo en este punto los intereses de clase entran en una contradicción irreconciliable.
En la deforestación en África, la usurpación de los recursos naturales (madereros o mineros) son producto de la actividad de capitales provenientes de países de la Unión Europea, ya en 1999 se llevaron utilidades por más de 609 mil millones de dólares y para ese año los capitales europeos tenían consignados el 40% de la cobertura boscosa de África para actividad maderera, así lo consigna el libro “África, bosques en peligro”
Malasia es el país con mayor tasa de deforestación a nivel mundial y el motor de la devastación del bosque es la plantación de monocultivo de Elaeis Guineensis, palma que tiene por fruto el miocarpio del que se obtiene el aceite de palma, que por su bajo costo es el preferido de transnacionales como Nestlé o Kraft, además de ser muy utilizado en la industria cosmética.
En Brasil, que año a año se alerta de la presencia de virus que tienen por vectores a mosquitos en la transmisión de virus como el dengue, zika o el de la fiebre amarilla, es uno de los países que más cubierta vegetal pierde anualmente. En 2019 los datos generados por el DETER, sistema de alerta para apoyar la supervisión y el control de la deforestación, fueron proporcionados por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE por sus siglas en portugués), y señalaron un aumento de 88% de desmonte en la foresta amazónica comparativo con con 2018, situación que generó tensiones con Bolsonaro que ha sido un férreo defensor de los intereses del imperialismo yankee en Brasil, regalando la Amazonia a capitales estadounidenses de actividad minera y agrícola. Aunque esto no se remite a la gestión del ultraderechista, el PT tampoco jugó un rol en detener la usurpación de tierras a los pueblos indígenas para extracción y producción capitalista, poniendo de la misma manera, en riesgo la vida de las mayorías.
La Industria cárnica
Como regla general, mientras mayor sea el contacto entre virus, mayor es la probabilidad que se generen mutaciones con potencial pandémico. En la industria cárnica, cerdos, bovinos y aves se encuentran en condiciones de hacinamiento y con distintos microorganismos co-circulantes (en el mismo lugar, al mismo tiempo), generando así las condiciones óptimas para una acelerada mutabilidad de las cepas, las cuales al interactuar en el mismo hospedero, pueden recombinar sus materiales genéticos (se combinan literalmente) dando lugar a nuevas cepas que pueden actuar como patógenos en el humano. Este esquema (simplificado), es el que se presume puede haber dado origen a la gripe aviar por el virus de la cepa A/H5N1 y la porcina por el virus A/H1N1, esta última fue una pandemia que durante 2009 y 2010 causó la muerte de casi 300 mil personas a nivel mundial y generó un duro golpe económico y social post crisis económica, en países como México, donde zonas tuvieron que parar la producción para impedir la propagación de esta enfermedad altamente contagiosa y que generó además el colapso del sistema de salud.
Es claro que la industria cárnica alberga un potencial foco de enfermedades infecciosas, pero así como en el caso de la deforestación, el cuestionamiento a este modo de producción choca con los los intereses económicos de capitalistas.
Según datos de la FAO, la producción mundial de carne en 2018 se estima en 336,4 millones de toneladas, un 1,2 por ciento más que en 2017, originada principalmente en los Estados Unidos, la Unión Europea y la Federación Rusa, pero parcialmente compensada por una disminución en China y el estancamiento en Brasil, dos de los mayores productores de carne del mundo.
El comercio de animales exóticos
La hipótesis con mayor sustento, acerca de los orígenes del virus del covid19 apuntan a la transmisión producto del contacto de animales silvestres con humanos. El consumo de animales silvestres, alberga el peligro de transmitir microorganismos que nunca debieron entrar en contacto estrecho con humanos ya que sus hábitat son distintos, por tanto para mucho de estos microorganismos el humano no ha desarrollado mecanismos de defensa ni tratamientos para curar enfermedades que produzcan, por lo que de existir contagio, las consecuencia pueden ser impredecibles.
El comercio de animales exóticos en China era una actividad legal hasta que fue prohibida, producto de la pandemia, en febrero de este año. Estas operaciones con permiso oficial producen alrededor de 20 000 millones de dólares en ingresos anuales, según un informe respaldado por el gobierno en 2016. La oficina forestal estatal ha sido la principal fuerza de apoyo del uso de la vida silvestre, mientras que a la luz de las ganancias, las autoridades locales ven como una oportunidad para el desarrollo.
Además estos productos exóticos buscarían su masificación si el proyecto por re establecer la ruta de la seda de Xi Yin Ping, llega a concretarse, lo que involucraría su comercio con 65 países y más de la mitad de la población mundial.
Relación del capitalismo con la Naturaleza
Se muestra, entonces, que en el seno de las actividades anteriormente descritas se alojan tendencias degradantes, como el aumento de las probabilidades de existencia de mutantes patógenos en humanos altamente infecciosos que amenazan con matar -y han matado- a millones. Con ello se responde al porqué se han generado varias de estas enfermedades a pesar de que los conocimientos científicos han avanzado.
La naturaleza al formar parte de la vida práctica del humano -de donde obtiene los recursos para su subsistencia, como alimentación y abrigo- proporciona la materia para la vida misma. Ahora bien, en lógica capitalista, la naturaleza presenta una oportunidad de crear nuevos nichos de acumulación, no se interviene en función de la subsistencia de la humanidad en su conjunto, de mejorar las condiciones de vida, de un desarrollo progresivo, sino que en función de generar la mayor tasa de ganancias posibles para un sector minoritario, así cada vez que se ejerce una actividad productiva -como en la minería, la industria maderera, el consumo de agua para abastecer mayoritariamente a industrias, entre otras- las implicancias ecológicas y por tanto sociales que devienen del cómo se interviene, no forman parte de las preocupaciones.
Por ejemplo, a pesar del importante impacto del carbono en la variación de la temperatura promedio del globo desde el inicio de la industrialización, sigue siendo el combustible más usado por su bajo costo de producción; a pesar de que la desmedida utilización de herbicidas en las plantaciones agrícolas transgénicas esconde el peligro latente de que una especie genere resistencia -como ya se ha visto con la resistencia de bacterias a antibióticos- y se transforme en plaga interviniendo negativamente los ecosistemas naturales, son muy utilizados para asegurar toneladas de cosecha.
Y las posibilidades de reinventar el capitalismo en base a otra relación con la naturaleza son pura utopía, un claro ejemplo es la soja. Los crecientes cuestionamientos a la mercantilización de animales en la industria cárnica y cambio de dieta, y la posibilidad de la industria cárnica de abaratar costos en alimento para bovinos cerdos y aves, han significado factores de crecimiento del negocio de la soja. Negocio que en Brasil ha devastado gran parte del Amazonas y que en Argentina expone a la población a agro-tóxicos mutagénicos.
Por tanto, estas tendencias degradantes, no son particularidades de ciertas actividades productivas sino que son propias del capitalismo. El actual modelo de producción y organización social es el responsable de generar las condiciones óptimas para las antropozoonosis, amenazando constantemente la vida de millones.
Necesidad de una salida desde las y los trabajadores
Así el mero derecho a la vida implica un cuestionamiento inevitable a la propiedad privada, las utilidades obtenidas de las madereras, minería e inmobiliaria, responsables de la deforestación; de la industria cárnica; y comercio de animales exóticos son multimillonarias. Las necesidades de las y los trabajadores y sectores populares, con las del capital son diametralmente opuestas, es por ello que esta salida sólo será posible si quienes mueven la producción se hacen del poder y dirigen la sociedad. Una donde las necesidades sociales estén al centro de la planificación económica y social, que incluye una mejor relación con el resto de los seres vivos y el medio ambiente, al no tratarlos como mercancías, como hace el capitalismo, sino como seres vivos. |