Ya pasamos la mitad del año y en medio de la mayor crisis sanitaria de los últimos 100 años han quedado al descubierto los verdaderos intereses de los gobernantes y sus jefes los empresarios.
El ánimo triunfalista del gobierno que planteó en su momento estar mejor preparados que Italia para recibir la pandemia, ha transformado a Chile en uno de los países con más contagios a nivel mundial por millón de habitantes. El gobierno de Sebastián Piñera con su discurso criminalizador, a punta de represión, ha tratado de culpar al pueblo y a los trabajadores de esta crisis.
Pero para quienes salimos de nuestras casas para traer el pan a la mesa para nuestras familias, sabemos que la situación es muy diferente, el hacinamiento, el transporte público, los viajes a los aeropuertos y las nulas medidas sanitarias nos expone día a día al contagio, para qué hablar de la paralización efectiva de los sectores no esenciales para proteger a trabajadores y trabajadoras, eso se ha transformado en un horizonte lejano mientras los contagios en zonas como la segunda región aumentan explosivamente, cobrando vidas de decenas de vecinos, trabajadores, adultos mayores e incluso niños o niñas.
Para compartir con nosotros la experiencia de continuar trabajando en medio de esta crisis, difundimos el testimonio de un trabajador de la minera Doña Inés de Collahuasi, una faena ubicada en una serie de valles llenos de especies protegidas de carácter animal como vegetal, a más o menos 4 horas de Alto Hospicio y a unos 10 kilómetros de la frontera con Bolivia, donde la altura ronda los 4200 metros sobre el nivel del mar.
Collahuasi es una de las mineras con las ganancias más altas en el periodo 2019 -2020, en ella trabajan alrededor de 1500 a 3000 personas según la producción.
A continuación su testimonio:
"Soy trabajador contratista de una de las tantas empresas que le prestan servicio a Collahuasi hace unos dos años. Trabajar aquí es duro en términos físicos por la altura que no es menor, la cual te genera una especie de cansancio y un peso constante en el cuerpo, esto acompañado de un frío, muchas veces insoportable, que incluso ronda los 10 grados bajo 0.
En el contexto de esta pandemia lo primero que pasó, es que los puestos de trabajo se redujeron en un 40%, ya que suben a trabajar sólo los que están involucrados en los avances del proyecto.
Además de esto, quienes suben deben pasar el examen rápido de COVID-19, sólo contando con este examen negativo estás habilitado para subir, sin embargo, al término del turno no hay ningún tipo de examen; es decir, les importa que no subamos contagiados, pero si nos contagiamos arriba no les importa que llevemos el virus a nuestras casas y contagiemos a nuestras familias.
Los turnos fueron modificados rápidamente, hoy la mayor parte de quienes trabajamos en esa minera tenemos extensos turnos de 14x14, es decir, una moderna forma de esclavitud se ha articulado “a causa del coronavirus” nos dicen, nosotros sabemos que es sólo para no parar de producir. Esto tiene costos, nuestra salud mental se ha visto fuertemente afectada, durante 14 días no existe ninguna instancia de recreación o distracción, nos levantamos de madrugada, comemos, vamos a faena, volvemos, comemos, nos bañamos y a dormir, así día tras día. Una rutina robótica, a lo que se suma la casi nula interacción entre los compañeros de trabajo, para evitar el contagio. Lo paradójico de esto es que todas esas estrictas medidas que sólo deterioran nuestra salud mental y física, poco y nada tienen de peso si durante las filas del casino nos amontonamos decenas, o si usamos 35 ó 40 personas el mismo baño. Es decir, desarrollan “medidas de cuidado”, pero solo en nuestro desmedro porque no se ha invertido en un testeo efectivo y total para evitar los contagios, ni la modificación del campamento que evite realmente el contagio, todo en resguardo de los costos.
Por otro lado, una gran cantidad de trabajadores ha sido despedido y otros que no han podido subir a trabajar porque justo se cruzaron con alguien contagiado en el bus o avión, lo que ha dejado a la faena sin cuadrillas enteras, duplicando o triplicando la carga de trabajo de quienes suben a trabajar. Dentro de la faena los contagios también han ido en aumento y no son pocos, sin embargo, sólo nos enteramos de los trabajadores contratistas y subcontratistas a través del correo de brujas; de los trabajadores de planta, ni luces.
Durante el estallido muchas ideas rondaban nuestras cabezas, peleamos durante meses por un horizonte con mejores condiciones para todos los trabajadores del país, para nuestras familias, nuestras hijas e hijos, pero azoto la pandemia y lejos de mejorar todo empeoró. Sin embargo, lo que nadie dice es que no empeoró sólo porque la crisis sea enorme, sino porque los costos de esta están cayendo sólo sobre los hombros de nosotros, los trabajadores. Hoy leía en las noticias que Collahuasi había elevado sus ganancias en el segundo trimestre, sus ganancias se han elevado a costa de nuestra salud, física y mental, a costa de exponer a nuestras familias, a costa de una nueva forma de esclavitud moderna que nos tiene produciendo sin parar. Creo que esto debería darse vuelta, que quienes más tienen deberían pagar más, para que los millones que hoy nos vemos expuestos al contagio estemos más seguros, sin embargo, sé que eso sólo lo conseguiremos el día que nos decidamos a arrebatarlo". |