“Los sindicatos y la solidaridad internacional cambiaran la industria textil. ¡Si se puede!”. Así lo anunciaba este viernes el organizador sindical Andrew Tillet-Sacks desde Myanmar.
En mayo de 2020 unas 300 trabajadoras de la fábrica textil Rui-Ning fueron despedidas, poco después de haber inscripto un sindicato. Entre los despedidos estaba Kyaw Thu Zaw, el presidente del sindicato. Un caso similar se vivió en la fábrica Huabo Times, donde 100 trabajadoras fueron despedidas después de formar el sindicato.
Las trabajadoras escribieron entonces una carta dirigida a Amancio Ortega, para exigir la readmisión y denunciar las condiciones laborales: “Cuando comenzó la pandemia, muchos trabajadores como nosotros continuaron fabricando su ropa incluso cuando la dirección de la fábrica inicialmente no nos concedió medidas de seguridad como mascarillas y distanciamiento social para protegernos a nosotros y a nuestras familias de la Covid-19. Ahora, la dirección ha aprovechado la crisis mundial como una oportunidad para destruir nuestros sindicatos, despidiendo a los miembros del sindicato en masa", denunciaron.
La respuesta del grupo Inditex fue tomar distancia de las decisiones de sus proveedores, como si no tuvieran nada que ver con las condiciones laborales que allí se imponen. Amancio Ortega, el dueño del grupo Inditex, tiene una fortuna personal de 62 mil millones de euros y está considerado entre los 10 hombres más ricos del mundo. Pero el secreto detrás de esa fortuna se llama explotación, trabajo en condiciones semiesclavas y persecución de los sindicatos.
Después de varios meses de lucha, con sentadas permanentes frente a la fábrica y apelando a la solidaridad internacional, las trabajadoras han logrado la readmisión. Es un primer triunfo en esta batalla contra la industria maquiladora mediante la cual las grandes marcas europeas logran super beneficios en base a la mano de obra barata en el Golfo de Bengala, la India o América Latina. Nuevas relaciones laborales en un capitalismo globalizado que utiliza la internacionalización de las cadenas de suministro y la explotación jerarquizada de la mano de obra a nivel mundial, aprovechando los costes diferenciales, peores condiciones laborales y las mayores dificultades para la organización sindical.
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