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23 de julio de 2020 Twitter Faceboock

ENTREVISTA
Ester Cohen: "En la cárcel, la salud y la educación son derechos imposibles"
Andrea Lopez

La docente y referente del Sindicato de Docentes y Educadores en Contextos de Encierro, que desde hace quince años da clases en el Complejo Penitenciario de Florencio Varela, cuenta desde adentro cómo es trabajar en una escuela de cárcel y cuál es la situación de las personas presas en los penales bonaerenses.

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La pandemia puso en evidencia la gravísima situación en la que miles de personas están presas en nuestro país y en el mundo. Pero desde hace décadas las condiciones inhumanas de detención, el hacinamiento, las torturas, el hambre, las muertes por enfermedades prevenibles y en manos de los Servicios Penitenciarios, se mantuvieron hasta la actualidad por todos los Gobiernos.

Lo que se sabe sobre lo que sucede dentro de las cárceles del país, poco o casi nada proviene de fuentes oficiales, que mantienen lo más oculta posible la realidad de las más de cien mil personas que están privadas de su libertad.
Lo que sale a la luz, es por las denuncias de las y los presos, sus familiares y organismos de derechos humanos.

Entrevistamos a Ester Cohen, docente en el Complejo Penitenciario de Florencio Varela desde hace quince años. Además es Secretaria de Organización y Movilización del Sindicato de Docentes y Educadores en Contextos de Encierro (Sidece).

Las y los docentes de las escuelas de cárcel conocen profundamente ese mundo casi invisible, pero brutal. Nada tienen que ver con el Servicio Penitenciario, trabajan en relación de dependencia de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires.

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¿Cómo es ser docente de cárcel?

Lo primero que me gustaría decir es que la escuela de cárcel es el único lugar de resistencia y construcción de la subjetividad que tiene un ser humano encerrado.

La escuela de la Unidad 23 de Florencio Varela
La escuela de la Unidad 23 de Florencio Varela

Yo doy clases de Filosofía y Educación Cívica en todas las Unidades Penales del Complejo de Florencio Varela. Allí el Servicio Penitenciario bonaerense asesinó a Federico Rey, durante una represión mientras junto a los demás detenidos reclamaban lo mismo que miles de presos de las cárceles de todo el país ante la pandemia.

Este pibe tenía veintidós años, una hijita de meses, estaba por salir. Hacía cuatro años que estaba preso por el robo de un celular, sin antecedentes, con mucho miedo por morir de Covid_19 en la cárcel. Los presos hicieron una protesta para ser escuchados, no un motín, y los agentes penitenciarios los atacaron con balas de plomo.

El servicio penitenciario de Varela alberga a 1.500 detenidos, organizados en pabellones con capacidad para setenta internos que alojan a más de ciento cuarenta. Se trata de la primera en el país en registrar a un interno contagiado de coronavirus, y alberga a gran cantidad de presos que se encuentran dentro del denominado grupo de riesgo.

Los que tienen la suerte de venir a la escuela a veces se quedan dormidos, porque es el único lugar donde pueden hacerlo tranquilos. Hay celdas que son para dos personas con dos cuchetas y hay diez encerradas ahí, nadie podría dormir en un contexto así. Los meten en esas celdas a las cinco de la tarde y los sacan a las ocho de la mañana del otro día, eso es tortura.

¿Quiénes y en que condiciones están las y los presos en las cárceles bonaerenses?

La gran mayoría de las personas presas, lo están por delitos contra la propiedad o venta al menudeo de drogas. El 60 % de ellas no tienen condena, pasan años y años encerradas esperando un juicio en lo que yo llamo un infierno, eso son las cárceles.

En las cárceles de la provincia de Buenos Aires, el hacinamiento es de más del 110%, hay 24.000 plazas y 45.000 presos. Si bien la pandemia recrudeció las condiciones inhumanas de detención, en las cárceles se tortura y se mata a diario.

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Hace unos días apareció un preso en la Unidad 24 ahorcado, dicen que se suicidó, pero estaba atado a una reja, sentado, o sea, ¿cómo alguien se ahorca sentado? Hace dos días en Olmos, murió un pibe de treinta años, porque tenía una traqueotomía tapada, no lo sacaron a Sanidad, y murió, eso es de todos los días.

Hay ratas que se caen de los techos, las cárceles son sucias y eso es política de Estado, son lugares sucios e inseguros donde muere gente por enfermedades evitables como la tuberculosis, que ya estaba erradicada.

No quiero dar golpes bajos, pero la sociedad debe saber que el preso es un ser humano, que vive en condiciones inhumanas y que puede morir en cualquier momento por enfermedades evitables, hasta por una infección en una muela.
Y en este momento de pandemia, la situación se agrava día a día.

Desde que trabajás allí, ¿viste cambios?

Esta situación se agudizó en los dos últimos años del gobierno anterior, porque el criterio político, fue encarcelar preventivamente a la mayoría de los excluidos del sistema económico. Por eso en las cárceles hay muchas mujeres acusadas de narcomenudeo, o muchos pibes pobres acusados de arrebatar un celular en la calle, entonces van directamente a una cárcel, y quedan allí, sin juicio a la vista, y por muchos más años de los que marca la ley para una prisión preventiva.
Por esto, las cárceles se llenaron de gente, mucho más que el promedio histórico, porque fue política de Estado, pero el encarcelamiento indiscriminado ocurrió durante todos los Gobiernos.

Además, se reformó el Código Procesal, por lo cual, muchos presos con determinadas causas, que podían acceder a beneficios, con el nuevo Código no pueden hacerlo. Subrayo, entonces, que la famosa "puerta giratoria", eso de que entran por una puerta y salen por la otra, es falso, entran muchos y muchas y no sale nadie.

¿Cuál es en general el nivel educativo de las personas presas antes de ser detenidas?

En general, los presos cursaron algunos años de la escuela primaria, pero hay muchos que son analfabetos, la mayoría cursa sus estudios en la cárcel, dado que antes no han podido ir a la escuela por razones muy conocidas: desempleo de sus padres, pobreza, necesidad de salir a trabajar desde pequeños, vivir en la calle.

La educación: un derecho casi imposible para los presos

Las escuelas de cárcel no pertenecen al tratamiento penitenciario, sino todo lo contrario, la Escuela no participa del legajo del alumno preso, la Escuela no da informes, ni participa de ninguna forma de los informes criminológicos. El certificado de estudios es como el de cualquier escuela pública de la Provincia, en la cárcel hay Escuela Primaria y Centros Educativos de Nivel Secundario para adultos (CENS), Terciarios y Universidad.

Las posibilidades de acceso a la escuela dependen de la Unidad Penitenciaria en la que esté el preso. Hay cárceles que tienen setecientas plazas pero alojan a mil quinientos presos, entonces se hace difícil el acceso a la Escuela, cuya infraestructura alcanza para tener alrededor de 100 alumnos en primaria y otros cien en el (CENS). Algunas cárceles como Olmos, tienen turno vespertino, pero son las menos, la mayoría tiene mañana y tarde, y a las cinco de la tarde el preso debe estar en el pabellón.

Puede pasar que haya trescientos presos en lista de espera para entrar a la escuela, por ejemplo en la Unidad 23 de Florencio Varela, la estadística dice que un 10 % de los presos de una Unidad Penal pueden ir a la escuela. Lo importante a destacar es que aquél preso que pasa por la escuela, en un 95 % no reincide.

Ester con sus alumnos egresados en 2019
Ester con sus alumnos egresados en 2019

La última vez que tuvimos contacto con nuestros alumnos fue en en febrero cuando tomamos examen, dimos clase una semana, y luego comenzó la cuarentena.
Desde ese momento, no tuvimos contacto con los alumnos, salvo en casos particulares, pero como institución educativa, la misma quedó cerrada.

En cada escuela hay un encargado que es un penitenciario, quienes son los están en contacto con los alumnos y manejan todas las cuestiones referentes a listas de alumnos para recibir el Plan Progresar, por ejemplo, informes sobre la matrícula, y recepción de una serie de cuadernillos que envió el Ministerio de Educación de la Nación y luego el Programa Provincial de Contextos de Encierro. O sea, que la continuidad pedagógica en las escuelas de cárcel, depende hoy de los Servicios Penitenciarios, tanto el bonaerense como el federal, lo cual nos preocupa a los docentes y directivos.

¿Qué opinás del imaginario social de que la cárcel debe resocializar al preso?

El imaginario social, es que el preso "se debe pudrir en la cárcel", nadie cree que la cárcel resocializa, porque las condiciones de encierro son tan horrorosas que nadie puede salir mejor de allí.

Rescato a la escuela como la gran herramienta de resistencia, de poder de subjetivación, que hace que el preso se sienta un ser humano como cualquier otro.
Adentro de la cárcel hay seres humanos, el tratamiento penitenciario es reducción absoluta de la subjetividad de un ser humano a la nada. La cárcel es un deposito de cuerpos, un lugar donde se arrasa la subjetividad.

Docentes de cárceles precarizados

Ester cuenta cómo las y los docentes de cárceles se fueron organizando por sus derechos. "Este Sindicato, nació hace 10 años, cuando comprendimos que la necesidad de defender nuestras condiciones de trabajo y estabilidad laboral, sólo podía hacerse a través de un gremio y no de una asociación civil, como nos agrupaba antes. Las escuelas de cárcel, surgen de un convenio entre los Servicios Penitenciarios y los Ministerios de Educación. Como escuelas conveniadas, la situación de los docentes es de Provisional, por lo cual, si cambiase un plan de estudios por ejemplo, el docente se queda sin horas, porque no puede ser reubicado. No estamos en el Estatuto del docente, o a veces si, y a veces no, según lo que convenga al funcionario de turno, no estamos en el movimiento anual docente, no podemos titularizar cargos ni horas. O sea, somos trabajadores precarizados".

Los docentes de cárcel estamos expuestos a todo tipo de enfermedades, no hay ninguna condición de higiene, ni siquiera en la escuela, hay escuelas que no tienen baño, ni para alumnos ni para docentes, las cucarachas caminan por paredes y pisos, las ratas caen de los techos o están en un patio adyacente a la escuela.

Esto es real, no es una película de terror, los alumnos van enfermos a la escuela, de tuberculosis, de HIV, con colostomias, con heridas infectadas, con muelas infectadas. El docente no es una especie de apóstol, uno sabe en qué condiciones va a trabajar, pero la sociedad no tiene idea de estas cosas, y algunas personas salen a cacerolear sin saber de qué se trata.

¿Cuáles pensás que serían las medidas que deberían tomarse para resolver todo esto?

Hay dos clases de medidas: las de fondo y las urgentes. Las urgentes serían que comiencen a excarcelar a quienes corresponda: presos con condena cumplida, presos que les falte pocos meses para cumplir su condena, presos en condiciones de acceder a un beneficio, presos en grupo de riesgo por enfermedades preexistentes

Y medidas de fondo, como rever la política criminal del país, derogar los artículos nuevos de 2017 del Código Procesal, que empeoran mucho la situación procesal de los presos, porque eliminan el concepto básico de progresión de la pena, volver al 2 x 1, que fue derogado por las leyes Blumberg.

Fundamentalmente, no utilizar la cárcel como único recurso de retribución a la sociedad por un delito cometido y también revisar la práctica de las prisiones preventivas para encerrar a la población previamente criminalizada. Lo que debe pasar es estudiar procesos de criminalización de las poblaciones y los intereses a los que responden.

El Estado es responsable

En un reportaje radial el presidente Alberto Fernandez, hace unas semanas señaló: "A un Gobierno se lo juzga por sus cárceles". El estado de las cárceles y las condiciones inhumanas que se mantienen desde hace décadas, en las que miles de personas están privadas de su libertad, dejan a la luz que es una política de Estado.

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