Lidia Fernández
| Marrón Salud - Integrante de la Comisión de Género del hospital Durand
En el medio de la escalada de contagios en el AMBA, el hospital se acerca al anunciado límite de su capacidad de camas de terapia intensiva (UTI) tanto las asignadas al Covid-19 como las que no. Mientras, la tasa de contagios entre sus trabajadores sigue subiendo. Es necesaria la lucha y la organización para enfrentar la crisis sanitaria y hacer valer nuestras vidas.
El gobierno ha optado por tomar el insistente reclamo del sector empresario de flexibilizar la actividad económica, permitiendo la apertura de más lugares de trabajo contra cualquier recomendación sanitaria. A partir de ese momento se han disparado la cantidad de casos y muertes, convirtiéndose los lugares de trabajo en los nuevos focos de contagio. Es que tampoco fue la prioridad empresaria garantizar condiciones de salubridad para activar los lugares de trabajo.
Según los datos relevados por el Observatorio en el Área Metropolitana de Buenos Aires de La Izquierda Diario, se han duplicado la cantidad de casos en fábricas y empresas las últimas tres semanas en el AMBA. Más que claro está que no se trata de la responsabilidad individual ni de “indisciplina social” como planteó el Ministro de Salud nacional, Ginés González García, sino de que se priorizaron las ganancias empresarias antes que la salud de los trabajadores.
De la mano de esto, se ha informado que la ocupación de camas de terapia intensiva en el AMBA alcanza un 80%. En el hospital Durand, luego de varios meses de reclamos por falta de personal, de infraestructura, de licencias por grupo de riesgo, por los contagios entre trabajadores y la lamentable muerte de un trabajador, se ha llegado al tan anunciado colapso del hospital, con una ocupación de camas de terapia intensiva (UTI) de casi el 100%, mientras sus trabajadores asisten a jornadas agotadoras por la sobrecarga de trabajo. Al respecto, el secretario general de ATE, Héctor Ortiz, dice que faltarían 60 enfermeros para terapia intensiva.
Al colapso del hospital se suma la alta tasa de contagios entre sus trabajadores. Según los datos recogidos por el Observatorio de Salud de La Izquierda Diario, desde que empezó la pandemia se han contagiado en el Durand 176 personas de planta, entre ellos 36 nuevos confirmados esta semana, 20 de limpieza, 4 de mantenimiento y 1 de la cocina; mientras aún esperan por el resultado del hisopado más de 120 personas. El crecimiento de contagios de esta semana sobre el total arroja un aumento de casi el 22%. Como vienen denunciando, los equipos de protección personal (EPP) no son adecuados en cantidad y calidad ni tampoco los protocolos. Entre ese total de 201 trabajadores contagiados se encuentra Julio Gutierrez, enfermero de pediatría que falleció después de que tardaran 2 meses en otorgarle la licencia por grupo de riesgo. Aún hoy muchos compañeros continúan reclamando licencias.
Situaciones similares encontramos en otros hospitales, tantos públicos como el Posadas, Garrahan, Piñero, como en los privados donde también se encuentran cerca del colapso.
Se nos dice desde los gobiernos, los sindicatos, las direcciones de los hospitales, que se está haciendo todo lo posible, pero esta situación no es inevitable. Cabe la pregunta sobre cómo se aprovechó el tiempo desde que comenzó la pandemia para equipar los desfinanciados hospitales adecuadamente para enfrentar el pico. O qué pasó con la necesidad de testear tempranamente como había dicho Ginés para evitar el colapso. Lo cierto es que mientras se destinaron un montón de recursos para empresarios (en la salud tenemos el caso de Swiss Medical y el manejo de la caja de IOMA) y al pago de una deuda ilegal ilegítima y fraudulenta, aún sigue sin implementarse un impuesto a las grandes fortunas ni la reconversión de la industria para equipar el sistema sanitario. Tampoco la centralización del sistema de salud para una mejor administración de los recursos disponibles.
Se hace necesario enfrentar los atropellos patronales con la organización de todos los que trabajan en los hospitales, peleando por todos los insumos, protocolos, licencias, testeos y todo lo que sea necesario para la protección de su salud y la de los pacientes. Poner en pie Comisiones de Seguridad e Higiene, como sucedió en el Rivadavia y en el Garrahan, serviría para que los mismos puedan hacer relevamientos propios y proponer las medidas necesarias para que se cumpla lo que se necesite en los hospitales. Los sindicatos, ATE, AMM, Sutecba, también deben pasar de la denuncia a la acción, llamando a asambleas en las que participen todos los sectores para votar un paro y plan de lucha. Es urgente que los trabajadores junto a los pacientes tomen las decisiones sobre cómo enfrentar a la pandemia y a la crisis porque sus vidas valen mucho más que las ganancias de unos pocos.