La crisis sanitaria, producto de la pandemia por el Covid-19, llega a la universidad en un contexto de desfinanciamiento sistemático.
Durante el año 2018, en todo el país, nos pusimos de pie estudiantes y docentes, reclamando presupuesto para la universidad, ganamos las calles con impactantes movilizaciones frente al ataque del gobierno de Macri, que aplicaba un brutal ajuste y devaluación y que se continúa hasta hoy.
Alberto Fernández, lejos de revertir esta situación, mantiene como prioridad pagarle a los estafadores que se beneficiaron con la deuda que tomó el gobierno de Macri; sostener subsidios a empresas millonarias, que se encuentran entre las más ricas del país, y en algunos casos del mundo, como Techint de Paolo Rocca, a los Ceos de Mc Donalds, Clarín, Swiss Medical, etc. También blanquea porcentajes no registrados de salarios de las fuerzas armadas, aumentando el presupuesto para represión.
A pesar de que atravesamos una pandemia, el desfinanciamiento en el área de salud pública también sigue siendo política de Estado.
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En los meses que van de la cuarentena ya son más de cinco millones de trabajadores y trabajadoras afectadxs por despidos, suspensiones y ataques al salario, lo cual evidencia un aumento en la precarización laboral.
La educación no es la excepción. En estos tiempos en lo que se nos exige continuar con nuestros estudios a través de clases virtuales, las desigualdades sociales se dejan ver más que nunca. Imposibilidades de acceso a internet, no contar con los dispositivos necesarios son de las dificultades más recurrentes, pero no las únicas. Los avances en la precarización de las condiciones de vida en general afectan directamente las posibilidades de continuar con los estudios, incluso de aprender.
Desfinanciamiento universitario y malestar estudiantil
Las universidades públicas están colapsadas por falta de inversiones y un creciente desfinanciamiento. Las obras tardías de edificios, los equipos tecnológicos ineficientes, la falta de personal esencial, las trabas burocráticas y formalidades académicas hacen más complejo el acceso y permanencia de la juventud en las aulas.
La creciente deserción no es solo debido a la falta de acceso a internet y dispositivos para la conexión.A esto se suma que muches estudiantes tenemos que trabajar para poder sostenernos en la universidad y hemos vivido en carne propia cómo se acrecentó la precarización laboral durante este período, teniendo que cambiar de trabajos o haciendo changas o quedándonos sin trabajo. Esto muestra que la situación económica para los trabajadores es cada vez más crítica y repercute en la realidad de las familias, al no tener las condiciones para poder enfrentar la pandemia; e inevitablemente tiene sus consecuencias en las posibilidades de continuar con los estudios.
Estas situaciones no son consideradas desde las instituciones. Los anuncios de las autoridades se limitan a referirse a la “adaptación” y “esfuerzos personales” para permanecer con el cursado virtual.
Asimismo, se denuncian otras irregularidades institucionales como la falta de inicio de cursadas, que en algunos casos se debe a que no hay nombramiento de docentes; y la imposibilidad de acceder a títulos o certificados de finalización de estudios, lo cual impide que los estudiantes puedan ejercer como profesionales e incluso perdiendo cargos. La toma de finales es un tema que no se aborda de cara a la comunidad educativa, donde docentes y estudiantes participemos de la discusión.
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Aumento de la precarización docente
Sumado al gran número de docentes que trabajan ad honorem, esta crisis ha golpeado fuerte las condiciones laborales de los profesionales de la educación, flexibilizando su trabajo a través de la sobrecarga de tareas y la exigencia de disponibilidad horaria constante.
En un intento por reinventar la didáctica y la pedagogía adaptada a la virtualidad en un contexto nada favorable, son sus propios recursos materiales los que son dispuestos para el dictado de clases. Muchas cátedras están conformadas por solo un/a docente, lo cual dificulta aún más la tarea y el seguimiento pedagógico; y muchxs otrxs docentes se quedaron sin poder acceder a un trabajo y sin ingresos, debido al hecho de que no se realizaron los nombramientos.
Que la educación no sea un privilegio de unos pocos
El gobierno nacional junto con las autoridades, ponen en manos de gestiones privadas y multinacionales el conocimiento y el desarrollo científico y social que se genera en las universidades. Las obras y acuerdos anunciados son en beneficio de empresas privadas y no para resolver los problemas que denuncian estudiantes y docentes.
Mientras ellos hacen negocios a nuestras espaldas, miles de pibas y pibes nos quedamos sin poder seguir estudiando y sometiéndonos a trabajos cada vez más precarios.
Necesitamos que los recursos materiales e intelectuales de las instituciones universitarias sean puestos al servicio de enfrentar la pandemia.
Desde la presidencia del centro de estudiantes de la FACEP se ha hablado con los medios de comunicación y dicen representar al estudiantado, sin embargo no se ha impulsado instancias para que se expresen nuestras voces y organizarnos. Por su lineamiento político al Gobiernos Nacional, callan de forma cómplice la exigencia de presupuesto y, en particular, la denuncia sobre el desfinanciamiento y los pactos de la UNCo con las petroleras.
Necesitamos asambleas estudiantiles para discutir una salida. El centro de estudiantes tiene que convocar a espacios de diálogo e intercambio con todo el claustro estudiantil en perspectiva de buscar salidas estructurales a la crisis. Desde En Clave Roja nos estamos organizando, y te invitamos a dar juntos la pelea en Defensa de la Educación Publica y nuestro futuro.
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