Gráfico elaborado por investigadores y científicos del Instituto Balseiro, CONICET, CNEA, Universidad del Comahue y Universidad de Río Negro.
El lunes, luego de la confirmación de 129 nuevos casos en 48 horas, se agravó la situación sanitaria de la ciudad. Del total de los casos de la provincia, la mitad se encuentran en Bariloche. Quizás a esto se refería el ex-gobernador Weretilneck cuando dijo “en salud necesito un contador” y nombró como ministro a Fabián Zgaib licenciado en Administración. Como venimos denunciando en este medio evidencia la falsa dicotomía entre salud y economía cuando ambas afectan al conjunto de la población. Las medidas de flexibilización de la cuarentena tuvieron detrás la presión del empresariado local. Se abrieron bares, cafeterías y hasta el Cerro Catedral. Mucha contradicción ya que mientras Gaudio llega con su novia a Bariloche para esquiar en un centro privado, se envían centenares de efectivos de las fuerzas represivas a controlar a quien tiene que salir a trabajar porque vive al día.
El director del hospital Leonardo Gil anunció en declaraciones radiales que “de cada 10 personas que se vienen a testear, 9 dan positivo”. De allí se desprende la estimación de que habría 15 mil infectados en Bariloche, siendo la mayoría asintomáticos. En este escenario se dejaría de testear porque “no se puede testear a toda la población”. Es claro que esto no es posible, y no nos referíamos a testear a todos cuando desde el comienzo hablábamos de la implementación de test masivos para detectar focos de infección, planificar aislamiento por sectores e incluso hacer rastreo de contactos a partir de los contagios. Para eso, como ya dijimos, era necesario centralizar el sistema de salud bajo la órbita del Estado, trabajar junto a los profesionales de las universidades públicas y el CONICET. Pero nada de esto se hizo, ni siquiera se testea a los bebés que ingresan a la unidad de terapia intensiva siendo que serían menos de 10 test al mes los necesarios. La gobernadora Carreras avisa que “se viene una etapa de cierre porque si no mucha gente va a morir”. La realidad es que cerrar no va a aumentar el número de camas UTI con respiradores (son 54, se duplicaron ante la emergencia sanitaria) ni tampoco el personal de salud que está trabajando en malas condiciones, precarizados, sobrecargados y sin elementos de protección personal.
Frente a la crisis del sistema sanitario y la sobrecarga de los trabajadores de la salud, desde el Partido de los Trabajadores Socialistas, nos organizamos en plenarios nacionales para discutir ampliamente cuáles son las medidas y acciones necesarias que la clase trabajadora tiene que impulsar para proponer una salida por izquierda e independiente a la crisis que nos atraviesa.
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