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7 de septiembre de 2020 Twitter Faceboock

CHILE
A 50 años del triunfo de la Unidad Popular en Chile
Camilo Jofré | Profesor, militante del PTR e integrante de la agrupación de trabajadores de la educación Nuestra Clase.
Gabriel Muñoz | Licenciado en Historia

50 años del triunfo de la Unidad Popular, donde es elegido Salvador Allende, el primer presidente socialista en la historia que gana por la vía electoral.

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La burguesía chilena junto al imperialismo estadounidense estuvieron conspirando desde el primer momento la caída del Gobierno la cual concretaron en 1973. ¿Cuál es el balance que hay de “la vía chilena al socialismo”?, ¿Qué escenario se vivía en Chile entre 60´-70´?, ¿Qué concepción marxista del Estado tenían las corrientes de la UP?, son algunas de las preguntas que intentaremos responder.

El “humanismo marxista” de adhesión general pero sin balance particular

A fines de junio la académica Paula Vidal Molina, profesora de Trabajo Social en la Universidad de Chile, publicó en Radio UChile un artículo titulado “La vigencia de Salvador Allende, a 50 años del triunfo de la Unidad Popular”. En él desarrolla con mucha claridad el trasfondo de la visión política de la coalición electoral de izquierda que logró llevar a la presidencia al primer socialista, en la historia de las democracia burguesas. A propósito de la revuelta popular de octubre y noviembre del 2019, quizás la revuelta más grande y profunda de la historia de Chile, la académica se ubica diciendo que la experiencia de la UP permite pensar qué tipo de sociedad merece ser construída, por cuáles principios pelear, qué estrategias y tácticas políticas implementar. Fue una tentativa por la búsqueda de un país “libre y soberano”. Recorre primero la historia de Allende y sus concepciones.

“En este horizonte, [el de servir a los “intereses del pueblo, Allende] le asigna un rol estratégico central al control del Estado sobre las industrias fundamentales, medio necesario para el “desarrollo industrial y la liberación económica” de los pueblos de Chile y América Latina. La democracia política burguesa tampoco queda excluida de su mirada crítica a partir de los años ‘40, reconociendo tempranamente que esta no es suficiente para defender las libertades individuales y sociales, que exigen efectivamente de una “democracia económica y social”. [1]

En el Allende de esos años la concepción principal consistía en conseguir la “democracia económica” por medio del rol central del Estado en la economía y un reconocimiento formal de que la política burguesa no es capaz por sí sola de cumplir aquella tarea. De esta manera, siguiendo los argumentos de Paula, Allende completaba el esquema tomando ciertas conclusiones de Marx relativas a una necesaria: “supresión de las clases sociales, la socialización de los medios e instrumentos de producción y el derecho a la propiedad privada en lo que a “bienes de uso y consumo” respecta. En lo económico, la producción planificada caracteriza una sociedad socialista, capaz de fabricar bienes de uso que deben ser distribuidos de acuerdo a la cantidad de trabajo realizado y aportado por cada hombre.”

En síntesis la autora corona el pensamiento de Allende citando uno de sus discursos de 1972: “Avanzar por el camino de la democracia exige superar el sistema capitalista, consubstancial a la desigualdad económica”.

Lo que destaca Paula no es antojadizo. Chile hoy vive un proceso de crisis de régimen político terminal desde la revuelta de octubre, y ahora hay que sumarles los factores de crisis económica y sanitaria de estos meses de pandemia. Hay un proceso constitucional en curso, que abre las ilusiones en la transformación social y política del país. Sin embargo, el pensamiento de Allende y de los partidos de la Unidad Popular, ¿por qué no pudieron llevar al triunfo a los trabajadores y al pueblo?, ¿por qué su pensamiento se redujo al de un “luchador social” suicidado asediado en el palacio de La Moneda?. Pareciera ser que el “humanismo marxista” que rescata la autora se trata de una adhesión sin crítica ni balances sobre el pantano que significó aquel 11 de septiembre. ¿Será este siglo XXI un camino que nos lleve a otra UP 2.0?

El Golpe Militar fue la derrota más grande propinada a la clase trabajadora y el pueblo de Chile. Fue vivida como un castigo de los poderosos contra aquellos que se alzaron por la transformación social. Solo por este suceso. La historia particular del proceso merece ser revisada. A continuación queremos abordar esta pregunta utilizando los balances y concepciones del Partido Comunista sobre el proceso de los 70’s.

El “socialismo” de la Unidad Popular y su concepción de Estado

Tiene razón cuando destaca que la cuestión era el socialismo. Pero ¿qué tipo de socialismo y qué estrategia probaron en la realidad el Partido Comunista y el Partido Socialista? En esos años tanto Allende como el Partido Comunista sintetizaban su concepción de socialismo en la fórmula “vía chilena, pacífica, al socialismo”. Esto se basaba en un supuesto nivel de sociedad y régimen alcanzado por Chile hacia los 70’s, que Ricardo Ffrench-Davis sintetiza muy bien: “Era un Chile democrático, con un parlamento que funcionaba, en donde estaban representados todos los sectores políticos, con un poder judicial, con independencia de lo parlamentario y del ejecutivo; con medios de comunicación notablemente más pluralistas. Un país con bastantes formalidades, más sistémico, con menos corrupción, con más componentes de participación; con todos los defectos característicos del subdesarrollo. Un país con una Reforma Agraria en marcha, y un rasgo muy determinante: tres tercios políticos.” [2]

La historia de Chile en el siglo XX fue muy convulsionada y repleto de eventos de luchas de clases. En 120 años de historia lo que menos hubo fue un país pacífico y apegado a la institucionalidad. Como veremos más abajo Chile había sido más bien un país convulso y abrupto.

Para Allende, el PC y la mayoría del PS se trataba justamente de utilizar la vía electoral institucional vigente para las transformaciones sociales. Bajo el supuesto de que Chile era una excepción a la regla. Una vez como presidente, Allende es entrevistado por un canal de televisión europeo. Allí dice: “Por los cauces legales, vamos a hacer una revolución (...) hemos dicho que vamos a cambiar el régimen capitalista para abrir camino al socialismo, porque sabemos perfectamente bien que el socialismo no se impone por decreto. De ahí entonces que de acuerdo con la realidad chilena, en un país por la fuerza y la tradición que tiene, la conciencia pública, por el sentido profesional de las Fuerzas Armadas, por ser un país en donde la institucionalidad tiene un peso y un contenido muy definido. El Congreso lleva 120 años de funcionamiento, ¿qué otro país, qué otros países hay en América Latina, y aún en Europa, que pueda decir eso? Frente a esa realidad el único camino posible es el cauce electoral. Ahora dentro de este cause nosotros podemos, como lo he dicho yo, dentro de las propias leyes de la democracia burguesa o de la República Liberal, podemos cambiar las instituciones, y esto lo establece la propia Constitución”.

Esta concepción de socialismo residía en dos máximas: la vía es el uso del Estado capitalista preexistente y que la democracia burguesa puede gestar nuevas instituciones socialistas que la reemplacen. Los socialistas y comunistas chilenos de aquella época se encontraban liderados por un esquema equivocado de la historia de Chile. La concepción de régimen burgués y por tanto del carácter del Estado se distanciaba de la concepción marxista.

En realidad el pensamiento de Allende es más bien un reflejo pacífico de la teoría de Karl Kautsky sobre la democracia, aquella que decía a inicios del siglo XX que en Alemania había una “democracia neutral” y que por tanto los trabajadores podían avanzar en sus fines socialistas a través de las elecciones y el sindicalismo. [3] Para Allende el centro de gravedad, es decir por donde acumula fuerza la estrategia, y por tanto el programa, es el Estado y sus instituciones. Para Marx se trataba de todo lo contrario.

Dejando esto en claro. Lo otro que es interesante despejar es el carácter del programa que debía realizarse dentro del Estado. Hay todo un mito sobre el programa de la UP ¿realmente incluía tendencias o vías hacia el socialismo? El programa de Allende era de conjunto nacionalista burgués. ¿En qué sentido? En que deseaba reordenar la economía considerando la existencia del empresariado, buscando quizás su persuación o su rendición ante la voluntad popular. Contemplaba la nacionalización del cobre, pero con pago de indemnización, el traspaso al Estado de un número reducido de empresas consideradas monopólicas, pero en paralelo al área de propiedad privada, un aumento general de salarios en los marcos de un mercado liberalizado y la extensión de la Reforma Agraria bajo la idea de crear un pequeño empresario rural que nunca prosperó. [4]

El balance que hace el Partido Comunista

Paula Vidal como describimos arriba representa la visión de “ignorar” la derrota. Es decir el factor de la contra-revolución que aplastó el proceso revolucionario en curso. En este sentido la experiencia de la Unidad Popular se transforma en algo abstracto, capaz de ser traído al presente solamente por su vocación de transformación. Pero esas ideas no las pone a prueba de los hechos que envolvieron su fracaso.

Este dirigente, el más destacado PC en los años de la UP sintetizó en una entrevista su balance de la UP. 1) Fue una tentativa por la búsqueda de un país libre y soberano, 2) Fue derrocada por la reacción imperialista, oligárquica y burguesa en defensa de sus privilegios, y 3) El PC pecó de “sectarismo” y que eso favoreció la derrota. [5]

En primer lugar el balance mencionado reivindica a la UP por su apuesta de cambio, tal como rescata Paula Vidal. Pero lo interesante de Corvalán es que agrega dos nuevos elementos. La derrota tiene como causas la reacción de las clases dominantes y el imperialismo. Por mucho tiempo este fue el balance más extendido por el PC y los partidos de la UP. En este sentido esto explica la muerte literal de la tesis allendista de un país supuestamente excepcional y apegado al curso legal. En las conclusiones que se elaboran al interrumpirse con el golpe repiten este argumento. Redundando en una suerte de inevitabilidad reaccionaria. Una visión que sobre estima las fuerzas del enemigo al no hacer una revisión de los pasos que siguió el gobierno y sus partidos para evitar el golpe. Esta “inevitabilidad” de la lucha violenta se transformó en una batalla dentro del PC mismo que resultó en las tesis llamada “rebelión popular de masas” que entre otras cuestiones consideraba necesario crear un aparato armado, manteniendo su estrategia y teoría en lo sustancial. [6]

Pero volviendo a Corvalán lo más destacado de este dirigente es que termina de completar el balance con la autocrítica que versa sobre un “sectarismo”. ¿En qué sentido? Que hubieron “posiciones extremistas”, que el PS comenzó a agitar “disolver el Congreso” en 1973. Faltaba una “mayoría nacional”, en sus palabras: “En el Partido Socialista y algunos otros partidos de la UP predominaron entonces las posiciones contrarias a entendernos con la DC. El presidente Allende, el Partido Comunista, el Mapu Obrero Campesino, el Partido Radical y la Acción Popular Independiente, API, se distinguieron por tener una posición más amplia en materia de unidad. Pero no se jugaron suficientemente en tal dirección”. El esquema al que llega este dirigente es que una mayor línea de alianzas con la DC hubiera evitado el golpe. Lo extraño es que la política oficial de Allende y del PC fue hegemónica dentro de la coalición y todas sus salidas políticas a todas las crisis abiertas dentro del proceso fueron aplicadas, como veremos a continuación.

Las luchas de clases antes y durante la Unidad Popular: el papel del Estado chileno

La tesis de que Chile era una “excepción” en la historia social mundial no coincidía con los eventos históricos y los procesos de todo el siglo XX vividos en el país. Por derecha hubo una guerra civil, golpes militares de Estado, dictaduras militares, inestabilidad política, sangrientas matanzas del Estado contra el movimiento obrero y campesino. Por izquierda hubo huelgas generales a inicios de siglo, también revueltas obreras y populares, hubieron otras huelgas generales en el ‘50 y en los ‘60 el campesinado realizó levantamientos en el campo. [7]

El ascenso de la lucha de clases en los 60 en Chile se unía a los fenómenos internacionales como el Mayo Francés y la Revolución Cubana. El campo se transformó, junto con la huelga obrera, durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva en acelerador de la lucha de clases, y en la rápida impopularidad del proyecto de reforma bajo el alero del imperialismo norteamericano.

Esta unidad de lo social y lo político a partir de este “ascenso de las masas” generó una alta expectativa en el proceso electoral. Previo a las elecciones se conformaron por todo el país Comités de la Unidad Popular en donde estaban las bases de los partidos principales del bloque. Allí se creó el programa y se acordó que éstos órganos iban a ser los organismos bases de un poder popular. Antes de las elecciones los partidos de la UP definieron disolverlos. [8] Como ya explicamos en el socialismo de Allende no hay una visión de pueblo trabajador auto organizado, sino más bien una concepción de atenuación de la lucha de clases a través de institucionalizar reformas desde el Estado.

Si bien la elección de Allende mostraba el deseo de imponer la voluntad popular por medio de las elecciones y el uso de la política y el Estado capitalista, las aguas por abajo no estuvieron quietas. Todo lo contrario. El relato de Corvalán ignora que dentro de la UP existieron oleadas de luchas de clases. Y que los choques no partieron el mismo golpe de septiembre de 1973. En realidad partieron a pocos días de la elección de Allende. En noviembre de 1970 poco después del intento fallido de golpe de Estado de Viaux los campesinos y obreros ende Panguipulli iniciaron una toma de 24 fundos que abarcaban más de 36 mil hectáreas. Su exigencia era la expropiación inmediata. Por la fuerza de los hechos se acabó el latifundio en aquella zona, y luego varios meses de intervención. En octubre de 1971 se crea el Complejo Forestal de propiedad estatal. En 1971 también ocurre la toma de las fábricas Yarur y Progreso. Denunciaban el acaparamiento y boicot de sus dueños deseosos de estrangular la economía para poner término al gobierno. En junio de 1972 una serie de luchas locales en Cerrillos Maipú permite la creación de un “cordón industrial”. Exigían el traspaso al Área de propiedad social ya que sus empresas cumplían con las condiciones de monopolio y se encontraban también acaparando y generando baja productividad deliberadamente sus empresarios respectivos. Más tarde en 1972 surgen a nivel de Santiago y otras regiones los Cordones Industriales como organización territorial de trabajadores diversas fábricas ocupadas a raíz de la huelga patronal de octubre, logrando la coordinación directa con las juntas de Abastecimientos y Precios que requisaron locales cerrados y vigilaban los precio en variadas poblaciones de la capital.

En todos estos eventos de choque entre las clases la intención golpista de la derecha y el imperialismo era clara. Probaron un golpe fallido, organizaron a un sector de mujeres en la marcha de las cacerolas que llamaba a poner fin al gobierno, financiaron la huelga patronal, organizaron grupos de choque para realizar atentados en impunidad. Y finalmente se abrieron paso al golpe coordinando a los altos mandos de las FFAA. En todo ese camino, la clase trabajadora y el pueblo, resistió a esta sucesión de “golpes” y multiplicó su organización para resolver las tareas de desabastecimiento y gestión de la producción en las áreas agrícolas y fabriles. Y en todo este camino el rol del gobierno y el PC fue el de querer atenuar los choques entre las clases y fortalecer el rol del Estado. Para llegar a acuerdo con la DC se firmó el Estatuto de Garantías, para respetar la Constitución, para salir del problema de las ocupaciones de fábrica se intentó devolver por ley las empresas a sus antiguos dueños con el famoso plan Prats-Millas (este último militante del PC en el gabinete), para demostrar “control” del orden público el gobierno impulsó la ley de control de armas que se tradujo en allanamientos, también se convoca a Estados de Sitio en donde las fuerzas represivas fueron controlando autoritariamente el proceso.

A partir de su teoría y de sus programa, la práctica política de la UP y de Allende fue más bien apoyarse en el Ejército y los poderes del Estado. Y con ello fue escalando la contra revolución. En marzo de 1973 el choque entre las bases del gobierno y el propio gobierno era claro. Una multitud rodea La Moneda exige a Allende cerrar el Congreso e imponer el poder popular. [9]

1973 ¿El año más revolucionario del siglo XX?

El tanquetazo del 29 de junio fue un ensayo de golpe militar. Buscó medir las fuerzas de resistencia que podría tener potencialmente el gobierno y sus bases. Se organizó en un regimiento blindado y contó con el apoyo directo y público de la derecha. 400 hombres con una decena de vehículos blindados se lanzaron al centro de Santiago y rodearon el ministerio de Defensa. La respuesta de Allende fue apoyarse en el Comandante en Jefe del Ejército Carlos Prats.Tras este acto de junio, Prats pierde el apoyo de sus pares en el ejército renunciando en agosto sabiendo del inminente golpe. El PC tras la derrota del golpe de junio saca otra lectura: “los planes de la derecha para implicar a las FFAA en una aventura partidista han fracasado”. [10] En concordancia con su visión de vía pacífica haber sofocado el intento demostraba “la solidez de ‘nuestras’ instituciones armadas que cumplieron con patriotismo e intransigencia la misión que le confiere la Constitución”, a reglón seguían concluían: “los trabajadores deben tener plena confianza en sus soldados de la patria y respetan la sobriedad, disciplina, honestidad y patriotismo. Los que atacan a las FFAA son aventureros reaccionarios y fascistas”.

Sin embargo, los trabajadores no mostraron plena confianza en las FFAA, sino que organizaron una resistencia. Durante los primeros días de julio se desarrolló el movimiento más masivo de tomas de empresas. [11] Se producen más de 500 tomas en pocos días. En muchas asambleas se decide el control obrero de la producción expulsando a los interventores designados por el poder Ejecutivo. Los camiones fueron requisados y sirvieron de transporte de columnas de trabajadores y adherentes del movimiento. En el cordón San Joaquín los obreros de la Sumar exigían armas: “no queremos ir al centro con el pecho desnudo” [12]

Los Cordones se reactivaron en todo el país. “Estuvimos atentos y esperando instrucciones.” [13] Cada fábrica tenía su comité de vigilancia que logró reunir escudos, cascos, material combustible y piedras para barricadas. Es quizás el momento más revolucionario de la historia de Chile. Es decir, en donde más las clases dominadas irrumpen con sus métodos de lucha desafiando el poder de los capitalistas. Durante julio la ley de control de armas fue la manera de darte cobertura legal a una serie de acciones contra-revolucionarias. Fueron allanados los lugares de trabajo, el asalto a los locales de CUT y locales de la izquierda. Se intimidó a la población y a los trabajadores imponiéndose las armas del Ejército. Eso dio pie a otro paro camionero a fines de julio. Y la dinámica de respuesta obrera volvió a ser la misma. Aumento de tomas y mayor control de la distribución y comercio.

El papel de las FFAA quedaba cada vez más en evidencia. Como un instrumento al servicio de la contra-revolución. Todos estos eventos muestran que el golpe no se produjo de golpe. Hubieron pasos preparatorios que se dieron a lo largo de todo el mes de julio. La reacción de Allende en agosto fue nombrar a más generales como ministros de Estado posicionando cada vez más las FFAA como garantes del orden. Y mientras por abajo avanzaba la conspiración golpista. Armandio Cruces, dirigente del Cordón Industrial Vicuña Mackena declaraba con mucha conciencia: “Los militares en el gobierno, igual que en octubre, son una garantía para los patrones” [14] Desde julio de 1973 la DC declaró que el gobierno de la UP era inconstitucional al no reprimir con la fuerza armada la auto organización que se había generado a partir de la ocupación de fábricas y la extensión de organismos populares como los Cordones.

El 4 de septiembre en ocasión del tercer aniversario del triunfo electoral de la UP se desarrolló rollo en la capital de Santiago la marcha más grande la historia del siglo XX. Según registros se movilizaron más de un millón de trabajadores. Este impulso por iniciar una lucha no tuvo representación política en la UP. Aquel 11 de septiembre la suerte ya estaba echada. Sin embargo igualmente hubo disposición a resistir, como ocurre en los enfrentamientos armados contra el Ejército en las fábricas Sumar y en la población La Legua. Hubo un plan de los Cordones de abrir paso al centro de la ciudad. A pesar de esta heroica resistencia no hubo ningún llamado de la UP ni del PC por resistir el golpe.

La instalación de una Dictadura Militar al mando de las cuatro ramas de las FFAA significó la represión sangrienta contra el movimiento de los trabajadores y sobretodo a su vanguardia organizada en los cordones, sindicatos y partidos. Y construyó un modelo económico, político y social en beneficio de nuevos monopolios capitalistas. Sus consecuencias las vivimos hasta hoy.

El carácter del Estado en la experiencia revolucionaria chilena

La pregunta es cómo la vía chilena al socialismo que proponía Allende y la UP resistió la prueba de los acontecimientos. ¿Se comprobó la tesis de que los militares respetarían la Constitución? Las respuestas a estas preguntas las podemos ver a luz de los hechos. La oposición DC y la derecha prepararon el golpe de Estado allanando el camino para la Dictadura Militar. ¿Podría haber surgido otro camino para realizar las transformaciones revolucionarias que exigían las mayorías? ¿Qué faltó para que la vanguardia obrera organizada en los Cordones Industriales avanzaran a convertirse en un organismo de poder? ¿Era posible otra teoría, otro programa y otra estrategia? No tenemos aún las respuestas más concretas en esa materia.

Pero los descubrimientos en la historiografía y en las ciencias sociales muestran que el carácter del Estado es ajeno al avance de las masas trabajadoras, que corresponde a un carácter contrario a sus reivindicaciones. Se confirmó el “carácter burgués” del Estado y sus instituciones, y cómo las FF.AA, su principal institución, y los otros poderes Legislativo, Judicial e incluso Ejecutivo, operan en servicio de la protección de la clase dominante bajo vías formales y violentas. [15]

En segundo lugar podemos afirmar formalmente que la teoría correcta para Chile, un camino hacia el socialismo, debía ser la antítesis allendista: la estricta necesidad de destruir ese aparato estatal. La existencia de organizaciones de la clase trabajadora con tareas de control local, coordinación productiva y en la distribución, permiten ver en potencia a los organismos que podrían haber reemplazado a aquella maquinaria estatal pre-existente.

Los terratenientes, los industriales, los grupos monopólicos, el imperialismo en la minería, la burguesía santiaguina ligada a la política, todos ellos se unieron en alianza de clase, por su estancamiento económico y temor a que su riqueza sea socializada. Para resistir el avance de las masas. Y la Dictadura recompuso a esta clase dominante permitiendo desarrollar otro ciclo capitalista, que finalmente fue completado por la Concertación y la Derecha durante los “30 años”. La experiencia de la Unidad Popular y los hechos sociales y políticos de aquellos convulsos tres años muestran más bien que la burguesía no va a ceder el poder de forma pacífica.

Se frenó el proceso de la clase obrera más consciente de América Latina. La clase obrera chilena resistió todo lo que pudo su instinto de clase. Sólo una lectura completamente honesta y consciente de aquella experiencia revolucionaria permitirá conducir un siguiente procesos revolucionario a un triunfo.

 
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