Siempre que el capitalismo tiene crisis, busca algún “responsable” de las propias penurias genera. A su vez, toda crisis suele venir acompañada de resistencias y luchas de las y los trabajadores para no pagar sus costos sociales. En Argentina y en el mundo vemos estos procesos, y también vemos como desde los sectores empresariales y la derecha más rancia (aunque también por parte de quienes se dicen “progresistas”), uno de los ataques mas comunes cuando los trabajadores se ponen de pie es que “esta manipulado por la izquierda”, “la izquierda que no entiende los problemas de acá”, que “quiere sacarnos la propiedad”, y muchos etcéteras. Sin ir más lejos, es parte de las locuras que dice Trump en su campaña electoral, contra el para nada comunista Biden, aunque también escuchamos a personajes como Larroque demonizar a “la izquierda” en luchas como la de Guernica.
Bueno, esta demonización de la izquierda, tiene historia y uno de los “hitos” que la marcaron fue el llamado macartismo. ¿Qué fue el macartismo?
Ubiquémonos en Estados Unidos, a fines de la década del 40, en los comienzos de la Guerra Fría tras la derrota del nazismo en la segunda guerra mundial. Estados Unidos venia de combatir junto a la URSS contra Italia, Alemania y Japón, pero también de lanzar la bomba atómica como señal de que tras su triunfo iba a disputar la hegemonía mundial. Este giro en la política exterior norteamericana se expresó en que los comunistas pasaron de ser aliados en la guerra al principal enemigo a combatir. Este rápido giro coincide con un periodo de auge revolucionario tras la guerra, en donde se destacan la Revolución China del 49, los procesos de liberación nacional en África y Asia, las revoluciones aplacadas en Europa, producto de los acuerdos de Yalta y Potsdam, y el comienzo de la guerra de Corea. A su vez, la reacción más fuerte de Estados Unidos contra el comunismo se explica por las primeras pruebas nucleares realizadas por la URSS a fines de los años 40.
En este marco, desde el estado norteamericano se empieza a fomentar una paranoia exacerbada sobre el “peligro comunista” dentro de Estados Unidos. Se decía que el plan de la URSS era expandirse sobre todo el globo, y que la formula se basaba en el “camuflaje” de sus ideas dentro de los países “democráticos”. La realidad es que hacia mediados de los 40 la política del estalinismo estaba lejos representar una amenaza real: sin ir más lejos, producto de la alianza entre EEUU y la URSS en la Guerra, el PC norteamericano se habia disuelto, bajo los preceptos del “browderismo”, como signo de la unidad antifascista que pregonaba la internacional comunista y su estrategia de Frente Popular. A su vez, a nivel internacional la URSS había pactado con el resto de las potencias un “modus vivendi” en el que se comprometía a cercenar sus áreas de influencia, desalentando y boicoteando todos los procesos revolucionarios que pusieran en cuestión sus acuerdos diplomáticos. Sin embargo, el temor era al desarrollo de aquellos procesos revolucionarios que se estaban produciendo pese a la propia voluntad de la burocracia soviética.
De este modo la persecución a la izquierda y al “comunismo” en Estados Unidos pega un salto. Ya antes de la guerra las percusiones a los activistas de izquierda, sobre todo ligados al movimiento obrero eran habituales. Desde su fundación en 1935, el FBI de J. Edgar Hoover, impulsó dispositivos represivos anticomunistas que incluían la vigilancia ideológica y encarcelamiento de activistas. Durante la guerra cualquier movimiento de protesta obrera había sido tildado de anti norteamericano y subversivo. Ya en 1938 se había creado el Comité de Actividades Antiestadonidenses, el que fue reactivado y convertido en una comisión permanente de la Cámara de Representantes al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, con el comienzo de la llamada “Guerra Fría” se dotó a esta comisión de un objetivo más preciso en torno a la represión del comunismo en Estados Unidos. Lo “anti norteamericano” paso a ser lo “comunista”.
A su vez, el Congreso estadounidense aprobó también las Leyes de Seguridad Interna (1950) y de Inmigración y Nacionalidad (1952), que restringían la actividad comunista y prohibían la entrada en el país de comunistas reconocidos. En 1950 se publicó un panfleto de denuncia llamado "Red Channels", que contenía una lista de nombre de personas del mundo artístico, denunciadas como comunistas.
En este marco, el Senador republicano McCarthy (de ahí el nombre de Macartismo), mas que crear una doctrina, lo que hizo fue capitalizar esta política de estado y esta sensación de temor que los medios y la justicia querían imponer como propaganda anti comunista. Sectores de la iglesia, empresarios, grupos ultra reaccionarios y racistas, dieron forma a un movimiento que tenía como fin “encontrar a los comunistas” escondidos en la sociedad norteamericana.
Esta propaganda que fomentaba la paranoia y la idea de que “cualquiera podría ser comunista”, tuvo especial incidencia en el cine de la época, y particularmente en Hollywood. En parte porque se acusó a decenas de directores, guionistas y actores de ser comunistas, fomentando la delación entre los propios artistas. Disney, vale la pena mencionarlo, fue de los que más se apuró en colaborar, dando nombres de ex empleados y de todo lo que fuera necesario. En segundo lugar porque se aplicaron deportación encarcelamientos y ostracismo a muchos de los acusados, sin ningún tipo de pruebas, como forma de “propagandizar” esta política de estado: si podían perseguir a las estrellas de Hollywood podían hacerlo con cualquiera, era un mensaje amenazador; "Si ellos no se salvaron, imaginate lo que te puede pasar a vos que no te conoce nadie". Para que se den una idea de las personalidades perseguidas, o sus ideas estamos hablando de gente como Orson Welles Charlie Chaplin Albert Einstein. En tercer lugar, esto tenía como objetivo modificar el contenido de las películas que más y menos explícitamente empezaron a producir contenidos anti comunistas, desde películas que mostraban a personas “comunes” siendo espías soviéticos, hasta filmes que aludían a invasiones extraterrestres a modo de metáfora sobre el “peligro rojo”. Así, en 1944 se fundaba la Motion Pictures Alliance for the Preservation of American Ideals (MPA) cuyo objetivo era oponerse “a los esfuerzos de comunistas, fascistas y otros grupos de ideología totalitaria para pervertir” el cine y utilizarlo para la “difusión de ideas y creencias antiamericanas”. De esta manera se produjo una verdadera “caza de brujas”, con listas negras de todo tipo, donde cualquier persona y cualquier actitud podrían ser delatadas, juzgadas y condenadas sin pruebas como “comunistas”, con los derivados xenófobos y racistas que esto traía aparejado (el extranjero era el principal acusado de comunista). Pese a todo, tambien existieron oposiciones, como la de "Los diez de Hollywood", que fueron un grupo conformado mayormente por guionistas que se negaron a declarar su filiación partidaria.
En conclusión, el imperialismo yanqui, en nombre de la libertad y la democracia, censuró y persiguió a artistas, activistas políticos y militantes, como parte de su propaganda anti comunista durante la guerra fría. Fue una manera de generar miedo y mantener el “orden interno”, aplicando métodos similares a los del nazismo. Todo ataque a la izquierda demonizándola y para perseguir a los que lucha, se inscribe en esta horrorosa tradición que en nuestro país tuvo su correlato en la última dictadura. |