A 5 días de los comicios del 18 de octubre, este viernes se dieron a conocer los resultados oficiales que terminan de confirmar la contundente victoria del MAS, en primera vuelta, a la cabeza de Luis Arce Catacora y David Choquehuanca. El MAS ganó las elecciones con el 55,10% de los votos, dejando en segundo lugar al candidato de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, con 28,83% y en tercer lugar, al clerical y ex líder cívico de Creemos, Luis Fernando Camacho, con 14%. Con estos resultados además se configura una Asamblea Legislativa Plurinacional donde el MAS ya no tendrá los 2/3 pero sí la mayoría, y, en la que la oposición de Mesa y Camacho contarán con una importante bancada.
Antes de conocerse los resultados oficiales, el departamento de Estado norteamericano a través de la cuenta de twitter de Mike Pompeo, felicitó el triunfo de Arce Catacora, estableciéndose la posibilidad de que el Gobierno de Arce mantenga las relaciones diplomáticas con el país del norte reestablecidas por el Gobierno golpista de Jeanine Áñez. Así mismo, la Unión Europea felicitó al binomio ganador luego de conocidos los resultados oficiales.
Palabras aparte merece la OEA y Luis Almagro quiénes articularon, el año pasado, a todo el bloque golpista con las denuncias de un supuesto fraude que fue desmentido por varios informes de organizaciones académicas, la mayoría de Estados Unidos. Almagro tuvo que reconocer la victoria del MAS aunque reafirmando el informe de la OEA del 2019, lo que ha valido que México y otros países soliciten la renuncia de Almagro a la presidencia de este organismo panamericano. Y que Evo Morales, desde Argentina, declaró que hay que hacerle juicio. Por su parte Arce Catacora ya anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, Venezuela e Irán que fueron cortadas las primeras semanas del golpe.
Ajustes de cuentas en el bloque golpista
Mientras finalizaba el conteo oficial de votos, en Santa Cruz y en algunas capitales de Departamento, como Cochabamba y Potosí, se desarrollaron protestas por parte de la derecha más dura que denuncian un supuesto fraude que se habría realizado con la complicidad de la OEA, la ONU, y todos los partidos opositores al MAS. El presidente de la semi-fascista Unión Juvenil Cruceñista (UJC) otorgó un plazo de 24 horas para que las demás organizaciones se sumen al paro cívico que pretenden convocar para el sábado 24 de ocubre. Por otro lado en Cochabamba diputadas recientemente electas, por Comunidad Ciudadana, fueron agredidas por miembros de la también semifascita RJC (Resistencia Juvenil Cochala), cuando intentaban explicar de que no había ningún elemento de fraude. También el candidato a vicepresidente de Creemos, Marco Pumari, fue insultado y agredido en la plaza principal de Potosí por “haber dividido el voto” facilitando el triunfo del MAS. Mientras que el comité cívico potosinista se declaraba en emergencia solicitando a Áñez no entregar el poder.
En la misma línea, en la ciudad de La Paz, el jueves 22 de octubre, el dirigente de la FSMTB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia), Orlando Gutiérrez, fue agredido por grupos de pititas que “atentaron” contra su vida como denuncia el pronunciamiento oficial de esta federación y declarándose en estado de emergencia nacional.
Todas estas manifestaciones, ponen en evidencia las tensiones que atraviesan al bloque golpista-derechista y donde los ajustes de cuentas por el resultado electoral recién empiezan.
Los duros del golpismo atacan a Mesa y a Comunidad Ciudadana por haber desplegado una campaña electoral que califican de lamentable ya que se limitó a solicitar al resto de candidatos que declinen sus candidaturas.
Lo cierto es que mientras un amplio espectro del bloque golpista buscó por todos los medios “convencer” que votar por Carlos Mesa era el voto útil, la realidad parece mostrar lo contrario. El 18 de octubre fue la jornada electoral que registró uno de los mayores niveles de participación electoral de la historia del país, superando el porcentaje de votación del 2005. Fue una jornada decisiva en la que el voto de las amplias mayorías trabajadoras, campesinas e indígenas y de los sectores populares decidió que tenían que quitarse de encima al golpismo, definiendo en las urnas lo que habían empezado en las calles.
Las causas del triunfo del MAS: brutalidad golpista y lucha de clases
La transmisión de mando se realizará en las próximas 3 semanas, entre el 30 de octubre y 14 de noviembre, e iniciará oficialmente un segundo capítulo del MAS al mando del Estado. Esta vez como es evidente, en un escenario social, político y económico muy diferente.
El MAS ya no es el del 2005, en el que Evo Morales luego de 3 levantamientos nacionales y 5 años de una persistente acción de masas, que demolió el régimen de la “democracia pactada” y el sistema de partidos vigente hasta ese momento, permitieron el ascenso del MAS al poder. Pero tampoco el MAS de Arce Catacora y David Choquehuanca es el MAS del 2019, afectado por el desgaste de 14 años de Gobierno con un autoritarismo creciente de Evo y que lo llevó a desconocer los resultados del referéndum del 21F. Esta medida antidemocrática y autoritario permitió entregarle banderas democráticas a la derecha. El MAS del 2019 venía atravesado de escándalos de corrupción con ataques a los territorios indígenas y campesinos como el TIPNIS, Tariquía, el Chepete, y otras que provocaron el alejamiento de importantes sectores de clases medias durante sus últimos años de Gobierno.
El MAS que asumirá el Gobierno en las próximas semanas, es un MAS que se vio obligado a renovar parcialmente sus dirigentes y figuras políticas luego del golpe de Estado. El MAS 2.0 como Arce lo denomina, es un MAS que habría recuperado a franjas de las clases medias que había perdido en los últimos años del Gobierno de Evo, logrando recrear ciertas ilusiones y expectativas. Pero también es un MAS que no gozará, con las condiciones económicas con las que el propio Arce contó en sus 14 años como ministro de Economía. Hoy deberá administrar una de las crisis económicas más profundas de la historia nacional y en un contexto internacional de mayores disputas inter-imperialistas en la región y con fuertes tendencias a la agudización de la lucha de clases.
Este resultado electoral se puede explicar fundamentalmente por dos elementos. Por un lado, la desastrosa y criminal gestión de la crisis socio-sanitaria en manos de Áñez y su gabinete golpista que no tuvieron ni el más mínimo reparo en exponer de manera abierta y con total impunidad los negocios millonarios que hicieron aprovechando la pandemia. La compra de respiradores que resultaron ser resucitadores y que para colmo no servían, o el uso de aviones y bienes del Estado para transportar reinas de belleza, así como la clausura del año escolar, entre otros, mientras se imponía una cuarentena militarizada a toda la población, empujando a los sectores más empobrecidos a situaciones de desesperación por hambre y enfermedad, son parte de lo que explica el resultado de la elecciones.
El cuadro de este último año estaría incompleto si no mencionamos la feroz judicialización que se lanzó contra los dirigentes y militantes del MAS, y la persecución política contra cualquiera que osara cuestionar las brutalidades golpistas. Esta situación estuvo al servicio de consolidar el régimen golpista y garantizar la impunidad de las masacres de Ovejuyo, Senkata y Sacaba así como de las cientos de torturas que se llevaron a cabo en reparticiones policiales de la ciudad de El Alto en los primeros días del golpe de Estado.
El segundo elemento que explica este resultado electoral es la valiente resistencia que las y los trabajadores, campesinos y sectores populares opusieron al golpismo y a la militarización. Esto se hizo a pesar de la política del MAS, cuyos dirigentes huyeron sin ofrecer resistencia y dejando librados a su suerte a la gran mayoría del pueblo. Esta resistencia que se prolongó, con altibajos, a lo largo de todo el año y pese a la pandemia, alcanzó su pico más alto durante los 12 días de la gran rebelión popular y antigolpista de agosto. Rebelión que obligó al Gobierno de Áñez y al Tribunal Supremo Electoral (TSE) a no postergar más las elecciones ya que éstas se habían postergado en 3 ocasiones, y el 18 de octubre también estaba en riesgo.
La crisis de agosto puso en evidencia la disposición de lucha de las y los trabajadores del campo y la ciudad, y de los sectores populares, que con cientos de bloqueos, y radicalizando las consignas exigiendo #FueraÁñez, empezaban a poner en pie de manera embrionaria comités de autodefensa y coordinación frente a las bandas paramilitares.
El que esta tendencia a la radicalización de la lucha no se haya profundizado ni extendido a los sectores de la clase obrera urbana y demás puntos del país, fue debido a la estrategia sistemática de pactismo y conciliación de Evo Morales y el MAS, buscando preservar, una vez más, la institucionalidad “democrática” a costa de los intereses y derechos de las mayorías trabajadoras.
Pero además, la suspensión de la lucha de agosto por parte de los parlamentarios del MAS y de las burocracias sindicales (que meses antes no dudaron de pasar al bando golpista), fue la respuesta casi instintiva de “preservarse” ante el temor de verse desbordados por unas bases que empezaban a poner en marcha los primeros ladrillos de su autoorganización independiente y avanzar por un camino de radicalización política en las calles.
Si bien la estrategia del MAS de impulsar movilizaciones controladas pareciera haber sido “acertada”, al ver los resultados electorales, tenemos que decir que queda una situación muy contradictoria en la que la voluntad de lucha se reflejó nuevamente en las urnas, pero donde el bloque golpista pese a la derrota aplastante que acaba de sufrir, contará con una fuerte bancada parlamentaria y donde las fuerzas armadas y la policía han conquistado un lugar destacado como factor político y adquirido el papel de actores políticos con peso propio que más temprano que tarde lo usarán para presionar al Gobierno pero también contra el movimiento de masas.
Sin esta gran acción de masas en las calles y rutas del país no solo que no se habría dado este resultado electoral sino que incluso muy probable que no se hubiera llegado a elecciones. La experiencia del movimiento de masas con el Movimiento al Socialismo, experiencia que fue cortada por el golpe de Estado, hoy se reinicia, pero sobre nuevas bases y en una situación donde muy difícilmente Arce Catacora podrá satisfacer los intereses de las clases sociales hoy en pugna.
Primeras medidas anunciadas por Arce
El binomino ganador ha declarado que su objetivo será “reconstruir la economía” y para ello se proponen avanzar por un modelo económico de industrialización sobre la base de la sustitución de importaciones, reafirmando el protagonismo estatal y anunciando la creación de 41 empresas vinculadas a la producción e industrialización de litio. Así mismo, una disminución del Impuesto al Valor Agregado (IVA) para compras que sean realizadas mediante tarjetas de crédito y débito. Por otro lado se anunció que como primera medida se cancelará un bono contra el hambre por un valor de 1.000 bolivianos (140 dólares aproximadamente) además de señalar que está en estudio un impuesto a las grandes fortunas (que se lo grabaría a partir de los 5 o 10 millones de dólares). Otro elemento planteado a lo largo de su campaña es que su Gobierno buscará negociar la deuda externa con los organismos financieros internacionales ya que los países han estado pagando, durante la pandemia, pero que el peso del problema también lo deben compartir estas instancias.
En una reciente entrevista a la Red Gigavisión, Arce Catacora, afirmó que está sorprendido y preocupado por la gravedad de los actuales indicadores macroeconómicos: “Hay que ver, yo creo que los indicadores económicos han empeorado mucho, las reservas han caído demasiado. Ni en la UDP estuvimos con esos niveles peores de crecimiento en un -11% de tasa de recesión, con una triplicación en la tasa de desempleo de 4% a 12%. Son indicadores que me asustan, es la primera vez que estamos viendo. Esto realmente es muy preocupante y la gente no se ha dado cuenta de la crisis que vamos a tener”. En esta misma entrevista al ser consultado sobre la posibilidad de una devaluación, señaló que hará todo lo posible para evitarlo pero sin llegar a descartarlo.
Estas propuestas vienen acompañadas con llamados a un pacto de unidad nacional. Arce Catacora también anunció que Evo Morales no participará ni será funcionario de su Gobierno, declaración que fue también ratificada por el ex presidente señalando que a su retorno al país se dedicará a la "agricultura en el Chapare" cochabambino, poniendo un paño frío al nerviosismo y a la hostilidad que manifiestan importantes sectores de clases medias pero que también se han expresado al interior del MAS exigiendo renovación y que se le de paso a la juventud. Con estas declaraciones se allana el camino para un pacto social con el golpismo.
El presidente de diputados, Sergio Choque, anunció que el binomio ganador buscará reunirse los próximos días con los líderes de la oposición, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, para consensuar una agenda legislativa y una agenda de medidas inmediatas que permitan salvar empresas y hacer frente a la crisis económica en marcha.
Como parte de su plan afirmó que su Gobierno no tiene ánimo de venganza sino más bien de alcanzar un pacto social con sus opositores. Rechazó la práctica de la judicialización de la política, aplicada no solo por Jeanine Áñez sino también por Evo Morales. Y en esta línea declaró en una entrevista con El País de España: “Hay que hacer la política de otra manera. La justicia es una deuda que tenemos como MAS. No le estamos prestando un buen servicio de justicia al pueblo, nos equivocamos con la elección de las autoridades judiciales por el voto. Hay que volver a lo meritocrático, pero no al cuoteo de jueces y fiscales de los años noventa”.
En esta línea dialoguista también se pronunció la Confederación de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolinas Sisa”, que fue un poco más allá, y habló de “reconciliación”.
Ante este nuevo escenario, sumamente fluido y dinámico, y donde los ataques patronales contra la estabilidad laboral, contra el salario, y contra las condiciones de vida del pueblo trabajador no tienen pausa, se hace urgente no bajar la guardia. Hay que recuperar nuestras organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles y comunales, para ponerlas al servicio de la lucha y no como sucede hoy, al servicio del enriquecimiento y colaboración con el empresariado y la agroindustria como viene haciendo la burocracia sindical en cientos de empresas, fábricas, y centros de trabajo.
Frente a los intentos de pacto social en la que los golpistas buscarán la impunidad como moneda de cambio, las y los trabajadores y el pueblo debemos exigir juicio y castigo para los responsables de las masacres, de las torturas y de las detenciones ilegales realizadas por los golpistas. No podemos permitir que al igual que las masacres de Octubre del 2003 estos hechos vuelvan a quedar impunes.
Al calor de la resistencia a los ataques capitalistas, que buscan precarizar aún más las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras, del campo y la ciudad, de las comunidades indígenas y campesinas, y del pueblo pobre, necesitamos empezar a discutir y a organizarnos por construir una salida de fondo. Es decir, una salida genuinamente anticapitalista para que los costos de la crisis la paguen quienes han financiado y sostenido al bloque golpista: los empresarios y los ricos.
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