Quisiera empezar con una confesión personal: la palabra “progresismo” me provoca cierto rechazo. Entiendo perfectamente que no es lo mismo cuando se la usa desde la izquierda, o desde el discurso “nac & pop”, que cuando la usa un liberal o un conservador, pero igual me fastidia. No puedo olvidarme del Benjamin que decía que hoy en día –y el “día” de Benjamin sigue siendo el nuestro– el concepto de progreso es un arma ideológica de la historia de los vencedores (para quienes por supuesto hubo un “progreso” que los puso en ese lugar), mientras que para los vencidos la historia es una pesadillesca sucesión de regresiones. Dicho más “teóricamente”: aceptar sin interrogación crítica esa idea es someterse a una concepción de la historia del “tiempo homogéneo y vacío”, lineal, evolucionista, y para decirlo todo, colonial/eurocéntrica/clasista. |