“Olvidemos todo esto de una vez”, arranca Divididos en su clásico tema “Paraguay”. Y aunque la actuación del equipo de Scaloni fue de regular a buena, sobre todo por lo ordenado del planteo hacia el segundo tiempo, el trámite del partido no ofreció muchas emociones y es muy probable que nos olvidemos pronto de lo que sucedió en la Bombonera esta noche de noviembre del año de la pandemia.
Argentina tuvo un arranque titubeante durante la primera mitad del primer tiempo. Parecía sorprendido el equipo ante una selección paraguaya que arremetió con entusiasmo. El penal cometido contra Almirón fue la muestra perfecta de eso: el delantero intentó arremeter contra la defensa albiceleste y terminó chocando con Martínez Quarta que no supo marcar de espalda. Intención no tuvo, pero de acuerdo al reglamento hubo penal y Romero ejecutó y lo transformó en el 1 a 0 favorable a los del Toto Berizzo.
Después de ese golpe, llegó otro más fuerte y literal: rodillazo a Exequiel Palacios que salió lesionado y obligó al cambio. Scaloni optó por Giovani Lo Celso y de ese episodio fortuito llegó la mejora del equipo local. El ex Rosario Central aportó equilibrio en el medio y pinceladas de creatividad, insumo más escaso de la versión de Argentina en esta noche de Bombonera vacía.
De la mano de Lo Celso llegó el empate, paradójicamente al estilo clásico del fútbol paraguayo: con un cabezazo soberbio de un Nico González que se alzó como un malabarista sobre una defensa paraguaya que llamativamente marcó en zona y no logró anticiparlo. Fue un golazo para el 1-1 que terminó siendo el resultado definitivo.
Pudo haberse alterado ese marcador, con el gol de Messi invalidado por la revisión en el VAR que detectó una falta de origen en aquella jugada a los 12 minutos del segundo tiempo, etapa en la que Argentina mostró más entusiasmo y concentración. No pudo ser, como tampoco la ventaja para Paraguay por una mano de Otamendi que el árbitro Raphael Claus juzgó involuntaria y por eso no sancionó como penal.
Después de todo eso, el partido entró en una rutina de la que casi no hubo alteraciones: la Selección Argentina buscando, Paraguay defendiendo metido atrás, ordenado y sin arriesgar mucho. Las jugadas de pelota parada (unos pocos tiros libres ejecutados por Messi) eran lo único que daban sensación (o más bien esperanza) de peligro, pero Argentina no pudo ni supo aprovecharlas.
Y eso fue todo. El equipo de Scaloni mereció un poquito más en el balance final. Pero no lució y la buena impresión de los partidos frente a Ecuador y Bolivia en las fechas anteriores de eliminatorias, esta vez no se repitió. Y aunque todavía el equipo argentino sigue encabezando las posiciones (hasta que mañana juegue Brasil frente a Venezuela, que puede llegar superarlo), la celeste y blanca esta noche quedó -volviendo a Divididos- acariciando lo áspero de tener que enfrentar a un rudo Paraguay. |