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La Izquierda Diario
14 de noviembre de 2020 Twitter Faceboock

Peronismo
Cooke, el peronismo y la independencia política de los trabajadores
Facundo Aguirre | @facuaguirre1917

El peronismo históricamente se ha auto-representado como un horizonte insuperable de la clase obrera argentina y el pueblo pobre. Es por eso que cuando se ataca a la izquierda se esta defendiendo en realidad la conciliación de clases.

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El peronismo históricamente se ha auto-representado como un horizonte insuperable de la clase obrera argentina y el pueblo pobre. Este es el sentido común con que burócratas sindicales, punteros y cierto izquierdismo pequeñoburgués intentan identificar a les trabajadores con una dirección que se ha proclamado representante de la burguesía nacional y de la armonía entre las clases. Es por eso que cuando se ataca a la izquierda por apoyar las luchas de los trabajadores desposeídos, como en Guernica, se esta atacando en realidad, que los trabajadores y el pueblo pobre enfrenten a los empresarios y poniendo en el centro el robo que significa la propiedad privada. Consideran un crimen que se rompan los marcos de la conciliación de clases y las ordenes políticas del peronismo y sus burocracias.

Los ataques a la izquierda son bombas de humo para ocultar que Axel Kicillof ordenó reprimir a los sin techo a un reaccionario en toda la línea como Sergio Berni, para que empresarios videlistas hicieran un barrio privado. Dejemos que sea el padre teórico de la izquierda peronista, John William Cooke, quien responda este tipo de discurso político: “debe partirse del hecho concreto de que la lucha de clases existe y no se trata, como sostiene la reacción, de un invento comunista. El marxismo ha analizado el problema, pero no lo ha creado, porque la lucha de clases no es una teoría sino un hecho. Esto (...) constituye una herejía para la oligarquía argentina que (...) sostiene que la lucha de clases es producto de la prédica de los demagogos y los comunistas, y no una resultante del régimen social. Algunos pequeños maccarthys infiltrados en el movimiento popular difunden estos puntos de vista, contribuyendo a sembrar el divisionismo. La lucha de clases no es un problema de sentimientos ni de ideas. Es algo concreto, resultante de la estructura económica. Por lo tanto, querer solucionar los problemas de ella derivados por medio de fórmulas conciliadoras es creer en la magia negra y ser tan reaccionario como los que niegan su existencia”.

Pero visto así, es entonces la lucha de clases la que pone en cuestión al peronismo como horizonte insuperable de la clase trabajadora y el medio por el cual la misma puede conquistar su independencia política.

La hipótesis de Cooke

Cooke era el representante de un ala izquierda pequeñoburguesa que opinaba que el peronismo era un horizonte insuperable, que romper con él era romper con las masas y por lo tanto había que radicalizarlo para luchar contra el imperialismo con métodos revolucionarios. Así le reclamaba a Perón que: “defina al Movimiento como lo que es, como lo único que puede ser, un movimiento de liberación nacional de extrema izquierda, en cuanto se propone sustituir el régimen capitalista por formas sociales de acuerdo a las características de cada país”.

Cooke identificaba al peronismo con la lucha de clases y con la clase obrera como una unidad inescindible: “El peronismo es, por su composición social y sus luchas, revolucionario por esencia”, sostenía. Esto se debía para el teórico de la izquierda peronista, a que luego del golpe de 1955 “El peronismo sigue siendo el hecho maldito de la política argentina: su cohesión y empuje es el de las clases que tienden a la destrucción del statu quo". Pero la realidad es que mientras la clase obrera protagonizaba la resistencia a la Revolución Fusiladora y el régimen de la proscripción, de la cual Cooke fue una figura central, Perón y la dirección del peronismo buscaban negociar con el régimen que las masas combatían y para hacerlo debían mostrar su capacidad de contener la lucha de clases.

En 1959, luego de la huelga del Frigorífico Lisandro De la Torre, se impone Augusto Timoteo Vandor como dirección del movimiento obrero. El "Lobo" entendía que el control de la clase obrera era un medio para integrarse al régimen desplazando a Perón como cabeza del movimiento. Para tal fin, Vandor hizo un remedo de "partido sindical" derechista como base de un peronismo sin Perón. Cooke lo enfrenta violentamente porque opinaba que ese era el enemigo interno que impedía que el peronismo fuera la herramienta revolucionaria que necesitaban los trabajadores: “Lo que llamamos ‘burocracia peronista’ es, en síntesis, una capa dirigente que opera con los mismos valores del enemigo y es incapaz, por lo tanto, de conducir a las bases a la toma del poder". En este sentido, la izquierda peronista de los ‘60, cumplía el papel de vocera del General contra la burocracia vandorista, pero a su vez, al tratar de fidelizar a los trabajadores con el líder exiliado, reforzaba las tendencias conciliadoras que representaba la dirección de Perón.

Cooke enfrentaba al vandorismo desde la defensa de la estrategia policlasista, oponiéndose a la construcción de un partido de la clase obrera: "Reducirse a la clase trabajadora sería asegurar la derrota del Frente de Liberación, reducirlo y paralizarlo (...). Los trabajadores del campo, los estudiantes, la pequeña burguesía, parte de la burguesía industrial no dependiente del imperialismo son parte del Frente de Liberación. El proletariado tendrá papel fundamental como clase combativa y cohesionada, será el eje sobre el que se apoyarán todas las fuerzas nacionales, la primera avanzada y el último baluarte de las reivindicaciones nacionales". Pero el frente de liberación es precisamente la ampliación del programa de la conciliación de clases con la burguesía nacional bajo el supuesto objetivo de enfrentar al imperialismo. Si el fundamento de la política revolucionaria es la lucha de clases, como sostenía Cooke, el frente de liberación la ahogaba, porque la lucha contra el imperialismo implica la lucha contra las burguesías nacionales, así se lo planteaba Cooke en el papel. Pero en su negativa a que la clase obrera construya su propio partido, como herramienta para llevar a cabo la lucha de clases contra el imperialismo y su furgón de cola, como la llamaba el Che Guevara, la burguesía nacional, se reafirma que el papel de les trabajadores es el de columna vertebral y no cabeza del movimiento. Ese es el sentido de la afirmación de Cooke cuando señala a los trabajadores como la avanzada combatiente y ultimo baluarte del nacionalismo burgués, pero nunca dirección política independiente. La constitución de la clase obrera en partido independiente no solo es la condición para luchar por su emancipación, sino también para poder convocar a una alianza al conjunto del pueblo pobre.

Al establecer la identidad entre peronismo, clase obrera y lucha de clases, se subordinan los dos últimos elementos al de la dirección, el peronismo y su política de conciliación de clases. Es una una estrategia para impedir rupturas políticas de clase con el peronismo en un momento donde la escisión entre la burguesía y la clase obrera toma contornos violentos.

El Cordobazo y la independencia de clase

El 29 de mayo de 1969 obreros y estudiantes cordobeses protagonizaron una semi-insurrección que hirió de muerte a la dictadura de Juan Carlos Onganía y abrió una etapa de ascenso revolucionario de la clase obrera y el pueblo pobre. El Cordobazo se hizo contra la voluntad y desoyendo los mandatos de la burocracia sindical y el peronismo. Incluso en sus calles, una extendida vanguardia coreaba a favor del “gobierno obrero y popular”. Esta acción y los "azos" posteriores, fueron decisivos para que la burguesía concediera el fin de la proscripción y permitiera el retorno de Perón al país.

El Cordobazo enterró la hipótesis de Cooke, quien había fallecido un año antes en 1968. La lucha de clases trajo a Perón pero no para encabezar el proceso revolucionario, sino como instrumento de la burguesía para ponerle coto al mismo. Perón vino a desviar el proceso de lucha de clases abierto y reconstruir el orden burgués con una mezcla de Pacto Social, que buscaba frenar la lucha de clases, y bandas fascistas para atacar a la vanguardia protagonista de la insurgencia obrera y popular.

Para desviar el proceso, Perón supo apoyarse en la nueva ala izquierda del peronismo que representaban Montoneros y la Juventud Peronista. Ellos, al igual que Cooke, contuvieron a un sector de la juventud y los trabajadores dentro del peronismo bajo el argumento de que Perón iba a conducir a la “patria socialista”. Así se evitó que los trabajadores y la juventud ajustaran cuentas con la dictadura de la Revolución Argentina y las FF.AA. y en cambio permitío que se impusiera una salida electoral negociada que dio la victoria a la fórmula del FreJuLi en marzo de 1973.

Luego del breve interregno “frentepopulista” de Héctor Campora, Perón gobernó apoyado en la burocracia sindical, los empresarios de la CGE y las bandas terroristas de la Triple A. Querían frenar así el proceso de insurgencia obrera y popular que amenazaba al capitalismo y que había dado lugar a una extendida vanguardia entre los trabajadores, que comenzaron a crear instituciones de combate alrededor de las comisiones internas y cuerpos de delegados que mostraban un camino de superación de la burocracia sindical y de tendencias políticas embrionarias a la independencia de clase, como el clasismo.

En junio y julio de 1975, en medio de una crisis mundial del capitalismo y de la bancarrota económica de Argentina, el gobierno de Isabel Perón y José López Rega va a intentar pasar un ajuste brutal contra el pueblo trabajador que va a ser derrotado por una movilización obrera extraordinaria impulsada por las comisiones internas y cuerpos de delegados que dieron lugar a las coordinadoras interfabriles e impusieron a la burocracia la huelga general. En ese momento la política sostenida por la izquierda peronista, de subordinación al peronismo, impidió un salto político de los trabajadores hacia la independencia de clase y apuró a la burguesía a buscar su salvación mediante el golpe genocida.

En conclusión, contra las previsiones de Cooke, el peronismo no fue la herramienta de la lucha de clases sino de su contención y de una política contrarrevolucionaria contra la vanguardia obrera y juvenil. El horizonte insuperable del peronismo fue garantizado a los tiros.

Independencia política de los trabajadores

Para derrotar al macrismo, el kirchnerismo, acompañado por el centroizquierdismo de ocasión, enarboló la estrategia de la unidad contra la derecha, bajo la teoría del mal menor. A diferencia de Cooke, los centroizquierdistas ya no trataban de radicalizar al peronismo sino hacerlo potable.

La nueva situación de crisis pandémica, económica y social llevó al gobierno peronista de Alberto Fernández y CFK a abandonar sus promesas progresistas, a capitular permanentemente frente al empresariado y a dar un vuelco hacia una política represiva contra los sin techo y de ajuste fondomonetarista que va a causar un empobrecimiento general de la población. En lugar de ser el instrumento para terminar con el macrismo y sus ajustes, son el instrumento de la continuación de los mismos.

La izquierda revolucionaria a través del FIT, tiene el desafío de luchar por avanzar en la conquista de la independencia política de les trabajadores ayudando a que franjas enteras de los mismos hagan su experiencia con el peronismo y avancen hacia posiciones revolucionarias. La izquierda tiene un lugar importante en la política nacional, y ha avanzado en su influencia entre los trabajadores, las mujeres, la juventud precaria y estudiantil y las disidencias. La Izquierda Diario es una expresión de dicha influencia dando una batalla contra los medios hegemónicos y dando voz a los sin voz.

Nuestra hipótesis es que se abre un nuevo escenario de lucha de clases que va a plantear candentemente la necesidad de construir un partido de trabajadores anticapitalista, socialista y revolucionario.

 
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