Testigo de la oleada de inmigrantes llegados de diversos lugares de África, algunos de los cuales logran llegar a sitios como las costas de Lampedusa a finales de la década del año 2000, Mazzuco escoge un personaje para catalizar las ansiedades, el trayecto interior y exterior y las esperanzas algunas cumplidas y otras devastadas por la crisis que asola Europa. Las expectativas truncadas de todas esas personas que llegan a la costa italiana en busca de una vida mejor, huyendo, en ocasiones, de situaciones familiares desestructuradas, regímenes totalitarios, leyes machistas u homófobas o el estallido de diversas guerras sembradas por ese mundo occidental que, ahora tantas cortapisas pone a la hora de servir como lugar de acogida.
Mazzuco escoge a Brigitte, una mujer congoleña con la que traba una peculiar relación que da forma a la novela donde se superponen los avatares de la escritora con los recuerdos y el periplo de esa mujer que, tras salvar su vida por los pelos, busca un lugar entre las calles de Roma. Briggitte es atendida, de diversas formas, por algunas asociaciones de acogida, pero, al igual que los adolescentes en un concurso de redacciones, pocos como la autora de “Estoy contigo” se molestan en indagar en sus heridas íntimas y sus ilusiones aparcadas en un sendero lleno de amargas sorpresas, enfermedades pasajeras y personajes imprevisibles.
De reputada enfermera en su país pasa a ser una paciente observada por diferentes miradas clínicas, psicológicas, sociales que decidirán, según su criterio, si será bienvenida en el suelo de Italia, un país que en las últimas décadas ha visto llegar a su territorio a personas cuyo color de la piel o dificultades idiomáticas las sumen en el paro, la delincuencia o el ostracismo.
Al final del libro la autora nos aclara como el gobierno italiano ha endurecido las leyes sobre inmigración ante la reciente llegada masiva de personas de otros lugares. El monólogo interior de Brigitte nos acerca a una mujer valiente en su país, dispuesta a apostarlo todo por su supervivencia y la de sus hijos, pero perdida entre la burocracia a la que ahora debe hacer frente, con y sin ayuda de amigas, compatriotas o trabajadoras sociales. Deambulando por la Estación Termini de Roma, a ratos arrojada a ratos insegura mujer congoleña, se encuentra con Melania Mazzuco dispuesta a contar su historia, después de oírla de los labios de la propia interesada, que, hasta cierto punto, no deja de sorprenderse por algunas de las costumbres de “los blancos” y otras de “los italianos”.
Entre una marabunta de personajes errabundos y de destinos dispares la autora de “Vita” ahora señalada por los rescoldos conservadores de la sociedad italiana a raíz de su novela gay “Eres como eres” se introduce en las tripas de las asociaciones, enfermeros y núcleos religiosos que acogen de forma temporal a estas personas con dificultades de integración laboral a las que se añade el estigma del color de su piel o sus dificultades con el lenguaje.
Mazzuco se molesta en aproximarse al microcosmos del que proviene su protagonista femenina, que ve regresar a su marido y sus hijos, se hace cargo de su madre y trabaja, de nuevo, como enfermera en una residencia de ancianos, no sin antes pasar por largos periodos de crispación, trauma, confusión y soledad. “Estoy contigo” es una novela directa e hipnótica, como casi todas las de su autora, a la que se suman las aristas descarnadas y las heridas abiertas y recientes del tema que aborda, eludiendo la mirada colonialista e intuyendo la distancia o la superficialidad con la que muchos jóvenes y no tan jóvenes italianos ven todavía el tema de la acogida de “seres humanos ilegales”. |