"Cuenta suspendida". Con un solo clic, Twitter apagó la manguera de racismo que era @RealDonaldTrump. El presidente de EE.UU. perdió su línea directa a los teléfonos de 88 millones de seguidores.
En un comunicado, Twitter justificó esta medida porque los tweets de Trump incitaban a la violencia. Esa explicación es extraña. Trump ha alabado durante mucho tiempo a fascistas violentos (diciendo que eran "gente muy buena") y ha amenazado con violencia ("cuando empieza el saqueo, empieza el tiroteo"). Su campaña contra las precauciones básicas de seguridad durante una pandemia ha contribuido a millones de muertes. Twitter siempre sostuvo que los tweets de Trump eran de interés periodístico por su cargo. Ahora la empresa justifica la prohibición permanente diciendo que no pensaba asistir a la inauguración de Joe Biden —¿fue realmente un nuevo nivel en lo que concierne a la política de Twitter sobre la glorificación de la violencia?
Twitter no ha cambiado sus reglas formales, ni Trump ha cambiado su estilo de comunicación. Lo que ha cambiado es la alineación en la clase dominante de los Estados Unidos, que se está uniendo alrededor del gobierno entrante de Biden para la estabilidad capitalista bipartidista. Twitter está ocultando una decisión eminentemente política detrás de un pronunciamiento legal talmúdico.
Nadie de izquierda derramará una lágrima por que le pongan bozal a Trump. Sin embargo, debería preocuparnos que un puñado de multimillonarios de la tecnología decidan, sin responsabilidad ni control, lo que se puede y no se puede decir en la plaza pública más importante del siglo XXI. Afirman, por el momento, que esas medidas se utilizarán para silenciar a los nazis y otros racistas. Pero toda la historia muestra que tales herramientas, puestas en manos de los capitalistas y su estado, serán usadas con 10 veces más fuerza contra la Izquierda.
Después de todo, la derecha, a pesar de toda su retórica "insurreccional", tiene como objetivo proteger el poder de los capitalistas —la izquierda tiene como objetivo expropiar a los multimillonarios.
La gente en los medios sociales ya experimenta esta discrepancia. Las mujeres, la gente de color, la comunidad LGBTQ+ y otros grupos oprimidos son objeto de acoso y amenazas de muerte, y las empresas de medios de comunicación social permiten esto en nombre de la "libertad de expresión". Las denuncias de racismo y sexismo, por otro lado, son a menudo censuradas —una frase como "los hombres son basura" puede ser etiquetada como "discurso de odio". Los mensajes que elogian al presidente autoritario de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, están permitidos, pero cualquier contenido en defensa de la población kurda del país es rigurosamente censurado.
Estas reglas son caprichosas y opacas. Por nombrar un ejemplo: Mark Zuckerberg había permitido por mucho tiempo la negación del Holocausto en su plataforma, y luego de repente cambió a prohibirlo. Estas reglas son entonces aplicadas por decenas de miles de moderadores de contenido alrededor del mundo. Trabajan como "contratistas" en talleres de explotación digital secretos, sin derecho a organizarse.
Tampoco son sólo las compañías de tecnología. El estado capitalista, mientras afirma que aplica leyes neutrales, muestra el mismo prejuicio para la derecha y contra la izquierda. El miércoles, sólo 14 personas fueron arrestadas mientras asaltaban el Capitolio. ¡Catorce! Los manifestantes antirracistas que se paran pacíficamente en una acera a menudo son arrestados en masa. Como señala el sitio Mother Jones, la policía del Capitolio ha arrestado a más personas durante protestas pacíficas en 35 ocasiones distintas desde 2016!
Para tomar un ejemplo gráfico, la policía empujó a un manifestante de 75 años del #BlackLivesMatter al suelo en Buffalo (Nueva York), fracturándole el cráneo. En el Capitolio, por el contrario, la policía estaba ayudando a los revoltosos de edad avanzada a bajar las escaleras. Los medios de comunicación de todo el mundo han notado cómo los mismos policías atacan a los manifestantes del #BlackLivesMatter con armas de guerra, mientras charlan y se autoproclaman con una turba de derecha. No se trata sólo de incidentes individuales. Según el blog liberal FiveThirtyEight, usando datos duros, la policía es "más del doble de probable que intente romper y dispersar una protesta de izquierda que una de derecha".
Las investigaciones de los últimos días han demostrado que los alborotadores de derecha trajeron armas de asalto y bombas —incluso mataron a un oficial de policía. El gobierno de EE.UU. utiliza regularmente la llamada "regla del homicidio culposo" contra hombres predominantemente negros. Cualquier persona que participe en un delito en el que se cometa un asesinato puede ser acusada de homicidio, incluso si no estuvo involucrada en el asesinato en sí. Hipotéticamente, cada persona que entra en el Capitolio podría ser acusada de la misma manera. Pero hasta ahora, la mayoría de ellos han sido acusados de entrar ilegalmente.
Tal vez ahora veamos una gran ofensiva del gobierno contra la derecha, pero es poco probable que vaya más allá de un par de cabecillas. El gobierno de EE.UU. no tiene experiencia en perseguir a los agitadores de derecha por algo más que un asesinato en masa. Esto no es una coincidencia: la clase dominante sabe que estos matones racistas pueden ser útiles en una crisis. Famosamente, después de que Adolf Hitler trató de dar un golpe de estado en Munich en 1923, dejando alrededor de 20 personas muertas, fue sentenciado a sólo cinco años de prisión y liberado después de nueve meses. Esto no quiere decir que la turba en el Capitolio fuera un intento de golpe fascista, ni mucho menos. El punto es que el estado capitalista está perdonando sin cesar incluso a revueltas más serias de la derecha.
Cuando los políticos "moderados" de los partidos republicano y demócrata hablan ahora de restringir el derecho a la protesta o de fortalecer al FBI, sabemos que esto será usado contra la clase obrera y los oprimidos más temprano que tarde. Es terrible cuando la dirección oficial de Black Lives Matter presenta siete demandas en respuesta a las protestas del Capitolio, incluyendo la expulsión de "miembros republicanos traidores del Congreso". Casi todos los policías del país consideran al movimiento #BlackLivesMatter como "traidor" [a los valores tradicionales de EE.UU., NdT] —¿realmente queremos justificar la eliminación de los derechos democráticos básicos? Cuando escuchamos a la gente de izquierda atacar a los republicanos por "sedición", eso es francamente suicida —la ley contra la sedición ha sido usada sólo para atacar a los comunistas y a los oprimidos que luchan por la liberación.
Para detener a Trump y a la Derecha, no podemos tener ni un gramo de confianza en el estado capitalista o en las corporaciones capitalistas. La única fuerza en la que podemos confiar es la fuerza de la clase trabajadora multirracial —la gente que mantiene toda la economía funcionando, incluyendo Facebook y Twitter. Fueron los trabajadores de las empresas de redes sociales los que han estado presionando continuamente a los propietarios para que dejen de difundir propaganda racista.
Por eso es tan alentador que los trabajadores de Google ahora están formando un sindicato. Están luchando no sólo para defender sus derechos como trabajadores —especialmente para los hiperexplotados "contratistas" de Google— sino también para detener la propaganda racista en sus plataformas. Los medios sociales con fines de lucro tienen un fuerte incentivo para impulsar el contenido más adictivo, y esto a menudo significa enganchar deliberadamente a los usuarios con teorías de conspiración de derecha. Por eso, las decisiones sobre el contenido permitido deben ser sacadas de las manos de los multimillonarios y puestas en manos de los trabajadores y la sociedad en general.
El control de los trabajadores en las empresas tecnológicas es un paso hacia la socialización de los medios de comunicación social. La esfera pública más importante necesita estar bajo el control democrático de todos.
Luchar contra la derecha requiere un frente único de todas las organizaciones obreras. Pero las turbas de la extrema derecha están lejos de ser la única amenaza para los trabajadores en los Estados Unidos en este momento. Aún más urgente, necesitamos empleos, vivienda, atención médica y alivio de la deuda para todos. Cuando luchamos por estas demandas, podemos estar seguros de que tanto los demócratas como los republicanos usarán su legislación "anti-extremista" contra los trabajadores. Por eso el movimiento obrero necesita rechazar toda la censura corporativa y estatal. Si cedemos más poder a multimillonarios como Zuckerberg o Jack Dorsey [CEO de Twitter], inevitablemente lo usarán contra nosotros. En su lugar, necesitamos luchar por el control de los trabajadores tanto del mundo digital como del real. |