El enorme negacionismo de Bolsonaro y su ministro de Salud, Eduardo Pazuello, ha llevado a que pasados un mes del comienzo de la inmunización en varios países del mundo, no haya vacunas disponibles para básicamente nadie en todo el país. El Ministerio de Salud reveló que solo el 34 % de los trabajadores del área tuvieron acceso a la vacuna. Estamos hablando de quienes estuvieron en la primera línea del combate a la pandemia sorteando los obstáculos de la catástrofe sanitaria organizada por los capitalistas, sin testeos masivos, sin equipos de protección individual y librando a su suerte al grupo de riesgo. En total hay menos de 3 millones de dosis de inmunizante en Brasil.
El Gobierno que se burló de los más de 210.000 muertos por el Covid-19, ante la presión internacional por la vacunación en los principales países, ahora corre a la India a buscar unos pocos millones de dosis que no llegan. Luego de los discursos ridículos contra la “vachina” -un burlesco juego de palabras entre China y “vacina”, vacuna en portugués-, el Gobierno se arrodilla ante China para que manden los insumos necesarios para la fabricación en el país.
De esta manera, Bolsonaro terminó poniéndole una alfombra roja a la demagogia de João Dória, una de las principales figuras del neoliberal PSDB que actualmente gobierna el poderoso estado de San Pablo. Con la ayuda de la prensa golpista e incluso de sectores de la izquierda, Doria quiso aparecer como “garante de las vacunas de Brasil”. Con la ayuda de performances circenses, explicó que San Pablo estaría proveyendo los inmunizantes que Bolsonaro no pudo conseguir.
Pero la verdad es que, por un lado, quienes garantizaron la vacuna fueron los científicos, investigadores y trabajadores de la salud, aunque en cantidad insuficiente, lo que muestra también la dura realidad de que no hay vacunas tampoco en San Pablo. Sacadas las máscaras mediáticas, el hecho es que Doria tampoco garantizó las condiciones básicas para preservar las vidas de los trabajadores y de la población pobre, que sigue muriendo en hospitales, pero también en sus casas y en sus lugares de trabajo. Hay que recordar que Doria aprobó, junto con el presidente de Diputados Rodrido Maia y los jueces de la Corte Suprema, las medidas pro patronales de suspensión de contratos de trabajo y reducción salarial, así como el techo a los gastos sociales, la precarización del sistema público de salud, la reforma previsional y los recortes a los derechos laborales, convirtiendo la vida de los trabajadores en un infierno fabril.
Además, Doria quiere obligar a los docentes del estado de San Pablo a volver a clases sin derecho a la vacuna, oponiendo a los docentes efectivos a los docentes con contratos precarizados, conocidos como “Categoría O”, que están desesperados sin trabajo y pasando hambre, por responsabilidad del propio gobernador tucano.
La humillación del trumpismo en Estados Unidos con la posesión de Joe Biden envalentonó a la prensa, que salió “a la caza” de Bolsonaro, para favorecer al golpismo institucional que critica a Bolsonaro, no por sus ataques a los trabajadores y el pueblo, sino por no lograr aplicar la agenda de los empresarios de reformas contra los trabajadores y los servicios públicos con mayor velocidad.
La caída en la popularidad de Bolsonaro alimenta esta línea política. Según la consultora DataFolha, el rechazo del Gobierno subió a 40 %, y su aprobación cayó a 31 %, producto del recrudecimiento de la pandemia, del caos en Manaus y el fin de la ayuda de emergencia que recolocó a un tercio de la población brasileña debajo la línea de pobreza. La prensa lo hace para beneficiar a otro ala golpista del régimen auspiciada por el Partido Demócrata y el imperialista Joe Biden. Es ridículo afirmar que Doria es “el mejor aliado táctico en este momento”, más aún si lo hace la izquierda. Es como decir que es muy bueno ver a Biden colaborando con nuestra lucha contra el bolsonarismo. Debemos recordar el vergonzoso llamado a votar a este nuevo representante del imperialismo estadounidense por parte del MES, corriente interna del PSOL.
Ni Bolsonaro ni Doria (que expresa la postura de todos los gobernadores) hicieron absolutamente nada para frenar el impacto letal del coronavirus sobre la población trabajadora y pobre. Doria intentó sacar provecho político del negacionismo de Bolsonaro, que con enormes dosis de ignorancia inherentes a la extrema derecha, ridiculizaba el sufrimiento de la población, especialmente la trabajadora, que perdía a sus seres queridos. Pero en la práctica, Doria imitaba el desprecio de Bolsonaro por la salud pública. Así como el Ejecutivo, el Gobierno de San Pablo no puso a disposición testeos masivos para la población, se negó a imponer la reconversión de la producción industrial que fuese capaz de producir respiradores mecánicos y camas de terapia intensiva, obligó a millones de personas a seguir trabajando en las fábricas y galpones de logística en condiciones insalubres, y permitió a los empresarios a despedir empleados, cuyas familias tuvieron que sufrir el desempleo en medio de la pandemia.
La verdad es que estas facciones de la clase dominante estuvieron con los capitalistas, en contra de una solución de la crisis sanitaria, protegiendo sus ganancias. Los empresarios, por su parte, mostraron a qué vinieron y para qué sirven. En la ciudad de Manaus, escondieron tubos de oxígeno mientras personas morían asfixiadas en los hospitales. Ahora, hacen una propuesta obscena: quieren el aval del Gobierno para comprar 33 millones de dosis de inmunizantes, “donando” la mitad al Ministerio de Salud -no se sabe para qué cuando la población es de 210 millones- mientras la otra mitad sería utilizada para vacunar a sus propias familias. Es el más completo desprecio por la vida de los trabajadores, típica de una burguesía semicolonial heredera de la esclavitud.
El mayor error ante la catástrofe es buscar a alguien en quien apoyarse en las filas de los enemigos del pueblo. No hay héroes entre nuestros enemigos. Bolsonaro y Doria, así como todo el régimen del golpe institucional, instalado y consolidado en los últimos cinco años, son responsables por centenares de miles de muertos. Los autoritarios magistrados de la Corte Suprema, los parlamentarios del Congreso, los gobernadores y los militares, cuya máxima representación de incompetencia es Pazuello: todas estas figuras, junto con Bolsonaro, tuvieron una participación activa en la organización triunfal de la catástrofe económica y sanitaria, y son los que nos trajeron hasta aquí.
Tampoco sirve tirar para el lado de la trupe de Rodrigo Maia “de forma táctica” apoyando a su candidato Baleia Rossi, como va a hacer el PSOL en la segunda vuelta de las elecciones municipales -más allá de la “puesta en escena” de su candidatura propia- es muestra contundente de lo que no debe hacer la izquierda: administrar parte de este régimen golpista.
El combate a la extrema derecha bolsonarista es una tarea central para la izquierda y la clase trabajadora. Pero es imposible realizar este combate al lado de Doria, Maia y los jueces de la Corte Suprema, acérrimos sostenedores de este régimen político golpista y ajustador, que con su tiranía liberticida aprueban con el Gobierno federal profundos ataques económicos y sociales a la población.
No podrían haberlo hecho sin la complicidad directa del PT y el PCdoB, que usan sus posiciones políticas en el Congreso y demás instituciones para contener la bronca de las masas. Las centrales sindicales que dirigen, la CUT y la CTB, se hacen las muertas no solo ante la pandemia sino ante los enormes ataques a los derechos de los trabajadores. Mientras tanto, apoyan no solo la candidatura del golpista Baleia Rossi en Diputados, sino del candidato de Bolsonaro en el Senado, Rodrigo Pacheco. Los despidos en Ford en todo el país no sacan a esas burocracias sindicales de sus sillones, y las reformas laboral y previsional pasaron sin una resistencia seria por parte de esas centrales, que dirigen a decenas de millones de trabajadores.
Podrían organizar a los trabajadores, pero no quieren hacerlo. Dependen de los privilegios de su relación material el aparato estatal, y políticamente prefieren seguir desmoralizando y pasivizando a las masas para que el PT lo capitalice electoralmente en 2022, como administrador de la agenda económica del golpe. Al contrario, la izquierda tiene planteado lanzarse a una enorme campaña nacional en defensa de los trabajadores de Ford, exigiendo a las centrales sindicales que pongan fin a las vacaciones y transformen esa lucha en una causa popular y nacional.
Por eso no podemos esperar. Las muertes van a seguir, y el país sigue sin vacunas para nadie. Hace falta inmediatamente un plan científico de vacunación que permita la inmunización universal de la población, y no solo de una mínima parte, como quieren Bolsonaro y Doria. Los dos son responsables por la catástrofe sanitaria y no tienen ni siquiera jeringas y agujas para la campaña de vacunación de la población. Si los trabajadores de la salud, junto con los metalúrgicos, los trabajadores de logística, etc. tuvieran en sus manos el control de la economía y de las investigaciones, podrían organizar con éxito todas las condiciones logísticas para la ejecución de un plan racional de inmunización universal. Para eso defendemos la contratación masiva de trabajadores de la salud, con salarios dignos, para que ayuden en la producción de las vacunas: que los trabajadores controlen la producción y distribución de la vacuna. De la misma manera, nos oponemos a todo tipo de método autoritario y policiaco de imposición de la vacuna, como propone la Corte Suprema, que quiere despedir por justa causa a quienes se rehúsen a darse la vacuna.
Si Bolsonaro y Doria son incapaces de garantizar lo básico, como demostraron en la práctica, que sean los trabajadores quienes tomen en sus manos esa tarea, organizados por los sindicatos, y garanticen la disponibilización universal de la vacuna para todes.
Desde el punto de vista político, la unidad con los burgueses que quieren los defensores del “frente amplio anti Bolsonaro” no nos sirve. Nuestra unidad para luchar debe darse con un claro corte de clase, contra todas las variantes de la burguesía. Al PSOL le vendría bien saberlo, ya que en su disputa interna pública entre el MES y Marcelo Freixo (líder del partido en Rio de Janeiro que disputó en segunda vuelta la alcaldía de la capital carioca) contra la corriente mayoritaria de Ivan Valente y Juliano Medeiros, la única divergencia es saber si adhieren al bloque del golpismo institucional de Baleia Rossi en primera o en segunda vuelta. Una vergüenza que está al servicio de la política de “impeachment” alentada por sectores del golpismo, sin siquiera cuestionar que eso llevaría al poder al General Hamilton Mourão.
Es imprescindible que las centrales sindicales como la CUT y la CTB salgan inmediatamente de su parálisis y organicen el frente único de los trabajadores para enfrentar todos los ajustes económicos y revocar las reformas neoliberales del golpismo, en primer lugar las reformas laboral y previsional, revirtiendo todas las privatizaciones autorizadas por la Corte Suprema y poniendo en el centro la lucha contra el cierre y los despidos en Ford. Es urgente que el PSOL ponga el peso de sus figuras como Guilherme Boulos y sus parlamentarios al servicio de esa exigencia, junto a todos los sindicatos y movimientos sociales influenciados por el PSOL, PSTU y los que se ubican a la izquierda del PT y las burocracias, como la Central Sindical y Popular (CSP) Conlutas y las Intersindicales.
Los trabajadores necesitamos organizar la defensa contra estos ataques sin desvincular esas batallas del combate al conjunto del régimen del golpe institucional. El impeachment serviría para poner al General Mourão en la presidencia y mantener a todos los ajustadores y militares en sus lugares, preservando a los jugadores del golpismo. Por el contrario, de lo que se trata es de atacar en regla no solo a Bolsonaro y Mourão sino a todas las instituciones de este engendro golpista de los poderes instituidos (Corte Suprema, Congreso Nacional, etc.) que nos trajeron hasta aquí, estando en la primera línea de la defensa de todos los derechos democráticos y sociales de la clase trabajadora y del pueblo pobre, diariamente pisoteados. Para eso, defendemos una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, impuesta por la lucha, cuya dinámica intensificaría los choques entre los intereses de las clases, que exige la autoorganización y autodefensa de los trabajadores contra los poderes fácticos del Estado capitalista. Este es el camino independiente para conquistar, mediante la lucha de clases, un gobierno de los trabajadores de ruptura con el capitalismo.
No menos urgente para la izquierda es construir las bases para una organización revolucionaria de los trabajadores en Brasil, que supere al PT por izquierda. Esta es una decisión política, al servicio de la que se ponen los compañeros del Movimiento Revolucionario de Trabajadores y Esquerda Diario, que necesariamente va a contramano de la actividad de la izquierda, restringida a los límites de lo que permite la burguesía y el régimen del golpe, una izquierda que, aprendiendo con el PT, huye de los trabajadores y de la lucha de clases como de la peste. Esquerda Diario está al servicio de los trabajadores de Ford y su lucha, al servicio de la batalla por la disponibilización universal de la vacuna para todes y al servicio de construir esa alternativa. |