Pablo Castilla, tiene 21 años y vive en el Prat de Llobregat, una localidad del antiguo cinturón rojo de Barcelona. Como él mismo dice la rebeldía la aprendió desde bien pequeño. Hijo de un obrero de la industria del plástico y una administrativa, como tantos otros de su generación fue criado por sus abuelos mientras sus padres trabajaban. Su abuelo, migrado de adolescente desde Andalucía, trabajó toda su vida en la SEAT y fue parte de sus CCOO en pleno Franquismo. “Estoy luchando contra el régimen monárquico heredero de la dictadura contra la que luchó mi abuelo”, así sintetiza su particular hilo rojo de la historia.
Milita en la CRT y junto a otro jóvenes independientes impulsa la agrupación juvenil Contracorrent. Estudia en la UPF un grado en Filosofía, Política y Economía, donde hace 2 años fue parte de la plataforma “Fora el Borbó” que organizó un referñendum sobre la monarquía en el que participaron 10 mil estudianties. Pero su militancia social y política viene de más atrás, desde sus primeros pasos en si instituto, el Salvador Dali del Prat, como organizador de una asamblea de jóvenes que participó en procesos como las movilizaciones estudiantiles contra el 3+2, la defensa del referéndum del 1 de octubre o la solidaridad con la huelga de Titanlux.
Hoy es uno de los miles de jóvenes que han salido a movilizarse por la libertad de Pablo Hasel, contra la represión, la monarquía y las perspectivas de futuro a la que les condenan las políticas de los diferentes gobiernos: el central y el catalán. Junto a sus compañeras y compañeros de Contracorrent están tratando de que este movimiento arraigue en los centros de estudio en forma de asambleas de estudiantes.
En la última semana diversos medios de comunicación catalanes e internacionales se se han hecho eco de sus agudas denuncias. Un discurso que además de señalar el malestar de su generación con el sistema y la falta de perspectivas de futuro, apunta abiertamente a los responsables políticos de esta situación. En la entrevista que le realizó el programa de TV3 Planta Baixa, presentado por Ricard Ustrell, apuntó a esos gobiernos “que no tienen nada que ofrecernos”, refiriéndose tanto al llamado gobierno “progresista” como al gobierno de la Generalitat de ERC y JxCat. A ambos responsabilizó directamente de la represión y las vulneraciones del derecho de manifestación.
En este mismo programa adelantó la propuesta que desde Contracorrent le estaban haciendo al resto de organizaciones estudiantiles, “transformar la rabia en organización”, de una forma concreta: “impulsando asambleas en todos los institutos y facultades contra la represión y la monarquía”.
Las protestas juveniles de Barcelona han sido también portada de la prensa internacional en estos días. Agencias internacionales como Reuters las han cubierto recogiendo testimonios de varios jóvenes, entre ellos el mismo Pablo o su compañero Sergi, también del Prat, un joven trabajador de 19 años que, como tantos otros, lleva meses buscando empleo o yendo de trabajo precario en trabajo precario.
En el reportaje del periodista Joan Faus, Pablo reiteraba que “está claro que algo no está funcionando ... Los jóvenes no se han vuelto locos de repente. Hay razones detrás de todo esto ”. Sergi añadía que "El caso Hasel ha sido la chispa que ha prendido fuego" y las manifestaciones han “ayudado a aliviar el estado de ánimo de "depresión, ira y apatía" que han generado la recesión y la crisis del COVID-19”.
El periodista Enric Botella, de la BBC mundo, en un reportaje bajo el título “El encarcelamiento del rapero fue el detonante, pero hay muchas más cosas”: qué hay detrás de la ola de protestas en Barcelona”, también le daba voz. Pablo añadía como una de las causas que explican las protestas la “persecución policial que sufrimos los jóvenes durante la pandemia (…) En verano se nos culpabilizó de hacer fiestas ilegales y luego se vio que los principales rebrotes fueron entre temporeros, trabajadores migrantes con condiciones laborales precarias”. Denunciaba este régimen de sobre explotación en el campo y también la situación laboral de la juventud que también sufren “trabajos precarios sin condiciones de seguridad” o el hacinamiento en el transporte público, sobre lo que lanzaba una pregunta retórica contundente “¿Cuántas fiestas ilegales hay en un vagón de metro a las ocho de la mañana en Barcelona?”.
Otro de los canales de televisión que se ha hecho eco del testimonio ha sido TeveCat y su programa de debate juvenil Opina Youth presentado por Sergi Àlex. En una tertulia que llevaba por título “¿Están los jóvenes maltratados en el Estado español? ¿Nos toman el pelo?”, discutió frente a dos jóvenes de derecha – Ysabel Sanz y el dirigente de las juventudes de la formación liberal “Units per Avançar”, Joel López” - en contra de la campaña de criminalización de la protesta y la juventud que se ha puesto en marcha en estas dos semanas.
Ante la insistencia de querer poner en el foco del debate los disturbios de las manifestaciones, Pablo sorprendió con un contundente “No, no condeno”, para añadir que él no pensaba ponerse “en el mismo lado de quienes están criminalizando a la juventud” y denunciar y condenar la brutal violencia policial vivida en las manifestaciones o que se ceba sobre otros colectivos cotidianamente como los manteros, los vendedores ambulantes de origen inmigrante que son sistemáticamente hostigados por la policía de Ada Colau.
Pablo, como Sergi, Paula, Laia... y otros miles de jóvenes que están saliendo a movilizarse en estos días, llevan adelante una protesta que cuestiona en los hechos a una izquierda del “régimen” que hoy es, nada menos que, gobierno junto al PSOE de las reformas laborales, el 155 y la defensa de la Corona. En este sentido también ha querido dar su opinión sobre los principales hechos de la actualidad política. Relacionando el malestar que expresan con las negociaciones en curso para formar un nuevo govern de la Generalitat, advertía como en su opinión “la juventud que está siendo reprimida no entendería un apoyo de la CUP a ERC y JxCat”.
También en una de sus intervenciones en el debate de Opina Youth discutió contra los mantras liberales que presentan al capitalismo como el mejor de los sistemas posibles y a las revoluciones como cosas del pasado y condenadas al fracaso. Ideas cultivadas y fomentadas por la academia y la “opinión publicada” con la que cada vez más jóvenes están rompiendo en todo el mundo.
La llamada generación Z, los nacidos ya en el siglo XXI, están protagonizando muchos de los procesos de lucha de clases que se vienen dando antes y durante la pandemia. Desde el proceso de movilizaciones en Chile contra el régimen heredero de Pinochet, hasta las últimas protestas en la vecina Francia contra la enésima ley liberticida de Macron el pasado otoño. Una parte de ella son jóvenes en los que los discursos de apología del capitalismo no han calado y empeizan a plantearse horizontes de transformación social mucho más profundos. Pablo es parte de ello de forma consciente, de ahí su temprana militancia política en una organización socialista revolucionaria como la CRT. |