Durante la tarde del martes, por primera vez en casi 25 años, los portones de la refinería que la multinacional anglo-holandesa posee en el Polo Petroquímico de Dock Sud se encontraron bloqueados tanto para la entrada de camiones como para la salida del personal jerárquico y diurno. Los trabajadores petroleros decidieron en asamblea ponerle un freno a la prepotencia de la empresa, que una vez mas volvía a despedir sin causa a una operadora.

La gota que rebalsó el vaso

Desde mediados del año pasado cuando la Shell despidió a 9 trabajadores (en su mayoría activistas de una lista opositora a la conducción del Sindicato del Petróleo y Gas Privado de Avellaneda que responde al Frente Renovador) la empresa comenzó a avanzar en las condiciones de trabajo de los operadores de la refinería: recorte de las horas extras, demora en la entrega de categorías y un desfasaje respecto a una re categorización del convenio que nunca acató fueron algunas de los hechos que fueron colmando la paciencia. El despido de la compañera termino catalizando toda esa bronca que los trabajadores venían masticando con los dientes apretados y en una medida que tomó a la empresa por sorpresa votaron el paro hasta que se consiga la reincorporación. La medida fue refrendada por una nueva asamblea con los trabajadores del turno noche, se espera una nueva asamblea durante la mañana donde participarían también los trabajadores diurnos del taller y mantenimiento.

Despidos sin causa, una multinacional millonaria que piensa que es un patrón de estancia

Al igual que el año pasado la empresa volvió a despedir sin alegar causa alguna. En aquella oportunidad se escudaron en el argumento inverosímil de que personas con 7 u 8 años de antigüedad, de un día para el otro, “no daban el perfil”. Esta vez lo hacen argumentando una supuesta infracción de un reglamento interno sin otras pruebas que las que ellos poseen, y además poniéndolo por encima de las leyes laborales argentinas. Esto muestra una vez mas que mientras la Shell amasa millones de dólares con el esfuerzo cotidiano de cientos de sus trabajadores (que deben padecer condiciones insalubres de trabajo, como el desgaste del turno rotativo o la exposición a sustancias cancerígenas como el benceno) a la hora de despachar a un empleado piensan que no tienen ningún derecho a defenderse. Los petroleros de la Shell se han dado cuenta que no pueden dejar pasar esto, porque lo que hoy es una supuesta infracción al reglamento, mañana es un error operativo, o una llegada tarde, o una falta por un familiar enfermo o cualquier cosa que a la empresa no le guste que hagan.

La conquista de la unidad y de las asambleas

Hay un hartazgo generalizado ante tanta prepotencia y en los próximos días se definirá quién gana esta pulseada. Pero por el momento los petroleros de la Shell pueden celebrar haber conquistado asambleas concurridas donde hubo varias intervenciones, en contraste de los rutinarios “informes” que hacía la Comisión Interna y donde nadie opinaba. Lo mismo puede decirse de la votación para sacar la medida adelante, que hace que cada trabajador se ponga su parte de la lucha al hombro y de la pelea para convencer al resto de sus compañeros de aguantar la lucha. Estas nuevas bases expresadas en una comunidad de objetivos y una moral solidaria ante los embates de la patronal será la punta de lanza de una nueva experiencia que los trabajadores harán con la empresa y con la C.I. de la refinería y que de seguro, de ahora en adelante, va a dar que hablar.