Luego de la histórica conquista del derecho al aborto legal la fuerza del movimiento de mujeres y disidencias volvió a manifestarse en las calles este 8M, pese a los intentos de las organizaciones ligadas al gobierno de plantar una lógica de planchazo, llamando a no movilizar con la excusa de la situación sanitaria.
La enorme cantidad de compañeras que inundaron las calles son un claro signo de que la única alternativa que tenemos para enfrentar la oleada brutal de femicidios es transformando la bronca en organización y lucha, identificando al Estado como principal responsable y exigiendo un plan de emergencia efectivo con los recursos que sean necesarios. Parte de la denuncia hacia el Estado es dirigida al rol que ocupan las fuerzas de inseguridad en la perpetuación y profundización de la violencia hacia las mujeres, disidencias y a la clase trabajadora. En este mismo sentido, desde Pan y Rosas queremos repudiar que las organizaciones del "Frente Feminista Nacional y Popular", mantengan sus alianzas y le den cada vez más protagonismo a oficiales de las fuerzas represivas del Estado en las instancias de organización y movilización en pos de los derechos de las mujeres y las disidencias.
En la última movilización por el 8M, en Punta Alta, una agente de las fuerzas represivas, en un acto alarmante y provocativo, tomó la palabra para nombrar a las víctimas por femicidios del último año en nuestro país.
Este cínico acto desvaloriza las denuncias que desde el PTS y Pan y Rosas en FITU, junto a organismos de DDHH, venimos haciendo desde hace años, pero con mayor fuerza en los últimos meses. Denuncia que luego del brutal femicidio de Úrsula ya no puede ignorarse: 1 de cada 5 femicidios es perpetrado por personal de las fuerzas represivas.
Mientras tanto, el Gobierno mantiene su política de fortalecer a las fuerzas represivas, otorgándole aumentos y garantizando que personajes como Berni (responsable de la desaparición seguida de muerte de Facundo Castro y del violento desalojo a las y los trabajadores de Guernica) se mantengan en el poder.
Denunciamos que todas las policías, y todas fuerzas militares son aparatos represivos del estado que mantienen los intereses de unos pocos reprimiendo a quienes reclaman por sus derechos.
Mientras algunos feminismos nos exigen que abandonemos la alianza con nuestros compañeros de clase que se organizan contra la explotación a la que nos expone este sistema, nos imponen con este accionar que nos hermanemos con mujeres que pertenecen a estás fuerzas. No hay alianza posible con mujeres que formen parte de ese aparato. Con esas mujeres nos separan, claramente, interés de clase.
Desde Pan y Rosas en 2019 junto a todas las organizaciones feministas, centros de estudiantes e independientes que formaron parte de la Asamblea organizativa del 3j (2019) en Bahia Blanca, nos pronunciamos en contra de que las Fuerzas represivas del Estado sean parte de las organizaciones de mujeres y sus movilizaciones. No podemos permitir el ingreso de agentes de estas fuerzas en nuestros espacios de organización y lucha.
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