En diferentes episodios de nuestras vida nos hemos sentidos más vulnerables -unas más o menos que otras- solo por el hecho de haber nacido bajo el sexo femenino, a pesar de la corta edad que tenemos varias, nos han lastimado los nervios por las miradas "raras" que nos han llegado a lanzar desconocidos en transportes públicos cuando íbamos o veníamos de la escuela, del trabajo, de la casa de la vecina... Desde el momento en que pudimos echar una curiosa mirada a lo que sucede a nuestro alrededor, hemos sentido en la carne las heridas de todas nuestras congéneres ubicadas en situaciones de abusos, violaciones y hasta femicidios, tenemos la necesidad de hacer algo que detenga todo esto.
Vivimos en un país donde por más que se haya proclamado una "revolución" hace más de dos décadas, por más que se haya declarado desde la presidencia un proyecto "feminista" y de "inclusión a la mujer", la situación actual de la mujer trabajadora y pobre es en extremo vulnerable, es quien lleva en sus hombros el mayor peso de la crisis económica, con una de las legislaciones más conservadoras en materia de derechos sexuales y reproductivos, y especialmente desde la pandemia por Covid-19 sujetas a condiciones de confinamiento que facilitan el aumento de la violencia de género intrafamiliar y femicidios como último eslabón de esa cadena.
Hace unas 3 semanas atrás una compañera le reenvió un mensaje en cadena a otra compañera de PyR Falcón, de una chica tan preocupada como nosotras por estos temas queriendo (igual que nosotras) movilizarse en nuestra misma ciudad, y tratando de dar con el origen de la cadena nos vimos rápidamente tejiendo una red de mujeres y jóvenes preocupadas por estas mismas cuestiones y con ganas de manifestarse.
Muy cerca ya de llegar la fecha las dificultades no se hicieron esperar, una compañera nos informa que por decreto presidencial las manifestaciones públicas pautadas para la semana del 8M quedan suspendidas producto del peligro de la nueva cepa brasileña del virus Covid-19, las fuerzas de orden público se encargarían de hacer cumplir esta medida, pero al mismo tiempo anunciando semana de flexibilización para las actividades de la "semana santa", el mensaje político era claro: mujeres a sus hogares en su día, feligreses podrán salir a sus iglesias en las siguientes fechas.
Llegado el día varias manifestaron las dificultades reales para salir a manifestarse: compromisos laborales, no tener dinero para los pasajes y para movilizarse al lugar pautado, también quienes siendo menores de edad no contaron con la aprobación de sus padres, quienes debido a las restricciones ya no podían moverse junto a sus hijas e hijos hacia el lugar, en fin, más y más muestras de que entre el capitalismo y el estado patriarcal se conjuraban contra el deseo de las mujeres y jóvenes a manifestarse en su día.
Es verdad, no conseguimos que nuestra convocatoria lograra presentar en el sitio lo que cuantitativamente esperábamos, pero el hecho de no dejarnos llevar por el número y aun así congregarnos esa mañana, compartir experiencias, manifestarnos, nos generó una sensación satisfactoria, de que "algo se logró".
Relato de una compañera de PyR Falcón:
"Aprendí de nuestro primer 8M (y digo nuestro porque en los hechos fue el primero al que asistí así como el de al menos otra compañera que estuvo conmigo), que juntas somos y nos sentimos más fuertes, que a pesar de las restricciones oficiales, la pandemia, y los obstáculos materiales que muchas compañeras tuvieron, las que estuvimos no nos desanimamos por ocupar una plaza grande que evoca nuestra pertenencia de clase ("Plaza del obrero"), logramos plantar una bandera de lucha por nuestros derechos en un lugar público y nos queda la convicción de que pronto ese número crecerá. No fuimos pocas, porque allí nos sentimos acompañadas por quienes nos saludaron desde sus casas con fotos y pancartas, también por las miles que se manifestaron en el mundo entero, porque ese es el contenido de lucha de un 8 de marzo, su internacionalismo."
Reivindicamos nuestra acción, y pensamos que no se puede quedar allí, tampoco se debe esperar a que el calendario nos vuelva a llamar el próximo 8 de marzo, o 28 de septiembre, o 25 de noviembre, debemos apuntar a organizarnos regionalmente, a solidarizarnos con las que siguen siendo víctimas del estado patriarcal, a concretar encuentros de mujeres, ciclos de formación, y todo tipo de actividades que nos mantenga juntas y movilizadas. Nuestro movimiento en la región falconiana apenas comienza, aún es joven pero tiene muchísimo potencial que por necesidad vital debemos aprovechar, no nos desanimemos, tenemos mucho terreno que conquistar, pero debemos organizarnos para lograrlo.
Pan y Rosas Falcón 09.03.2021 |