Editorial |
El periodismo en disputa
|
|
|
Indignaciones selectivas, información parcializada y verdades a medias. Una vez más: el periodismo y la política. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos, 89.9. |
Link: https://www.laizquierdadiario.com/El-periodismo-en-disputa
|
Discutir el periodismo en los términos de un profesionalismo ideal, una objetividad utópica o un equilibrio justo no es tan solo aburrido, también es interesado o, si somos buenos, demasiado inocente. Y si hay un oficio en el que no sobran los inocentes, es precisamente el periodismo. Las “dos campanas” dejaron de sonar allá lejos y hace tiempo, entre otras cosas, porque no hay solo dos: hay muchas. Pero, además, porque el que otorga un espacio igual a la campana que tiene poder y a la que no lo posee, no está siendo igualitario, está ocultando una desigualdad y la está fortaleciendo. Por eso es más interesante y más veraz discutir el periodismo como un problema político, es decir, como una cuestión en la que se juegan intereses.
El tema está en el centro, una vez más, porque en los últimos días se produjeron hechos que develaron una práctica de coberturas parcializadas, indignaciones selectivas, repudios con demasiados “peros” y periodismo de guerra.
La tapa de Clarín de hoy (jueves) generó indignación porque luego de que la ensayista Beatriz Sarlo se autocriticara por haber dicho que le ofrecieron vacunarse “por abajo de la mesa”, igualmente tituló amalgamando todo y como si fuera lo mismo que el “vacunatorio vip”, cuando claramente los hechos y la propuesta tenían otra naturaleza.
Más indignación generó porque se venía de una jornada en la que, por responsabilidad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se produjo una inhumana aglomeración de adultos mayores en los centros de vacunación del Luna Park y en el barrio de Boedo, en un día de calor, al rayo del sol, sin cuidados y con mucho maltrato. Ese hecho, grande como una casa, que tuvo lugar en la capital del país, no mereció tapa, todo lo contrario: fue tapado.
También en esos medios que comparten la misma “sensibilidad” —para llamarla de alguna manera— se publicó una noticia que mostraba las lágrimas de un empresario lácteo por el reclamo de algunos de sus trabajadores que exigían tener el convenio que les corresponde. Entre lágrima y lágrima pidió que le saquen “esta lacra de encima” e incluso en la zona hubo una movilización de miembros de la Sociedad Rural local y otras “fuerzas vivas” demonizando a los trabajadores. Ahí no hubo ni siquiera dos campanas.
Pero, también, días antes tuvo lugar la represión de Gildo Insfrán en Formosa y todo el otro espectro de medios de la “grieta” relativizó la represión (es “repudiable, pero…”) o no informó sobre ella. Incluso el mismo Gobierno provincial los dejó mal parados porque hizo una especie de autocrítica de hecho y removió a un funcionario del área de Seguridad. Algunos quedaron pedaleando en el aire, siendo más insfranistas que Insfrán.
Siempre es bueno aclarar que estamos hablando de las líneas editoriales de las empresas y sus intereses políticos, no de la gran mayoría de los periodistas que hacen su trabajo en las condiciones que se les presentan y como pueden.
Sin embargo, hay una trampa mayor en la que caen quienes dicen enfrentar a la derecha o a los medios que la representan: discuten dentro de su universo de ideas, de sus temas, de su agenda: que si Sarlo es ética o se convirtió en una celebrity de esas que ella supo describir en alguno de sus libros; que si las aberraciones que dijeron Patricia Bullrich o Fernando Iglesias son más o menos tremebundas; que el libro de Macri en el “rincón del vago” o los editoriales infames del diario La Nación.
Es una agenda, en cierta medida, que discute los temas que vienen desde arriba y desde la derecha (aunque los repudien o los critiquen).
¿Qué quiero decir? Que con la excepción de La Izquierda Diario (y algunos otros medios, pero quizá con más “potencia” por el lugar que conquistó) es muy difícil que te enteres de un escenario que viene desde abajo y que incluye:
La pelea de los 1000 trabajadores del frigorífico Arrebeef en el interior de la provincia de Buenos Aires que reclaman por salarios y le respondieron con amenaza de cierre; los metalúrgicos de Siderar Canning contra flexibilización laboral, demandas salariales y despidos; los empleados del subte de Buenos Aires que reclamaron la defensa de la salud; los movimientos piqueteros o los jóvenes repartidores que coparon las calles porteñas contra precarización; los trabajadores de Swiss Just en Lomas del Mirador que cerró su depósito dejando en la calle a todos los empleados; ferroviarios despedidos que marcharon al Ministerio de Trabajo; enfermeras del Hospital Larcade que cumplían un mes de movilizaciones, las obreras pesqueras que bloquearon la puerta de Apolo Fish en Mar del Plata para que las reincorporen; los lecheros de Mayol levantaban carpas frente a la planta para que les paguen; jóvenes de Hey Latam que ocuparon las instalaciones del call center en Rosario.
Y hay más: en el Sur, la ocupación de Digital Fueguina por 200 obreros que reclamaban por salarios; la movilización de ceramistas, enfermeras, maestras, judiciales y desocupados en Neuquén, continuada después por 1500 trabajadores de la salud; las marchas contra la megaminería contaminante en Chubut.
Hacia el Norte: la protesta de la salud y el conflicto en el Ingenio San Juan en Tucumán; o los reclamos de choferes, empleados de comercio o docentes en Jujuy.
Y a todo esto hay que agregar los conflictos en las escuelas de 14 provincias.
¿Por qué esta agenda no es “la agenda”? Bueno, también por intereses: porque enfrentan a empresarios que están en disputa con el Gobierno, pero también a otros que son aliados, a gobiernos de oposición, pero otros que son parte de la coalición.
Entonces, el debate no es entre modelos ideales de ejercicio del oficio, sino entre formas de abordar la realidad de acuerdo a intereses económicos y políticos.
Precisamente por todo esto y porque la verdad no está en el medio, sino en el fondo, es más válida que nunca la frase de ese gran periodista que fue Rodolfo Walsh que inmortalizó una sentencia: la verdad no solo se cuenta, la verdad se milita. |
|
|
|