Los dos principales partidos de la derecha en Andalucía, el Partido Popular (PP) y Ciudadanos (Cs), han pactado esta semana un acuerdo antitransfugismo que bloquea cualquier trasvase de diputados entre ambas formaciones, es decir, imposibilita que se produzca lo que está ocurriendo a nivel estatal con una fuga de cargos de Ciudadanos al PP en lo que se ve como la lenta muerte del primero.
El pacto, defendido por Juanma Moreno (PP), presidente de la Junta de Andalucía y por Juan Marín (Cs), vicepresidente de la Junta de Andalucía, busca aislar al gobierno de coalición de derechas en Andalucía de los vaivenes del enfrentamiento hostil que se está produciendo en el bloque de derechas a nivel estatal. Para los implicados se trata de una maniobra destinada a mantener la estabilidad del Ejecutivo andaluz frente a las decisiones que las direcciones estatales de ambos partidos han ido tomando recientemente desde el inicio de la guerra abierta que supuso la moción de censura en Murcia impulsada por la formación de Arrimadas.
Una maniobra que refleja también la diferencia entre el PP andaluz, que busca un perfil más moderado en apariencia frente a la postura estatal -y en concreto a la postura más “agresiva” que mantiene Isabel Díaz Ayuso en Madrid-, de la cual Moreno ha intentado distanciarse, queriendo inspirase más en un perfil Feijóo. Esta lectura ha sido compartida públicamente por su socio, Juan Marín, quien ha afirmado en varias ocasiones que existen “dos almas” en el PP, de las cuales la más moderada estaría representada en el PP andaluz. Una tesis que se ha visto reafirmada por los enfrentamientos que se han dado en las últimas semanas en los congresos provinciales de la formación de derecha en Andalucía, con un conflicto abierto por la dirección del PP en Sevilla entre el candidato apoyado por Juanma Moreno y el apoyado por Teodoro García Egea, mano derecha de Pablo Casado. Tensiones que representan un debate interno en el partido al respecto de cómo afrontar la crisis que sufre por el acoso por derecha que Vox ejerce sobre su electorado y que les obliga en parte a competir con la ultraderecha en sus clásicos caladeros de votos, como es el caso de Almería en Andalucía, por ejemplo.
Este pacto además debe leerse en el contexto de qué puede estar provocando la fuga de dirigentes de Ciudadanos al PP, en especial como han resaltado algunos analistas, el fichaje de Fran Hervías, antiguo secretario de Organización de la formación naranja en la época del Albert Rivera. El antiguo dirigente y senador por designación autonómica, mantiene un gran poder sobre la exigua estructura territorial de la formación de Arrimadas, por lo que su paso al PP supone una gran amenaza hacia la existencia de Ciudadanos. Además de su peso como posible factor en la captación de más cuadros políticos, Hervías fue el antiguo rival de Marín por la dirección del partido en Andalucía y ha tanteado en ocasiones perjudicar a su oponente. El acuerdo bloquearía posibles maniobras ocultas impulsadas desde Madrid y deja el paso libre a una fusión más lenta entre PP y Ciudadanos como parecía estar desarrollándose a nivel andaluz entre ambas formaciones, ya que Marín en realidad nunca ha cerrado la puerta a acudir en una lista conjunta con Moreno en las próximas elecciones autonómicas.
Queda por ver si el ejemplo andaluz consigue de verdad aislarse de la guerra abierta de la derecha española, asumiendo que han perdido el apoyo de Vox en el Parlamento Andaluz con lo que no podrán sacar adelante iniciativas legislativas. Una cuestión que al gobierno de coalición de derechas no molesta porque ya tienen el Presupuesto de 2021 aprobado y confían en su prorroga en 2022 hasta agotar la legislatura. |