Miguel Hernández Gilabert nació el 30 de octubre de 1910 en Orihuela, España. En una familia humilde, la cría de ganado caprino fue tarea desde muy pequeño que realizó junto a su padre. Arreaba animales, los alimentaba, los cuidaba y ayudaba en el campo. La vida de los niños y hombres humildes de largas jornada entre sudor y tierra, que sufren los latigazos de las herramientas de tanto usarlas desde temprana edad, serán llevados a su poesía.
“Cada nuevo día es/ Más raíz, menos criatura,/ Que escucha bajo sus pies/ La voz de la sepultura” escribirá más tarde en el poema El niño yuntero.. Nos remonta a las tierras andaluzas trabajadas con esfuerzos inhumanos por las pobres víctimas de las desigualdades sociales de su tiempo, traslada el sufrimiento de un niño esclavo de sus circunstancias.
"Carne de yugo, ha nacido
Más humillado que bello,
Con el cuello perseguido
Por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta
A los golpes destinado,
De una tierra descontenta
Y un insatisfecho arado (…)
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros. ( fragmento)
Apasionado con la vida, aún luego de torcer su espalda joven en el cuidado del ganado, comenzaba a componer sus primeras obras y a formar parte de la tertulia literaria de Orihuela, donde conoce a Ramón Sijé de quien se haría gran amigo. A partir de 1930, a la edad de 20 años, empieza a publicar pequeñas poesías cortas en revistas literarias.
En los días del inicio de la Revolución Española, 14 de abril de 1931, preparaba su viaje a Madrid al que arribó en diciembre de ese año.
En 1936, escribirá una de las obras poéticas que mejor lo han trascendido: El rayo que no cesa.. Obra colorista que sigue los preceptos impresionistas por su enfoque sensorial: luz, color, aromas, sonidos e impresiones visuales, con un dinamismo que recoge el espíritu mediterráneo-campesino hasta versos de sensualidad exuberante.
-* "¿No cesará este rayo que me habita/ el corazón de exasperadas fieras/ y de fraguas coléricas y herreras/donde el metal más fresco se marchita?/ ¿No cesará esta terca estalactita/ de cultivar sus duras cabelleras/ como espadas y rígidas hogueras/ hacia mi corazón que muge y grita?".
La muerte del amigo
Es en este libro incluye la "Elegía a Ramón Sijé", que tal vez fue incorporado sólo en último momento a consecuencia de la repentina muerte del amigo y maestro del poeta. La muerte de un amigo-hermano, el fin de la vida y la soledad de los muertos están en la musicalidad de sus versos cortos.
“ (…) Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.” ( fragmento)
El poeta oriolano construyo así una identidad propia, la plasmó en Cancionero y romancero de ausencias ( 1938-1941) terminado en la cárcel. Su trabajo más personal y consecuente con la poesía del Grupo del 36 por identificarse con el sentir del pueblo y un estado de angustia existencial, debida a sus estancias en las cárceles franquistas, más una aclimatación al realismo revolucionario.
En prisión, la carta y Nana de las cebollas
El 18 de julio de 1936, el Ejército al mando de Francisco Franco comienza el golpe de Estado que desataría la guerra civil que duraría tres años..
Miguel Hernández toma parte muy activa junto a las milicias republicanas, en 1936 se alistó en el 5º Regimiento y se afilió Partido Comunista. Fue comisario político y adhirió, durante la guerra civil, a la política de Stalin.
Los libros de aquellos años, Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939), los escribió en los frentes donde combatió: Madrid, Andalucía, Extremadura.
En 1939, al terminar esta y con la consolidación delEstado fascista, intenta salir del país pero es detenido en la frontera con Portugal.
Sin juicio ni sentencia, en un estado físico lamentable, consiguió erigirse como uno de los poetas más destacados de la historia. Le envió a su mujer unas breves letras y a su hijo un poema maravilloso: la nana más hermosa y al mismo tiempo más terrible de la literatura universal.
En “Nana de las cebollas” lo principal es la familia, a la que no puede proteger ni ayudar por estar encarcelado, el desánimo por encontrarse lejos y por temerse que no volverá a verlos.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda (...)
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La risa es ese espacio que abre la libertad posible en la celda. Encuentra en la imaginaria risa de su pequeño la batalla del héroe que ha vencido al hacer que la luz retumbe sobre las sombras.
Un consejo de guerra lo había condenado a muerte en 1940. Y aunque el régimen franquista le conmutó la pena a cambio de 30 años de cárcel, las condiciones de su prisión fueron más implacables que cualquier horca. El 28 de marzo de 1942, en la prisión de Alicante, muere de tuberculosis a los 31 años de edad.
Recordar la literatura de Miguel Hernández en tres poemas es una humilde forma de no olvidar a los niños jornaleros, a los amigos, la Guerra Civil Española y del poder de Francisco Franco, la belleza de la risa de un niño.
Obras
En vida llegó a escribir 5 libros de poesía y 5 obras de teatro, destacando el Cancionero y romancero de ausencias (escrito en 1941 durante su estancia en la cárcel) y Los hijos de la piedra (1935).
Perito en lunas
Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras
El rayo que no cesa
Viento del pueblo
El labrador de más aire
Teatro en la guerra
Cancionero y romancero de ausencias
El hombre acecha
Varios de sus poemas fueron musicalizados mucho después de su muerte en estilos como el pop, el rap, el flamenco o el rock, como símbolo del talento de su obra. |