El 30 de marzo de 1988 se proclamó en Colombia el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, durante un Congreso realizado en Bogotá. La intención de ese momento era reivindicar los derechos de miles de personas, en su mayoría mujeres, que trabajaban en ese sector e instalarlo en la agenda pública.
La pandemia agudizó y permitió visibilizar problemas existentes antes de la llegada de la Covid-19. Entre otros las tareas de cuidado, realizada en su mayoría por mujeres. A pesar de que muchas discusiones dentro del movimiento de mujeres ubican la distribución de estas tareas como una discusión que debería ser central dentro de la agenda pública, es un tema aún pendiente.
Las mujeres que se emplean en el trabajo doméstico, trabajadoras de casas particulares, realizan esta actividad en su gran mayoría de forma precaria y de manera no registrada o informal, comúnmente llamado trabajo en negro.
De acuerdo a un informe realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2020, el 22% de las mujeres asalariadas en Argentina realiza este tipo de trabajo. Es decir, más de 1 de cada 5 trabajadoras se desempeña en el servicio doméstico. En total, se estima que en nuestro país hay más de 1.400.000 trabajadoras de casas particulares y que el 99,3% son mujeres.
Los ingresos medios en el sector son de alrededor de 9.700 pesos mensuales, muy por debajo de los 23.722 pesos que se necesitan para no ser indigente. Y este es un dato fundamental porque el 87% de las mujeres que integran este sector tienen hijas o hijos menores a cargo y el 76,8% trabajan de manera informal. Esto se traduce en la ausencia de obra social, licencias pagas y aportes jubilatorios para cuando lleguen a los 60 años.
La pandemia provocó que en esta actividad, con sueldos que no llegan a cubrir el valor de la canasta básica de alimentos, se perdieran alrededor de 200.000 puestos de trabajo.
Es importante mencionar que este sector está integrado por una gran cantidad de mujeres migrantes. Un factor que tuvo mucho peso durante el Aislamiento Preventivo Social Obligatorio impidiendo que estas trabajadoras de casas particulares pudieran percibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Que las tareas domésticas y de cuidado sean responsabilidad casi absoluta de las mujeres no es algo nuevo. De hecho, es parte de los reclamos de la movilización de las mujeres en diferentes lugares del mundo. Sin embargo cuantificado en horas y valorización monetaria, los resultados muestran un impacto indiscutible en la economía.
En septiembre de 2020 la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género que depende del Ministerio de Economía de la Nación, dio a conocer un informe respecto del impacto que tiene el trabajo doméstico y tareas de cuidados no remunerados en relación al Producto Bruto Interno (PBI).
El informe detalla que en nuestro país las mujeres destinan 96 millones de horas diarias a las tareas domésticas y de cuidados de manera no remunerada. Traducido en un valor monetario el aporte que realizarían a la economía es de $3.027.433 millones. Las mujeres aportan 3 veces más al PBI en un área muy relevante como la de cuidados que es a su vez la más invisibilizada de toda la economía.
Poner en valores estas tareas permitieron, entre otros resultados, establecer que constituyen un 15,95% del PBI. Superando el porcentaje del sector industrial y de comercio.
El movimiento de mujeres plantea desde hace décadas la necesidad de generar un sistema público de cuidados y si bien con la llegada al gobierno de Alberto Fernández se crearon ministerios y direcciones de género, hasta el momento no se tradujo en medidas que intenten paliar las grandes desigualdades que ya existían antes de la pandemia. | 
